Capítulo 1

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Capítulo 1

Aquella mujer de mirada impenetrable y fría, leía en el computador. Estaba estudiando literatura. Quizá lo hacía como una vía de escape, su dañado corazón y alma deseaban expresarse. Pero ella no lo permitiría nunca... a menos de que fuera en papel o en el ordenador.

- El desayuno está listo cielo – rodó los ojos. La voz de su madre le parecía irritante, la odiaba, deseaba no escucharla más. Terminó de escribir y respiró profundamente.

- Sabe muy bien que yo ya no como Patricia – se tensó el aire

- ¡Soy tu madre! – volvió a rodar los ojos, se había vuelto costumbre.

- Lo siento mami – dijo con el sarcasmo brotándole a borbotones por los poros.

- Hijo, el desayuno está listo – dijo con dulzura la mujer.

- Voy – dijo alargando la o el hermano de nuestra protagonista.

Nuestra muñeca de porcelana tomó agua y volvió a encerrarse en su habitación. Esa era su rutina.

Por otro lado, había un chico que la amaba con locura. Amaba lo rota que estaba, porque decía que eso era lo que la hacía hermosa. Todas sus acciones, su forma inteligente de hablar, su sarcasmo, amaba todo lo que ella llamaba defectos, él la amaba. Pero sabía que en cualquier momento la perdería. Sabía lo dañada que estaba y lo mucho que anhelaba morir.

- Debe existir una manera de salvarla – se decía en busca de una respuesta que jamás iba a encontrar.

- Debes amarla mucho es indudable, pero ella ya no tiene salvación. Le dicen muñeca de porcelana. Ella no siente nada, ella mató todo lo que la hacía humana, viejo. No te estoy diciendo que te rindas, solo te advierto que el que va a terminar lastimado aquí eres tú – dijo su amigo a Mateo. El chico sabía que el único lastimado iba a ser el, pero si era por ella... valía la pena.

- Le voy a hablar hoy Os- dijo Mateo decidido – debo intentarlo, quiero salvarla. No puedo dejar que alguien como ella muera, es demasiado hermosa – Mateo tenía los ojos cristalizados y con mirada decidida miraba a la chica de porcelana que lo lastimaría.

La chica estaba sentada allí sin mirar a ningún sitio en específico. El aura que emanaba era de puro dolor y más dolor. Nadie le había podido sacar una sonrisa jamás.

- Hola – saludó Mateo haciendo que la chica de porcelana se exaltase

- ¿otra vez tú? – se veía molesta y eso le parecía adorable

- ¿Quién más sino yo? – ella rodó los ojos

- Lárgate, no tengo intenciones de hacer amigos y esas cosas – frunció el ceño la chica

- Es que yo no quiero ser tu amigo- la chica alzó una ceja

- Tampoco quiero ser tu puta, ni tu amante, ni tu novia, n i tu jodida esposa, ni tu amiga con derechos – sus ojos se fijaron en los de el – lárgate y no te haré dudar de tu existencia – retiró su mirada de la de él y el chico solo sonrió

- Solo haces que me enamore de ti aún más- la chica de porcelana dio un grito ahogado

- ¡¿eh?! ¿acaso eres masoquista? Solo te ignoraré – Mateo sonrió y comenzó a hundirle la mejilla con un dedo varias veces, hasta que nuestra dulce muñeca se hartó – muy bien, iré por una orden de alejamiento – agarró su bolso, salió del salón con destino a la estación de policía más cercana

- ¿no es un amor? – dijo Mateo con ojos ensoñadores y mirando como la chica de porcelana se alejaba

- ¡¿estás demente?! ¡te va a poner una orden de restricción! – dijo Oscar, su mejor amigo horrorizado – nadie la puede salvar Mat, nadie la puede sacar del infierno – Mateo reflexionó... estaba dispuesto a hacerlo.

Nuestra chica se encaminaba para su hogar las clases habían terminado y estaba cansada. Entró a su hogar y afortunadamente no había nadie. Subió a su habitación y se metió de lleno en su ordenador a escribir.

Sus padres llegaron junto a su hermano, los ignoró por completo, hasta que su padre llegó hasta su habitación y le contó un hecho graciosos y le pidió que si lo podría acompañar al súper mercado. Ella con una sonrisa asintió y se dispusieron a ir al súper mercado.

Al llegar de hacer las compras, La chica de porcelana llegó con una sonrisa. Eso le hacía falta despejarse. Pero, su madre comenzó a discutir. El pan de cada día. Ella fue a su habitación e ignoró por competo a su madre.

- ¡a mí no me ignores! – gritó mientras corría detrás de su hija

- ¿Prefiere que la enfrente?- se plantó frente a la mujer y la miró de piesa cabeza – o quiere que la escuche y, no me crea tan pendeja. Tengo cosaspor hacer más productivas que estar discutiendo con usted Patricia- la mano desu madre chocó contra su mejilla de forma tan fuerte que le hizo una laceraciónen el interior de la cavidad bucal. -¿feliz? ¿Le trae lindos recuerdos de cuando me golpeaba? – su padremiraba impotente la escena y como su mujer maltrataba a su hija, su hermanotrataba de pasar por alto lo ocurrido- no importa – se limpió las lágrimas yentró a su habitación, guardó una cobija en su maleta, una pequeña almohada. Sepuso un saco de su hermano que le había quitado años antes, se colocó su tenispreferido y salió de su habitación. Agradeció que su padre estuviera hablandocon su madre y su hermano en su habitación. Salió de su hogar hasta una clase de parque. Le parecía muy cliché todaesta situación, pero no tenía de otra. Se sentó en una banca y se cubrió con sucobija. Deseaba romper a llorar, pero por alguna extraña razón... no podía.- ¡Oh! Hola chica de porcelana – saludó Mateo a la chica y ella gruñó- Largo – dijo sin más

- ¿estás bien? – ella alzó la mirada y las lágrimas brotaron de sus ojos –l-lo siento – e inconscientemente, la chica de porcelana lo abrazó fuertemente – e-estoy s-sudado y

- Cállate – dijo con extrema dificultad, el nudo en su garganta la estaba matando. Mateo no pudo resistirse y el rodeo con sus brazos desnudo, lo cual provocó que ella empezará a sollozar descontroladamente.

- Déjalo salir, vamos, todo está bien – ella negaba, nada estaba bien jamás iba a estarlo

- La odio y me odio por ello – dijo entre sollozos – y me odio por hacer pasar por esto a mi padre y mi hermano- Mateo no pudo evitar sentirse igual que ella, se odiaba por no poder consolar a la mujer que el amaba con todas sus entrañas. La muñeca de porcelana lloró al menos por una hora.- olvida todo lo que te dije – dijo -ya te puedes ir – Mateo sonrió

- No pienso dejarte dormir aquí sola – ella rodó los ojos

- Por eso no tienes novia idiota, ya he dormido aquí como diez veces y no me ha pasado nada, lárgate – esta vez fue el él que rodó los ojos

- Te voy a llevar a mi casa – la chica abrió los ojos

- Me niego

- No es una opción – con una sonrisa amplia la arrastró hasta su hogar. - ¡Ya llegué!

- Te demoraste más esta vez hijo – dijo una mujer rubia con una sonrisa maternal -¡oh! Que chica tan preciosa – la muñeca de porcelana se tensó

- Lamento haber venido a su casa sin previo aviso – la mujer negó

- No hay problema – la mujer rubia la miró fijamente- te pareces a la chica que mi hijo tiene en su cuarto en un altar – Mateo se tensó

- M-mamá, ella está cansada. ¿puede quedarse cierto? – Mateo le rogó a su madre, la cual accedió casi al segundo

- Si quieres puedes quedarte para toda la vida, soy tan afortunada de tener una nuera tan preciosa- Mateo rió nerviosamente y nuestra delicada muñeca de porcelana se lamentó de la decisión que tomó.

Muñeca de PorcelanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora