Capítulo tres 🌟

24.8K 2.2K 454
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

🌟

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

🌟

Si la vida me hubiera permitido tener cinco minutos de vista, solo cinco jodidos minutos, sin duda hubiera puesto en su lugar a los dos imbéciles de esta tarde. Aquello me hizo tener un mal sabor de boca, uno que nunca antes había sentido. El de sentirme como un completo inútil. Jamás me había sentido tan humillado, impotente.

Suspiro en un vago intento de olvidarle, sin éxito alguno.

Ahora no solo me encontraba pensando en eso, sino también... en ella. En esa chica extraña y atrevida que se había lanzado a defenderme sin un motivo, sin miedo ni pena...

No sabía porque lo hacía, por qué mi mente se empeñaba en mandarme a donde ella estaba. Su dulce voz, su aroma a caramelo y la calidez de sus manos ayudándome.

Esa chica estaba extrañamente en mis pensamientos.

Gruño negando con la cabeza. Es extraño, porque no es que ella vaya a ser importante o algo, pues siempre que conozco a alguien y sé que no volveré a saber de esa persona: lo olvido. No me gustaba interesarme. Pero con esta chica no estaba pasando eso... ni siquiera sabía su nombre.

Suspiro y vuelvo a céntrame en Cumbres Borrascosas. Estaba completamente solo en la casa, tranquilo. Disfrutaba del silencio, la paz y la calma de este, más cuando leía aquellos libros que hacían volar mi imaginación y me ayudaban a desconectarme.

Con cuidado quito el separador y deslizo mis dedos sobre el relieve en braille del libro: adentrándome y dejándome atrapar por esta historia. Y aunque solo me queda poco para acabarlo por sexta vez, disfruto mucho el poder releerla una y otra vez. Porque una buena historia, sin importar las veces leídas, jamás pierde su esencia o belleza.

Escucho como se abre la puerta principal, de una forma brusca. Suspiro negando con la cabeza, se quién es: él siempre hace eso cuando entra a mi casa. Son sus jodidas mañas.

-Ya llegó por quien llorabas, bebé -anuncia y yo me rio.

-Ya quisieras que llorara por ti -contraataco.

Segunda oportunidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora