Capítulo 5: El recadero

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Las clases habían terminado por el día, la escuela se estaba vaciando. En un aula vacía sólo quedaban un chico y una chica. A él se le dibujó una pequeña sonrisita en los labios; esperaba con ganas la oportunidad de tener un rato solos.

No había nada de especial en ese encuentro, simplemente les había tocado hacer el aseo del salón juntos. Sin embargo al​ jovencito esa simple ocasión le llenaba el corazón de emoción.

La chica se acercó a una silla para acomodarla, pero ésta se movió por su cuenta antes de que la tocara. Se sorprendió un poco pero la dejó y fue hasta la siguiente. Otra vez, la silla se acomodó prolijamente en su lugar sin que ella hiciera nada.

-Mob, puedo hacerlo -protestó un poco irritada, pero no completamente molesta.

- Lo siento -se disculpó el jovencito, bajando la mirada y un dedo índice con el que señalaba la silla. -Pensé que así sería más rápido…

- Sí…

La chica dejó las sillas y caminó hasta él.

-Mob, pensaba ir al karaoke después de terminar…

Al jovencito se le aceleró el corazón. ¿Pensaba invitarlo?

-Me están esperando -siguió ella. - ¿Puedes encargarte del resto solo? A tí te tomaría sólo un minuto…

- Ah… Ummm… -No quería que se fuera. Aunque fuese por unos cuantos minutos, quería poder pasar un rato con ella, pero no sabía cómo decir que no sin parecerle antipático - Está bien… -respondió tímidamente, sin que se le pudiera ocurrir ninguna excusa.

- Gracias -contestó tomando su bolso para irse.

- ¿Tsubomi…? - llamaron un par de chicas asomando por la puerta. -¿Aún no acabas? Todos están esperando. Vinimos a ayudarte a terminar.

- Está bien, Mob se encargará del resto -dijo reuniéndose con ellas.

- ¡Qué bien! ¡Vámonos! -dijeron y salieron juntas.

El muchachito al que llamaban Mob se quedó sólo en el aula vacía. Comenzó a acomodar las sillas lentamente, una por una, con sus propias manos.

Tsubomi… Ella había sido la primera persona que había pensado que sus poderes eran algo especial. En casa lo reñían, y el resto del mundo lo miraba como un fenómeno, pero la primera vez que vio la sonrisa en la cara de la chica, sus ojos llenarse de asombro, fue la primera vez que pensó que sus poderes no eran sólo un problema, sino algo capaz de traer alegría a los demás. “Asombroso”, “bonito”, “interesante”; las cosas que decía de los pequeños espectáculos que montaba para ella, le gustaba pensar que él también podía ser algo de todo eso a sus ojos.

Pero muy lejos quedaban los días en que podía impresionarla haciendo flotar ranas. Sus poderes ya no tenían nada de especial. En el mejor de los casos, eran sólo algo conveniente.

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-¿Otro ataque de Psycho Helmet? -se alarmó Rei, acercándose a su maestro para leer la noticia junto a él en su portátil. El detective sólo se llevó una mano a la barbilla, tapándose la boca, pensativo…

Un karaoke del centro se había incendiado. No hubo víctimas, pero el lugar quedó carbonizado.

-La versión oficial es que hubo un cortocircuito con una de las máquinas y un cortinado prendió fuego. Todos pudieron salir antes de que el fuego se extendiera, pero como había alumnos de la Secundaria Sal, los rumores dicen que fue Psycho Helmet, ya que son sus víctimas más frecuentes -resumió Rei.

- psychohelmet100 no ha vuelto a publicar ni se adjudicó el ataque -dijo Reigen cambiando la página al foro donde Psycho Helmet solía publicar. -Esto podría se paranoia colectiva. Quizá sólo atacó a unos pocos estudiantes de la Secundaria Sal, pero el resto asocia cualquier accidente o inconveniente y creen que fue él. Así se expanden los rumores. Se está convirtiendo en una leyenda urbana.

Rei-to-ka: Agencia de detectivesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora