Capítulo 4: El líder del culto

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-¡¡Maestro!! -soltó un grito Rei, cuando fue esa tarde a “Espíritus y Demás” y lo vió en lo alto de una temblorosa escalera de aluminio. -¿¿Qué está haciendo ahí??

- Voy a cambiar el cartel -respondió subiendo con un bote de pegamento en una mano y una tira de papel que decía “Agencia de Detectives” en la otra.

- ¡Es muy alto, se puede caer!

- ¿Qué probabilidades hay que me caiga? -y tras un pequeño silencio agregó- ¡¡No era una pregunta retórica!! ¡¿Qué probabilidades hay de que me caiga, Rei!!

- ¡Ah! Si baja ahora, no se caerá.

- ¡Estás respondiendo lo obvio!

El papel se escapó de su mano y se estiró para alcanzarlo, pero la escalera tembló ominosamente y volvió a aferrarse asustado.

El papel voló en el viento y fue a estamparse en la cara de un chico que pasaba. El muchacho se quitó el papel de la cara algo irritado y lo miró: “Agencia de Detectives”... Luego levantó la vista a los dos que estaban haciendo un escándalo más adelante.

“Oficina de Consultoría de Espíritus y Demás”. Reconoció ese cartel, ya había estado allí antes.

Tiró el papel con desagrado y siguió su camino. Miró brevemente al hombre temblando patéticamente en la escalera al pasar. Ése debía ser el dueño de la oficina. No tenía una pizca de aura psíquica; debía ser un completo fraude. Incluso si hubiera entrado a esa oficina en aquella ocasión, esa persona no hubiera podido ayudar en lo más mínimo. Como psíquico debía ser un absoluto fracaso, le sorprendía que ese lugar siguiera en pie.

La escalera donde se sostenía precariamente el detective tembló y cayó cuando pensó eso. La chica ahogó un alarido y el hombre se preparó para romperse uno o dos huesos al menos.

Reigen abrió los ojos y miró en todas direcciones. Nada le dolía. ¿Acaso ya había muerto? Una fuerza misteriosa había amortiguado su caída, sosteniéndolo a escasos centímetros del suelo. Aquella fuerza de pronto lo soltó y le ganó una caída de una pulgada. Reigen se sintió a salvo por una fracción de segundo, hasta que vio que aún faltaba caer la escalera, que se le vino encima y lo aplastó con un estruendoso traqueteo.

El chico siguió caminando, ignorando el escándalo detrás de él del hombre que trataba de desenredarse de la escalera, y su compañera.

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Reigen trataba de comportarse como un hombre adulto mientras Rei atendía los magullones en su cara.

-Lo siento, lo pegué chueco -dijo ella inocentemente, despegando la tela adhesiva con que atendía la herida para volver a acomodarla.

- ¡No! ¡Déjalo así! ¡Ssssss! -siseó sintiendo el ardor en su piel al despegarse la tira.

- Tuvo mucha suerte de librarse con unos pocos golpes, Maestro. ¡Pensé que moriría! ¡Esa debió ser una caída de cinco metros!

Y es que salvo por el golpe de la escalera, había salido prácticamente ileso de milagro.

-Por suerte las escaleras de aluminio no son muy pesadas.

- Pero tampoco son muy estables… -acotó la chica, guardando el resto de vendas y algodones en la cajita de primeros auxilios que tenían sobre el escritorio. Reigen no respondió. Quedaba claro que había cometido una soberana estupidez, pero no iba a admitirlo.

Oyeron la pequeña campanilla de la puerta al abrirse y alguien entró. Mirando el lugar, caminó muy calmada y resueltamente hasta la silla frente al detective y se sentó, sin saludar y sin ser invitado.

-¿E-en qué puedo ayudarlo? -preguntó Reigen, un poco desconcertado por su actitud tan confianzuda.

- ¡Volvemos a vernos! -saludó.

Reigen entornó los ojos. No creía haber visto a ese hombre en su vida.

-Bueno, quizá no me hayas visto, pero yo estaba por ahí -siguió. - Hace algún tiempo ayudaron a un anciano a reencontrase con su familia, que lo estaba buscando. El pobre estaba desorientado y no sabía lo que había hecho en el último mes. ¡Eso fue porque yo poseía su cuerpo!

Reigen, con los ojos aún entornados, se inclinó un poco sobre el escritorio y preguntó con tacto:

-Disculpe, ¿usted está ebrio? -no pudo evitar notar el fuerte color rojo de sus mejillas.

- Oí que están buscando a Psycho Helmet. Yo también lo busco -soltó, ignorando por completo el comentario anterior.

- ¿Eh? -llamó la atención del detective y su asistente.

- No tienen ninguna pista, ¿cierto? -dijo ladeando una sonrisa presumida- Yo lo he visto. Pensé que podíamos ayudarnos.

- ¿Dice que lo ha visto?

- Sí. No podría olvidar esa mirada vacía y sin vida. -El hombre reparó en la fotocopia con la caricatura de Psycho Helmet que estaba sobre el escritorio de Reigen y la señaló -... Justo así.

Reigen miró por un momento el panfleto que le señalaba.

-¿Es usted parte del culto a Psycho Helmet?

El hombre estiró las comisuras de la boca con desagrado.

-¡Ese era MI culto! -protestó palmeándose el pecho - ¡Ese monstruo me lo quitó! ¡Casi me mata! ¡Estuve deambulando con menos escencia que un pedo hasta que sólo recientemente conseguí este cuerpo!

- ¿Y por qué quieres encontrarlo? -preguntó Reigen desconfiado, intuyendo otra venganza, e ignorando las partes de su relato que no alcanzaba a entender.

- Sólo quiero conocerlo -respondió con inocencia- Hablar con él. Hacerme su amigo. ¡Alcanzar la cima juntos! ...Quedarme con su cuerpo -acabó con una voz tenebrosa.

- ¿Maestro…? -lo llamó Rei un poco asustada.

- ¿Nos disculpa un momento…?

- Hoyuelo -se presentó.

- ¿“Hoyuelo”? -repitió extrañado el detective -¿Ese es tu nombre?

- Por ahora… Creo que es un poco temprano para que me llamen Dios, pero pueden hacerlo si quieren ir acostumbrándose…

- Bien, Hoyuelo, danos un momento por favor -pidió, volviendo a ignorar lo que no entendía.

El hombre se puso de pie y se alejó un poco para dejarlos hablar.

-Maestro, ese hombre me da un poco de repelús… -susurró Rei.

- Lo sé, tampoco me inspira confianza.

- No creo que sea malo -aclaró la chica -pero es un poco extraño… Sin embargo es el único que sabe algo de Psycho Helmet. Y no tenemos más pistas…

- Rei: es sólo un caso. No voy a involucrarme con un loco sólo por un caso. Investigaremos como lo hacemos siempre.

- ¿Podremos?

- Oigan, este lugar es de lujo, ¿puedo quedarme aquí? -preguntó entusiasmado aquel hombre, encontrando la puerta que daba a la salita en desuso.

Reigen saltó en su silla.

-¡Por supuesto que no!

- ¡Pero no tengo donde quedarme~! Ustedes no lo están usando, sólo hay un montón de muebles viejos… -protestó señalando el interior.

- ¡NO!

- Maestro… -lo llamó Rei en voz baja, tirando un poquito de su manga - No le pido que se quede, pero déjelo que nos ayude. Podemos investigar por nuestra cuenta, a ciegas, pero mientras tardamos en encontrarlo, Pyscho Helmet sigue atacando personas…

Reigen volvió a ver a ese hombre, que abría y cerraba la puerta corrediza como si nunca hubiera visto una. ¿De verdad él era la mejor pista que tenían?

(Continuará…)

Rei-to-ka: Agencia de detectivesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora