Capitulo 2

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Mientras los cálidos rayos del sol acariciaban el follaje del verde bosque, una pequeña niña de 6 años de edad caminaba sin rumbo fijo, sintió su estómago gruñir ruidosamente. Lo cierto era que desde la mañana no había podido probar un solo bocado, en casa no había nada de comer, su madre a penas y hacia amago de moverse, pues esta no salía de la depresión que la embargaba. Aun así, Serena sabía que no podía esperar a que ella le cocinara como lo hacía de ataño, ese tipo de cosas habían quedado en el pasado y a pesar de que sabía que su madre no volvería a ser la misma, tenía la esperanza de que en algún momento recordaría que tenía una hija de quien cuidar. Pero mientras eso pasaba la pequeña pelimiel se veía en la necesidad de buscar comida por su propia cuenta y la opción que más sensata le parecía era buscarla en el bosque mientras a su vez trataba de encontrar cura a la depresión que sufría su progenitora.

De la nada un Poliwag salto de entre un par de arbustos asustándola y haciéndola caer de sentón.

-¡Espera, no huyas!-un niño salió de entre los arbustos persiguiendo al pokemon pero se detuvo al de inmediato notar la presencia de Serena.

-Me dolió...-murmuró por lo bajo la pequeña niña.

- ¿Te encuentras bien? -el pelinegro se inclinó para extender la mano y ayudar a la ojiceleste a levantarse, cuando ella alzó la vista se sintió atrapada por los orbes cafés del niño frente a ella e inconscientemente se sonrojo.

Casi como si su cuerpo se moviera por sí mismo tomó la mano que le fue extendida y se puso de pie de tirón estampándose contra el curioso niño de su edad. Antes de poder hacer otro movimiento se alejó rápidamente nerviosa y sonrojada.

-Ah... eh, gracias por la ayuda... emh...

-Satoshi-sonrió el- ¿Y tú cómo te llamas?

-Serena

Ese pequeño y sencillo encuentro marcó el inicio de una gran amistad entre ellos. Una amistad que duro 4 años antes de ser olvidada.

Serena solía ser una chica muy tímida, si a eso le agregamos que vivía un poco lejos del pueblo y que además su situación en casa no era del todo buena tenemos como resultado su actitud solitaria y retraída pero también amable y carismática, aunque esto era solamente con Satoshi, ella era alguien que prefería sonreír y fingir que todo estaba bien antes de preocupar a otra persona. Satoshi era su único amigo y no quería que él la mirara de la misma forma extraña que la veían otros niños, por eso se había alegrado mucho de haberlo conocido pues él no pensaba en ella como una "pobrecita niña sin padre".

El pelinegro le tomó un gran cariño y sentía un poco de curiosidad, estar al lado de esa niña generaba en él un sentimiento de calidez, le gustaba verla sonreír... y sin darse cuenta fue siguiendo esa sonrisa y amabilidad de Serena hasta lograr diferenciar cuando aquella radiante expresión que tanto le gustaba no era sincera.

La señora Delia había notado lo emocionado que Satoshi se ponía cuando le daba permiso de ir a jugar al bosque con su amiga, sin embargo estaba un poco preocupada por esa niña. Las cosas de adultos suelen ser difíciles de entender para los niños y se preguntaba si la pequeña Serena realmente podía comprender su situación.

El padre de la pelimiel había muerto en un accidente en una mina. Sin duda la pérdida del progenitor lastimo a la niña, sin embargo, la madre de esta también había resultado seriamente afectada por la muerte de su esposo entrando en una depresión tal, que había descuidado por completo a su hija. Los rumores de haber visto a la pequeña en busca de trabajo tratando de ganar algunas monedas para comida iban de boca en boca en el pequeño pueblo. Era triste que la pequeña de tan solo seis años se viera en necesidad de levantarse temprano todas las mañanas para repartir periódicos, pero era formidable e impresionante que actuara mucho más madura a la edad que tenía. Serena solía ser callada y reservada con otras personas o niños ya que algunos de los infantes se burlaban de que tuviera que repartir periódicos.

La chica del bosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora