¿Por qué?

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Noah abrió los ojos. Lo primero que hizo fue acercarse las manos hacia sus ojos y observarlas. Estaban algo borrosas aún, lo cual le indicaba que todavía no lograba ver.

-Tranquila, no te he robado las manos- Dijo riéndose Aaron.

Entonces recordó lo sucedido y se incorpó rápidamente.

-Ey, ey, no te muevas. ¡Cuidado!

El chico estaba cosiéndole cuidadosamente los cortes que le había hecho Leonard en el hombro izquierdo. No levantaba la mirada hacia ella, para no perder el control sobre su tarea. Noah volvió a tumbarse debidamente, y dejó que, a pesar del dolor, le cosiera.

Para distraerse del dolor, clavó su mirada en él. La cicatriz de su frente llegaba hasta la ceja,poblada, que se alzaba en una forma similar a las alas del vuelo de un ave. Bajo ellas estaban sus ojos azules, que recordaba a la muchacha al mar, tanto por el color azul claro, como por las pequeñas manchas blancas que se distribuían por el iris como espuma del océano. Tenía una nariz fina y con aletas amplias, como sería propio de una expresión seria. Sus labios, finos y pequeños, eran simplemente perfectos.

Noah se percató de que quizás estaba mirando en excesivo, y trató de concentrarse en otra cosa. Entonces se dio cuenta de que él sangraba, tanto en uno de los brazos como en el abdomen.

-¡Está sangrando entrenador!- Gritó alarmada.

-Primero, no me llames de usted, creo que después de que me hayas salvado la vida, tienes derecho a hablarme con confianzas. Y, sí, estoy sangrando, pero tu herida es más profunda y además creo que tienes una costilla rota. Por favor, no te pongas nerviosa, porque no es que el hecho de que te muevas me facilite el coserte.

Noah obedeció y quedó quieta. Pero sabía que las heridas de él debían ser igual de horribles pues no paraban de sangrar.

-Ahora pondré un poco de alcohol... y ya está.

Cuando hubo acabado, Noah se reincorporó y pese al dolor en un costado y las quejas de su entrenador, no dejo que nada le impidiera curarle a él.

-¡Siéntate!

Aaron pareció sorprendido de recibir una orden de su alumna. Pero lo hizo.

-Ahora remángate las mangas.

Noah supo que era mucho más práctico pedirle que se quitara la camiseta, pues de algún modo tendría que curarle la herida del abdomen. Pero, pensó, que si lo hacía quizás volvía a desmayarse, ( sabía que le daba por exagerar un poco en ocasiones) así que descarto la idea.

-Aaron, es un corte limpio, yo no creo que pueda coserte esta herida, pero tampoco creo que haga falta muchos puntos. Te pondré puntos de papel y vendaré la herida. Mientras tengas cuidado con la herida no creo que tarde en curar.

-¿Eres enfermera ahora, Noah?-Preguntó en tono irónico.

-No yo... claro que no. Sólo que era voluntaria en uno de los hospitales de la ciudad. Para... bueno, para salir un poco de casa.

-La mayoría de jóvenes para salir de casa quedan con sus amigos. Ya sabes, lo normal.

-Ya, pero yo no soy normal.

Noah lucía algo enfadada así que el chaval la dejo tranquila. Tras aplicarle los puntos de papel, tal y como le dijo, vendó la herida, con la necesaria presión para que no continuara sangrado pero con la suficiente libertad para que no dejara de fluirle la sangre como es debido.

-¿Cómo es que tú sabías coser una herida? No es algo que un simple ayudante de médico necesariamente sepa.

-Bueno yo... mi madre quería que fuera médico. De hecho me preparé para ello y estuve ejerciendo un año, así que...

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