Evitémonos

1 0 0
                                    

Las próximas semanas no fueron agradables para Noah. No es que ocurriera nada en concreto, porque Leonard, Maya y Lisa parecieron dejarles en paz (aunque seguía estando bastante segura de que se traían algo entre manos), pero el modo en el que Aaron se había ido de su vida le dolía.

Se trataba de consolar con que sólo le había tenido próximo a ella por una semana, y que no podía extrañar a alguien que en realidad no había tenido como amigo (en una semana no se podría construir una amistad, pensaba o,quería pensar Noah). Al principio ella había vuelto a hablarle con normalidad, e incluso había puesto de su parte. Pero al ver que él actuaba con completa indiferencia hacia ella, cambió de actitud. Hubo un mutuo acuerdo, aunque nunca fuera con palabras, de evitarse.

Pasaban los entrenamientos serios, fingiendo indiferencia el uno hacia el otro. Noah trataba de charlar con sus amigos y él pretendía ser aún más duro con los chicos. Cuando se encontraban por los pasillos o en las comidas, ni siquiera se saludaban. Apartaba la mirada como si fueran dos desconocidos.

No era tristeza lo que sentía. Era vacío. Un vacío que siempre había estado ahí, pero del que jamás se había percatado, dado que nunca había sido tan grande y devastador. Al mes, Noah ya estaba prácticamente curada. Al principio le había costado incorporarse a los entrenamientos, pero acabó cogiendo el ritmo, aunque le tomó un mes cogerlo por completo.

La primera semana fue expresamente un entrenamiento para la velocidad. Aunque era la semana en la que Noah por fin se reincorporaba, aún no pudo dar el cien por cien de sí misma y eso la enfureció mucho pues la velocidad era lo suyo.

En la segunda trabajaron la fuerza. La mayoría tenían más o menos su nivel, pero poseían más resistencia: ella estaba desentrenada. Se agotaba más pronto que los demás, pero lo supo ocultar bastante bien.

La tercera se basó en la flexibilidad. Las chicas destacaron en ello, y los chicos parecían mostrar desprecio hacia ello. Aseguraban que no tenía utilidad alguna. Pero la semana más dura fue la de la resistencia. No pudo disimularlo y tanto Sheila como Aaron la regañaron en varias ocasiones. Para mejorar empleó su tiempo libre en ir a correr.

Era un domingo por la tarde, cuando Noah salió a correr por la ciudad y vio a Aaron. Como él no se había percatado de su presencia, ella le siguió. Al principio no vio nada relevante. Él simplemente dio una vuelta. Pero más tarde le vio ir a la zona de los mercados y eso despertó algo de curiosidad en ella. Primero visitó una tienda de ropa y después entró en una farmacia. ¿Una farmacia? ¿para qué querría ir a una farmacia?

Cuando él salía con una bolsa, Noah se quedó mirando intentando descifrar qué llevaba. Pero como la bolsa no era transparente no pudo ver nada. Sin embargo, para cuando quiso alzar la vista era demasiado tarde. Aaron la había pillado. En un intento estúpido de escabullirse, fingió que miraba a otro lado y salió corriendo entre la gente.

Corrió hasta que las piernas le flaqueaban, pero podía percibir como él aún la seguía. Llegó a un alto que quedaba bastante lejos de su edificio. Cuando paró, se giró y pudo confirmar lo que temía: la había seguido hasta allí.

-¿Pretendes correr hasta matarme o qué?

-Ehm... yo eh... yo no te estaba siguiendo

-Sí que lo hacías, Noah.

¿Por qué continuar mintiendo? Era obvio que lo había seguido. Pero tampoco tenía razón concreta alguna... ¿qué iba a decir?

-De acuerdo, sí, te he seguido. No sé porqué... de verdad, no tengo motivo alguno.

-No iba a preguntarte porqué, pero gracias por la información.

-¿Entonces por qué me perseguiste hasta aquí?

-Bueno, técnicamente tu eras la que me perseguía. Pero vine hasta aquí porque quería darte esto.

Aaron bajó la mirada a la bolsa que llevaba y la abrió, mostrando una pequeña caja.

-¿Qué es?

Abrió la caja y le mostró un pequeño bote que parecía una especie de ¿medicamento?

-Vas a tener que decirme qué es.

-Es el aceite del que te hablé. Lo necesitarás para que la cicatriz desaparezca. Aplicatelo una vez al día, como mucho dos.

-Oh, el aceite. No pensé que fueras a hacer eso por mí a estas alturas. Muchas gracias...

-¿Por qué pensaste que no lo haría?- Sus ojos ascendieron a los de ella, su cara adquirió una expresión dulce y amable, que había pensado que no volvería a ver.

-Bueno, has estado ignorándome y tratándome como una mierda estas semanas. Han pasado prácticamente dos meses desde que me dirigiste la palabra para algo que no fueran reprimendas en el entrenamiento. Y por favor no me hagas pensar que estoy loca y que solo ha sido mi imaginación, porque sé perfectamente que me has estado intentando evitar.

Se acercó a ella y la miró por unos segundos. Más tarde, sin intención de ir a contestar, se sentó y le hizo un gesto con intención de que ella lo hiciera también. Noah lo hizo, extrañada. Él bajó una de las tiras de la camiseta y le aplicó un poco del aceite sobre el hombro. No dijo nada, tan sólo trazo pequeños círculos sobre la herida, sin demasiada presión pero con ahínco.

Lo hizo por unos cuatro minutos. Noah podía sentir la electricidad que producía el tacto de él sobre ella. Había algo en él que la hacía estremecerse de emoción. De felicidad. Le había extrañado, había echado de menos tenerle tan cerca, estar tan próxima a él.

-No lo hacía ¿sabes? Dijo de pronto Aaron sobresaltándola.

-¿Él que no hacías?

-Tratarte como una mierda. Simplemente te evitaba.

-A veces no hay peor desprecio que el no hacer aprecio. Que me ignoraras, que me evitaras, me...

-Lo sé, a mí también me destrozaba. He sentido tantas veces la necesidad de tenerte a mi lado durante estos dos meses, durante toda mi vida.

-¿Durante toda tu vida? Sólo nos conocemos de hace dos meses.

-Te equivocas. Tu padre era amigo del mío. De pequeños pasábamos bastante tiempo juntos, a pesar de la diferencia de edad. Sobre todo porque ellos siempre estaban juntos. ¿No te acuerdas de mí nada, verdad?

Buscó en su mente. Siempre había tenido la sensación de conocerlo de toda la vida, pero no había ningún recuerdo. No podía recordarle.

-Solía sentirme bien a tu lado. Eras pequeña, pero fuiste mi única amiga durante la escuela infantil. No es que cayera muy bien...

-Lo siento, no te recuerdo.Pero sí que tengo esa sensación de...

-¿De conocerme?

Ella asintió. ¿No era increíble el destino? Después de tantos años haber acabado en el mismo lugar era ... maravilloso.

-No creo que evitarnos sea una opción por mucho más tiempo. Me gusta estar contigo. De hecho, creo que lo necesito.

-No parecías necesitarlo estos dos últimos meses.

-Bueno, quiero decir, no es que te necesite para respirar o para estar vivo o algo así -Echó una pequeña carcajada y continuó- Pero... bueno. Sí para sentirme feliz. Porque lo único que me da algo de alegría es poder verte cada día. Además, creo que Leonard y sus dos amiguitas están preparando algo y no  deberíamos separarnos.

Noah no podía creer lo que estaba escuchando. Creía que hubiera sido mil veces más probable, debido al comportamiento que él había mostrado durante las últimas semanas, que la mandara al infierno antes de que le dijera aquello. ¿Quizás había escuchado mal? Por eso comenzó a mover los labios para preguntarlo, cuando de repente algo la hizo callar.

No era una idea. Era algo físico. Era algo dulce y suave, presionando sobre sus labios, algo que le provocó un escalofrío y una emoción en ella que jamás había sentido antes. El la había callado con un beso.

¿Estaba de verdad sucediendo aquello?

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Sep 26, 2017 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

SerendipiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora