Vuelvo a este teclado,
en el que he plasmado
más de mil lágrimas
y muy pocas sonrisas.
Vuelvo a estar hundido,
a sentirme asquerosamente solo,
a vestirme del traje de la soledad,
en esta vida que me ataca sin piedad.
Vuelve mi corazón
(y creo que con razón...)
a estar lleno de todo tipo de astillas,
que se clavan y hacen sangrar las heridas.
Vuelvo, cómo no, a mi feliz tristeza,
a sonrisas forzadas por demostrar dureza,
reconozco mi mentira y mi falsedad:
no es cierto que haya hallado la felicidad.
Vuelvo, y ojalá, de verdad, no volviera más