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― ¿No salió con ustedes ayer? ― La voz de HeeYeon era lo único que se escuchaba en la casa mientras hablaba por teléfono con uno de los amigos de su, tal vez, ex esposo.

― No, y la verdad, ni hemos pensado en salir estos días. Ya sabes, sólo hay que permanecer en casa desde ahora.

― Por eso estoy preocupada, JinKi. No hemos salido hace meses para que se vaya así de la nada. ― Suspiró exhausta, no había pegado ojo en toda la noche y, seguramente, gracias a que las ojeras se le notaban más que nunca, se debería de ver un completo asco. ― Pero está bien, si sabes algo de MinHo, por favor, no dudes en decirme.

Claro. Adiós, HeeYeon.

Cortó la llamada y se quedó viendo un punto fijo, pensó que quizás Jimin ya había despertado, por lo cual se levantó a hacer el desayuno.

Era triste como su hijo ya no podía salir de casa, ni siquiera alcanzó a hacer amigos reales. Y por eso, lo único que podía hacer ahora era jugar en el jardín con el único amigo que, lamentablemente, sólo él podía ver.

La castaña estudiaba de sus cuadernos de cuando era más joven para poder enseñarle al pelinegro. Aunque, sinceramente eso no le serviría de nada a Jimin, hace unos días el mundo se fue a la mierda para poder preocuparse ahora de unos estudios. No se podía salir de casa, ¿para qué le serviría estudiar para conseguir un empleo, si ya no hay ninguno?

Cuando terminó de hacer el desayuno, vio por la ventana que da al jardín un enorme charco rojizo. Confundida, salió al patio a investigar que podría ser lo que le llamaba la atención, pero en cuanto salió, un olor repugnante llegó a sus fosas nasales y quiso rápidamente entrar a su hogar.

― ¡Mierda, qué asco! ― Se tapó la nariz y siguió avanzando con un claro disgusto hasta llegar al charco. ― ... ¿Sangre? ― Giró ingenuamente su cabeza a la izquierda. Hm, grave error. Gracias a esta acción logró ver que al final había un cuerpo occiso lleno de sangre seca, mallugaduras y tierra por todo su cuerpo.

Se acercó lentamente con la piel pálida, en cuestión de segundos empezó a correr una gota de sudor fría por su sien por lo que HeeYeon la limpió rápidamente. Estaba temblando demasiado, y eso era tan malditamente notable. Tembló aún más cuando observó que era el cuerpo de su marido el que estaba lleno de gusanos y moscas por toda su anatomía.

― ... ¿Mi-MinHo? ― Cayó de rodillas en frente de lo que quedaba de su esposo y comenzó a llorar desconsoladamente. ― ¡MinHo!

― Jeonggukie, ¿qué sucede? ― Murmuró un somnoliento Jimin cuando su mayor empezó a acomodarse mejor en la cama.

― Parece que nos han pillado, bebé. ― Jeongguk acarició los suaves cabellos del menor. ― Y será mejor que me oculte un momento, ya sabes, nadie puede saber de mí.

― Pero hyung... ― El pelinegro hizo inconscientemente un puchero, tomando la huesuda mano de Jeongguk.

― Ya sabes que hacer, Jiminnie. ― Espetó, desapareciendo para los ojos de los demás, pero para Jimin no era así, ya que éste le seguía viendo. Por algo era su "amigo imaginario".

El recién nombrado bajó las escaleras, haciendo que los llantos de su madre se oyeran más y más fuertes de lo que ya se escuchaban. ― ¿Mami? ― Alzó la voz desde la cocina.

HeeYeon paró de emitir llanto, demostrando su tristeza a través de las lágrimas que lentamente caían por su delicado rostro. ― ¿S-Sí, Mi-Minnie? ― Intentó no tibutear, pero por más que lo intentara, no podía.

― ¿Pasa algo? Dejame ir para allá.

― ¡No! ― HeeYeon se levantó rápidamente y corrió hasta la casa, en otro momento vería que hacer con lo que quedaba de MinHo. Triste era saber que no podría ni hacerle un funeral decente.

Al llegar, cerró con llave todas las puertas de la casa, al igual que con todas las cortinas.

― ¿Mamá?, ¿qué pasa? ― Preguntó el pequeño, haciéndose el confundido. Esos años de teatro debían de servir para algo en lo que le quedaba de vida.

― Tan sólo... Nos quedaremos en casa, nada de salir al jardín. Ni a ningún lugar. Sólo casa. ― Tomó la pequeña y débil mano de su hijo y la acarició con su dedo pulgar.

― ¿Y por qué?, ¿dónde está MinHo?

― Obedece, ¿o es que quieres dejar sola a mami? ― Preguntó viéndole fijamente. ― ¿Quieres morir igual que MinHo? Ellos lo mataron, ¿quieres morir igual?

MR. BUNNY [kookmin]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora