La Propuesta

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Salió de la ducha tras haber dejado escapar las últimas miles de lágrimas del día, secó su cuerpo, peinó su cabello, y se detuvo a mirarse en el espejo, ¿se daba cuenta de lo que había hecho? Claro que sí, y eso carcomería su conciencia durante un buen tiempo. Debía cambiar, necesitaba algo nuevo, algo diferente en su vida, ¿un cambio de vida? Era demasiado. ¿Un cambio de look, entonces? Eso se oía más fácil.

Salió del baño y se dejó caer en el sofá, miró una última vez sus conversaciones con el peli-negro, suspiró y lo borró, había prometido desaparecer de su vida después de todo. Dejó el celular caer sin cuidado, y por eso mismo presionó el ícono de su galería de fotos, le llamó la atención así que comenzó a pasar las fotos.

Una sonriendo, una con caras raras, otra en un beso. Todas las fotos que atesoraban los recuerdos de esa linda mentira, habían pasado por bastantes aventuras debía admitir, pero entonces apareció una foto, en el famoso Monte Ebott, con la diferencia de que el chico que estaba en ella no era Mike, no, claro que no, era él.

Él, estaba tirado sobre el césped totalmente dormido, y ella, encantada por esa imagen le había tomado una foto para atesorarlo.

No pudo evitar sonreír al recordar ese día, y continuó pasando las fotos en las que ahora el esqueleto aparecía. Una foto tras otra, cada recuerdo más divertido y tonto que el anterior, sonrisas nostálgicas que decoraban su rostro, esos días no iban a regresar.

Por más que pareciera masoquismo, ella amaba tener esos recuerdos, los de la relación más hermosa que tuvo alguna vez, ella amaba esos recuerdos hasta que llevaban al final. Las fotos acabaron, pero ella no estaba satisfecha aún, necesitaba más recuerdos.

Se levantó de su lugar y casi corriendo fue a su cuarto, sacó una caja de debajo de su cama y la abrió ignorando el polvo que tenía. Miles de fotos con ese esqueleto eran lo que guardaba esa polvorienta y vieja caja, un tesoro invaluable. Una tras otra las miró, manteniendo esa sonrisa tonta, soltando de vez en cuando alguna risilla recordando alguna anécdota divertida.

Se preguntó entonces, ¿por qué él había hecho eso? ¿En verdad le había sido infiel? Porque si estaba con ella por puro juego, no tenía sentido durar tantos años, ni salir a tantas aventuras, ni compartir tanto.

¿En verdad había sido infiel?

Sus teorías se desvanecieron al encontrar al fondo de la caja la foto más preciada, colocada en un marco dorado con corazones, esa foto que él le había dado en su primer aniversario.

Sin aguantarlo sonrió a la vez que una pequeña lágrima caía por su mejilla, ella en verdad lo amó, y lo seguía haciendo por más que no quisiera.

Su celular comenzó a sonar, y dejando de lado todas las fotos lo tomó.

-¿Hola?

-_-_____, soy Alphys.

-Oh, lo siento, no me fijé en el número, ¿cómo estás?

-B-Bien, quería invitarte a la r-reunión que haré hoy en mi casa...

-Claro que sí, iré, ¿a qué hora?

-P-Pues puedes venir cuando quieras, s-si vienes temprano estaremos solas y s-será mejor para que hablemos...

-¿Hablar sobre qué?

-N-Nada, sólo ven a casa, t-te espero.

-¿Qué? ¡Alph--!- ya había cortado.

Suspiró y se levantó de su lugar, acomodó las fotos y antes de guardar la caja, sacó el cuadro.

(...)

We Don't Talk Anymore //G!Sans X Reader [Lemmon]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora