Mezo al bebé en mis brazos, son las siete de la mañana y no para de llorar, lleva así como diez minutos, seguramente quiera que le cambien el pañal, pero no tenemos, lo único que le compramos ayer fue un biberón y un bote de leche en polvo porque empezó a llorar fuertemente y no pararía hasta que comiera, así que Dylan se resignó a ir. Aun así, hoy tocará comprarle todas las cosas que le puedan hacer falta, y eso significa gastar mucho dinero, los artículos para bebé no son baratos, por supuesto será Dylan el que pague.
Todavía me sorprende que haya aceptado cuidar a SU hijo, bueno, cuidarlo no creo que lo haga mucho, pero al menos se responsabilizará de él, y estoy segura de que eso no le resultará ningún problema, no trabaja y sin embargo tiene dinero suficiente para pagar el alquiler del piso y la universidad. No como yo que trabajo cuatro veces a la semana en un restaurante familiar para poder pagar mis gastos.
Hasta donde sabemos el pequeño se llama Mason y tiene cuatro meses, no se qué se le pasaba a la madre por la cabeza cuando decidió abandonar a su hijo de cuatro meses sin siquiera saber si el pequeño sería aceptado ¿que le hubiera pasado al bebé si yo no llego ha estar ahí? Seguramente Dylan lo habría llevado a la policía, como el imbécil que es. No entiendo cómo podría hacerle eso a su hijo, comprendo que esté preocupado porque su situación no es sencilla y tampoco sabemos si realmente es su hijo -aunque debo decir que tiene los mismos ojos y la misma nariz- pero aún así deshacerse de él no es la solución, y más cuando la madre ha prometido volver por él.
Ni siquiera sé porque me importa, este tema no tiene nada que ver conmigo, y la gente pensará que estoy loca pero en cuanto Mason empezó a llorar cuando su estúpido padre lo rechazó sentí pena por él, solo e indefenso sin nadie ha quién acudir, es solo un bebé, por el amor de Dios. Coloco al pequeño con su cabecita en el hueco de mi cuello y le doy unas palmaditas en la espalda para que deje de llorar, inmediatamente el olor a pañal sucio inunda mis fosas nasales, está claro que necesita un cambio de pañal o no parará de llorar.
– ¡Que se calle ya joder!– grita Dylan desde su habitación y ruedo los ojos; como si no lo estuviera intentando.
Pongo a Mason en la cama improvisada que le hice anoche que consta de un cuadrado de almohadas encima de mi colchón y entro en mi baño para buscar toallitas, las únicas que encuentro son las toallitas desmaquillantes, mejor eso que nada. Ahora busco algo para sustituir el pañal y tras mucho pensar y recurrir a mi imaginación decido coger unas bragitas mías y forrarlas con compresas, un poco cutre pero servirá. Cambio lentamente a Mason, primero le desabrocho el body, le quito el pañal sucio y lo limpio con las toallitas para ponerle el "pañal" casero, y el resultado no es tan malo, pero un tanto extraño y hasta divertido.
– ¿Se puede saber que coño le has puesto al crío?– Dylan nos mira desde la puerta de mi dormitorio apoyado en el marco con los brazos cruzados y totalmente despeinado.
– Lloraba porque tenía sucio el pañal, y como no hay pañales pues he improvisado– digo alzando a Mason y señalándolo con la cabeza.
– ¿Le has puesto tus bragas?– se ríe sutilmente, y cuando me doy cuenta de que está viendo mi ropa interior no puedo evitar sentirme avergonzada.
– Si hubieras comprado pañales ayer entonces no tendríamos este problema– digo abotonándole el body a Mason.
– No los mencionaste–
– Es una necesidad básica, y te recuerdo que tú eres el padre, no yo–
– Al menos se ha callado– dice bruscamente apartándose de la puerta y desapareciendo por el pasillo.
Bufo y observo a Mason que por fin ha dejado de llorar, está mirándome atentamente con sus hermosos ojos azules, es tan lindo, y se parece tanto a Dylan que no me cabe duda de que sea su hijo. Lo cojo en brazos y lo llevo al salón para depositarlo en su porta bebés, ya me he desvelado y dormirme otra vez me es imposible. Entro en la cocina donde Dylan se prepara un café, y como siempre de mis cápsulas, pero lo dejo pasar por alto para no pelear. Cojo una olla del armario inferior, la lleno de agua embotellada y la pongo a fuego lento en la vitro cerámica.
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Quédate a mi lado
Teen FictionOlivia Adams ha sido aceptada en la Universidad de California, así que decide que ya es hora de independizarse y vivir sola, pero sus planes se ven desbaratados cuando tenga que compartir piso con Dylan, un chico insoportable y tremendamente sexy qu...