capítulo uno

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 Llegar tarde a clases no era lo que Isak solía hacer, él siempre había llegado antes de lo pedido y había sido recompensado por eso. Nunca se imaginó que el primer día de clases su alarma no sonaría, pero gracias a su sentido común y costumbre de levantarse temprano, no se le hizo tan tarde.

 También porque estaba corriendo y quedaban unos cinco minutos para que cerraran las puertas del colegio. Pero para que cerraran las puertas de los salones, en sí, unos dos minutos.

 Isak estaba preocupado por no llegar a tiempo, ya que eso era lo que demostraba si era responsable o no, pero él no sabía que esa pequeña inesperada situación podría llegar a ayudarlo a encontrar algo que en el futuro necesitaría más que a la vida propia.

 Para cuando llegó, se tomó unos cortos segundos para tomar aire y recomponerse. Luego levantó la vista y se encaminó hacia la puerta, que para su desgracia estaba cerrada y lamentablemente se había dado cuenta que sí había llegado realmente tarde.

 Suspiró y luego inhaló, tenía que entrar, por lo menos iba a llegar a sentarse en su asiento y quedarse hasta que el horario de clases terminara.

 Tocó la puerta del salón, tres golpes secos en la puerta fueron lo necesario para que la profesora se percatara de su presencia en el exterior del lugar.

— ¡Pasa! —gritó ésta un poco indignada por la falta de responsabilidad. ¿Llegar tarde era ser irresponsable? ¿Se le podía considerar a eso una falta de responsabilidad? ¿Ser un irresponsable por un pequeño error de alarma? ¿Se podía? Probablemente, porque siempre que cometas un error, hasta uno pequeño va a estar mal para alguien, y aunque ellos no tengan que ver con éste, harán lo posible para que te sientas mal contigo mismo y te culpes.

— Perdón la tardanza profesora... —se disculpó Isak, sentía que no podía ser peor. Pero luego, cuando echó una mirada al salón y a las personas que componían su interior logró ver a un lindo chico en uno de los rincones.

— No te disculpes Isak, lo hecho, hecho está. Así que me gustaría que te sentarás con... —la profesora empezó a mirar el salón indecisa, mientras Isak rezaba para que le tocara junto al chico lindo de la esquina—. Con Sana, ve, es por allí.

 Sana llevaba una hijab negra, con un poco de maquillaje en los ojos y luego un conjunto negro. Isak pensó "yo no quiero estar con Sana, yo quiero estar con el chico de la esquina, pero si así se dio es por algo... Supongo".

 Luego de unas horas de clase, la profesora decidió que sería bueno terminar la clase formando grupos de a dos, ya que todos los alumnos habían tenido una buena conducta hacia ella y hacia todos.

— Bueno, para terminar la hora armaremos grupos de a dos —Sana miró atentamente a Isak y suspiró.

— No sé tú, pero no tengo problema si quieres hacerlo conmigo —sentenció ésta. Isak, mientras tanto estaba suspirando por el chico que estaba sentado atrás. Vio que estaba solo, pero de repente empezó a hablar con William, uno de los más egoístas de la clase.

— ¡Isak! —le dijo Sana intentando llamar su atención.

— ¿Qué pasa? —dijo éste despertando de sus pensamientos.

— Te dije que podíamos hacerlo juntos, ¿quieres o no?

— Está bien —dijo él rindiéndose ante todas las posibilidades de hacerlo con ese chico—, ¿de qué lo haremos?

— ¡Profesora! —una voz interrumpió a Isak. No era tan grave, pero tampoco tan aguda como la de un niño pequeño, sino suave, era una voz hermosa y delicada con muchos aspectos y sensaciones que sentías al escucharla. Isak se volteó para ver a quién le pertenecía, y por poco sus ojos se salían del órbita— Quedé solo, ¿qué hago?

— Pues, puedes ir con un grupo, elige tú.

 Isak se dio vuelta sin esperanzas de que ese chico eligiera su grupo. Empezó a intentar quitarse las ilusiones de la cabeza y hablar de qué trataría el trabajo con Sana.

— Creo que podríamos hacer algo de, no lo sé, ¿el cyberbully? —dijo Isak. Una mano lo tocó en la espalda y se dio la vuelta— ¿Si...? —se le cortó la voz, se le paró el corazón y por poco dejaba de respirar al ver que ese chico estaba hablando con él.

— ¿Puedo estar en su grupo? —preguntó el castaño.

— Si tú quieres unirte, no hay ningún problema —aclaró Sana.

— Está bien, soy Even, ¿tú? —dijo poniendo la mano enfrente de Isak para que se la estrechara.

— Isak.

— Un gusto Isak, ahora ¿con qué quieren trabajar? —mientras Sana le explicaba ciertos conceptos y algunas ideas a Even, Isak admiraba al chico que estaba enfrente de él. "¿Even? Es el nombre más lindo que jamás he escuchado" pensó.

 Isak sabía acerca de su atracción hacia el sexo opuesto y estaba orgulloso, él sabía lo que quería. Pero no sabía cómo hacerlo público, aunque eso no era uno de sus mayores deseos, es decir, "salir del closet" eran las palabras más fuertes que había escuchado y la acción más peligrosa y difícil de hacer que habría querido intentar. Pero si él deseaba eso, haría lo que sea para obtenerlo.

Catarsis | evakDonde viven las historias. Descúbrelo ahora