Ha pasado todo un año desde que los pequeños amigos se separaron, no han tenido comunicación alguna y hay alguien que no puede sacar el hecho de su mente.
La abuela de Alheli, que también era conocida como su madre, falleció pocas semanas después de la triste despedida, lo cual aumentó el desasosiego de la pequeña. Se encontraba devastada, había perdido a sus dos respaldos en poco tiempo y todo arribó en ella como una bomba tras otra en la segunda guerra mundial; una destrozó los edificios y la otra terminó el trabajo acabando con los cimientos de su vida.
Sin duda el auge de su vida se encontraba en su último año primario, seguido por la tormenta y el desastre; la pérdida y lejanía de seres tan queridos logró corromper y transformar a la tierna niña que un día jugaba tranquila. Por el lado de Karlo no queda mucho que decir, es un chico dedicado al que mucha falta no le hace su mejor amiga, él siempre ha sido un chico popular rodeado de personas, una más o una menos no le afecta en ningún aspecto; o al menos es eso lo que Alheli piensa.
Por fin podría comunicarse con su mejor amigo, y la emocionaba sí, pero también estaba completamente aterrada de aquello. ¿Y si no la recordaba? Peor ¿Y si sabía quién era, pero no quería hablar con ella? ¿Y si no le respondía? ¿Y si no lograban la conexión que tenían? ¿Y qué si la odia? Nada, ella no hubiera sabido qué hacer, pero estaba decidido. No importaba a qué costo, lo intentaría.
Pero basta de charla, debemos comenzar con lo que pasó, con esta historia y el porqué estamos aquí.
[...]
—Alheli, ¿Ya hablaste con él? —le preguntó Melissa.
—No. —contestó secamente, le dolía la garganta desde días antes.
Melissa era una linda chica, un poco llenita y con pecas, su cabello era un poco más claro que el de su mejor amiga, al igual que sus ojos; tenía un carácter demasiado fuerte, y su humor era muy oscuro, alguien que bien podría tomarse por la chica emo que vivía enojada con el mundo, pero así la quería ella.
—¿Lo harás hoy? —indagó curiosa, muchas veces conseguía largas explicaciones del porqué sí o porqué no.
—Lo intentaré —respondió, cediendo al fin ante su amiga—, no creo que se acuerde de mí, no soy la gran cosa y él es de los populares... —pero la cortó cuando iba a comenzar a renegar.
—¿Tu lo recuerdas? ¿Lo aprecias? ¿Estás segura de que quieres esto? —interrogó obteniendo una afirmación por cada pregunta que hizo—. Pues no pienses más en esas preguntas y hazlo.
—Bueno, igual no perderé nada más que las pocas esperanzas que me quedan de verlo. —gruñó por lo bajo.
Entraron al aula de matemáticas y Alheli puso toda su atención en la ventana, ahí estaban los otros chicos de segundo, seguramente huyendo de la prefecta Magdalena; rió levemente, sí, eso hacían. Divisó que entre aquellos se encontraba un chico de su estatura, delgado y algo reservado —lo sabía desde que asistía con ella al jardín de niños—, otro castaño de ojos cafés con una diferencia, su piel era demasiado clara; de vez en cuando hablaba con él, en clase de guitarra, le parecía muy divertido ver las mejillas pálidas del chico tomar color.
—Bien chicos, tienen el resto de la clase para terminar los ejercicios. —exclamó el profesor Martínez, llamando la atención de todos.
Alheli frunció el ceño, no se había percatado de que estaban explicando algo, aunque relajó sus facciones al ver los ejercicios en la pizarra verde escritos con tiza blanca, factorización. Fue la primera en terminar, así que tuvo que explicarle a algunos antes de poder salir.

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Buscando Conexión...
RomansaKarlo. Alheli. Él hace deporte. Ella lee. Él dibuja. Ella canta. Él es ágil. Ella es inteligente. Él es atento. Ella es torpe. Él es popular. Ella existe. Mejores amigos, buenos recuerdos, apasionados al arte y diferentes entre sí... ¿Te preguntas s...