Al amor...

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Tu y yo nunca fuimos amantes. Nunca.

Aun así, te adoraba con demencia vehemente,

en mi mente, todos los días estabas presente,

deseoso siempre de saberlo todo de ti,

pero tú siempre evasiva; siempre ausente,

nunca imagine que un día te desearía la muerte.


En tu ausencia la esperanza se quedará sin alimento,

la veré morir; deseoso que pronto expulse su último aliento,

ten por seguro que jamás volveré a evocar tu recuerdo,

que al igual que tus cenizas; los esparciré en el viento.


Es mi anhelo tu deceso,

para que calle este latir por ti, tonto e incondicional,

mi corazón no estará conmigo de acuerdo,

bien sabe que sin ti, no tendrá sentido seguir latiendo,

no sabe que yo pretendo —sin ustedes— seguir viviendo.


Tal vez mi deseo te suene inhumano y cruel,

pero has sido mi maestra y yo un alumno aventajado,

y no creo que entiendas la huella que en mí has dejado.

has sido para mí, la puta a la que no le he llegado al precio,

engañado de que el amor a todos llega en algún momento,

aposté todo lo que tenía sin miedo a perderlo,

y heme aquí; sin ti, sin calor, sin alma ni corazón.


Sabes que este sentimiento no es nuevo,

Que crece como la entropía en un sistema,

Como lo hace el espacio y el tiempo en nuestro universo,

Imagina lo que he soportado hasta este momento

temía al vacío interno, a la soledad;

pero más a que fuese eterno.

Me convencí de que estaba bien tenerle tanto miedo,

Que no necesitaba seguir adelante,

Y mi vida giraría entorno a esperarte,

Aun sin tenerte; no aceptaba la idea de perderte,

Y antes que eso sucediera, prefería la muerte.


Todo se ve tan distante mientras despido tu féretro,

Ya no puedo recordar tu rostro bello,

Lloré tu partida con sobrada amargura,

Mientras cubrían la fosa para ti cavada,

Con ésta tierra doliente e infértil,

Te dedicó con respeto una última oración,

Aceptando que fue lo mejor haber desechado al amor.


Y entonces mis pasos siguen adelante su camino,

sin los labios de una amante; ni su mirada de pasión,

sin sus palabras de cariño, o su cuerpo como abrigo,

sin estrellas en el firmamento que me hagan saber;

que no estoy perdido.

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