Sept

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Estaba desesperado.

Se miraba una y otra vez al espejo y en verdad que tenía ganas de partirlo y arrojarse sobre su cama, esconderse bajo las cobijas y no volver a salir jamás de allí.

LuHan tomó el pequeño dango azul y empezó a darle leves golpes contra la pared casi que sangrientamente. Hacía muecas y estiraba sus labios por causa de la frustración. Terminó lanzándose sobre la cama, a un lado de las casi quince mudas de ropa que se había medido en lo corrido de la mañana.

Pero es que nada le quedaba. Al menos nada suficientemente decente como para ir a una cita en la que tenía por seguro querer impresionar, verse mejor de lo que se veía siempre, o nunca antes. No quería presentarse ante su cita con SeHun llevando pantalones en los que sus piernas se vieran embutidas, abrigos que le apretaran los hombros o camisetas que hicieran que su panza se viera redonda, como si acaso estuviera embarazado cuando no, no era así, ni menos.

SeHun había salido en la mañana, para LuHan, horrosamente temprano, pero el chico dijo que no había mayor problema, que con eso le daba todo el tiempo del mundo para que se arreglara; se encontrarían a las 2:30.

También le dijo que no era necesario arreglarse, que podía irse en pijama si quería, que se vería igual de bien, pero LuHan insistió un millón de veces en que no iba a salir pareciendo un pordiosero. Y sipe, al parecer eso era lo único que iba a parecer en menos de tres horas si no encontraba rápido alguna maldita prenda que le quedara bien y al mismo tiempo no pareciera sacada de alguna ganga popular de Guangzhou, en donde terminabas dándote cuenta de que las camisetas venían sin botones, los pantalones tenían dañadas las cremalleras y los teléfonos celulares eran robados.

De forma que LuHan en total desespero no tuvo más opciones sino recurrir a su artillería de batalla más pesada:

Park ChanYeol.

Lo llamó quince minutos más tarde, explicándole la situación: que estaba a punto de colapsar, que no tenía idea de qué más hacer y casi llora diciéndole que no quería verse mal para SeHunnie.

—Creo que no puedo ayudarte —ChanYeol contorsionó su rostro en un rictus al otro lado de la línea.

LuHan se incorporó sobre su cama.

—¡¿Que no puedes?! —cerró sus puños con fuerza.

—Han —ChanYeol resopló—. Sabes que soy pésimo con la imagen, la última vez que te ayudé casi te quedas calvo, ¿no lo recuerdas?

LuHan abrió la boca para hablar pero volvió a cerrarla. Rascó su oreja sin mucho cuidado y volvió a lanzarse a su cama, de espaldas.

—Pero eres la única persona que conozco —susurró casi que agonizando—. Hyung...

—Llamaría a BaekHyun pero hoy está en parciales y me va a matar si su teléfono suena a mitad del examen de JongDae —negó—. Ese sunbae nunca apaga su celular...

LuHan sentía que podría echarse a llorar allí mismo. Oh vamos, ¿cómo era que las chicas lograban arreglarse con cualquier cosa y en menos de una hora? En realidad necesitaba a una chica en su familia sí eso era así.

Fue gracioso, que el pensamiento reflejara una pequeña vela encendida en su cabeza, y LuHan volvió a quedar sobre el suelo de un salto.

—¡Hyung! —gritó de súbito.

—¡Ah! —escuchó a su amigo maldecir por lo bajo y una sonrisa pequeñita se apoderó de él—. Eish... Me hiciste derramar la leche sobre el traje de KyungSoo, ¡me va a matar! —ChanYeol gritó y LuHan alejó la bocina de su oído.

chubby «hunhan»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora