1st Day

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Saeran nos había tendido una trampa. Realmente estaba dispuesto a acabar con nosotros, no importaba lo que Saeyoung le dijese, no iba a entrar en razón. En el fondo me sentía apenada por Saeyoung, confío plenamente en él y se que no está mintiendo, aún no entiendo que pasó con Saeran para que este le odiase tanto. Jamás podré olvidar el momento en el que Saeyoung se sacrificó por mí. Estaba tan nerviosa en ese momento que ni pude ayudarle, me arrepiento tanto...

Una vez me echaron fuera, golpeé numerosas veces la puerta mientras que sentía que algo dentro de mí se rompía, sabía que nadie contestaría mis súplicas pero intentar entrar al edificio era lo único que tenía en mente en ese momento. Cuando conseguí relajarme un rato después, se me ocurrió una obvia idea.

-¡Tengo que contactar con la RFA! -pensé.

Saqué mi móvil lo mas rápido que pude intentando entrar en un chatroom pero para mi asombro no podía entrar. No entendía que estaba ocurriendo, intenté mandar un mensaje a todos los miembros pero este no se enviaba, independientemente de cuantas veces pulsase el botón de "enviar". Entrando cada vez más en pánico intenté llamarles, buscaba su número pero este también había desaparecido de la aplicación, había sido eliminada de RFA. Tenía que ser obra de Saeyoung, no se si para protegerme o por ordenes de su hermano, pero lo que si que sabía es que ya no podría establecer contacto con ninguno de ellos. Me levanté del suelo para volver a la ciudad, esta se encontraba lejos caminando por lo que no me quedó otra opción que tomar un autobús. En el viaje de vuelta empecé a pensar:

-No puedo hablar con nadie, no puedo salvar a Saeyoung, quizás incluso ni lo vuelva a ver nunca más. Me siento atada sin saber que hacer, la única opción que se me ocurría era olvidar todo, olvidar lo que ha ocurrido estos días y volver a mi antigua vida antes de haber entrado en esa aplicación. ¡Si! esa era la única forma de poder vivir tranquila, seguro que en unos días ya no me sentiré tan mal.  

La siguiente parada era la mía, en cuanto bajé del autobús alcé la vista, la cuidad llena de edificios casi impedía ver el cielo azulado de ese día, me había prometido a mi misma cambiar, ser una persona diferente, vivir una vida nueva, volví a mi antiguo apartamento y a buscar alguna forma de ganarme la vida. Así sobreviví tres meses.

Me encontraba de camino a la entrevista, los anteriores trabajos fueron de camarera o dependienta, el trabajo era cómodo pero no pagaban lo suficientemente bien, afortunadamente una empresa había contactado conmigo para la entrevista, era para el puesto de secretaria y parecía estar muy bien pagado. 

El semáforo cambió a un color rojizo por lo que acompañada de otra gente desconocida y que quizás jamás volvería a ver nos detuvimos, ahora era el turno de que los coches circulasen. Mientras, los peatones se distraían con sus móviles o mirando a los coches. Yo formaba parte de ese segundo grupo, últimamente ya casi ni utilizaba el móvil, lo tenía siempre en el bolso, aunque tampoco nadie me llamaba. Sin darme cuenta, el semáforo cambió de color, la multitud empezó a avanzar lentamente mientras era empujada por esta. Una vez en el otro lado me dispuse a seguir mi camino. La entrevista fue como una cualquiera, un trato formal y a pesar de que la empresa era pequeña, tenía un futuro prometedor (Además de que el chico que me entrevistó se comportó muy amable conmigo)

En el camino de vuelta sin querer tomé una ruta diferente, la mayoría de calles eran iguales y esa zona de la cuidad no la conocía por lo que era fácil perderse... O mejor dicho, que yo me perdiese, tampoco había nadie en esas calles para pedir ayuda. Mi única opción era seguir avanzando hasta encontrar algún edificio o tienda que me resultase familiar. No tardé mucho en encontrarlo pero hubiese preferido no volver a ver ese edificio nunca más. Me detuve en seco mirándolo fijamente, agarraba la correa de mi bolso con fuerza debatiendo entre entrar o ignorarlo y seguir por mi camino, para mi mala suerte elegí la primera opción. Avancé con paso firme hasta el interior del edificio, subía en el ascensor hasta la tercera planta para colocarme delante de la puerta del apartamento de Rika. Tecleo la contraseña y agarro el picaporte, tan solo tenía que empujarlo hacia abajo pero una ráfaga de recuerdos invadie mi mente. Era imposible no recordar cuando llegué por primera vez y entré en la RFA, el apoyo de todos los chicos, el día en el que  Saeyoung me salvó y se quedó a vivir conmigo en el apartamento... La bomba. ¡La bomba! ¿Qué podría pasar si abro la puerta y la bomba se activa? Era un peligro que no estaba dispuesta a correr por lo que me alejo de la puerta y bajo de nuevo por el ascensor. No quería volver a acercarme a ese apartamento. 

Una vez en casa estaba acostada en mi cama, a oscuras con la única iluminación de la luz de la pantalla del móvil, dentro de la aplicación de RFA y, como casi todas las noches registraba la galería confirmando que las fotos aún no habían sido borradas. Era imposible no detenerme en las fotos de Saeyoung y mirarlas un buen rato. Mi corazón se estremecía mientras dejaba caer el móvil en el colchón y oculto mi rostro húmedo con la almohada. Lo único que pasa por mi cabeza en este momento era el último recuerdo, el último gesto, la última palabra de Saeyoung antes de perderlo para siempre. Era una ilusa al pensar que podría olvidar a la persona que había conquistado mi corazón, lo extrañaba tanto... Sabía que estaba encerrado en Magenta por mi culpa, quizás si no hubiese entrado en RFA habría tenido una vida más feliz, ahora ni si quiera se si está vivo o muerto. Las lágrimas volvían a caer sobre mis mejillas por la nostalgia e impotencia. En eso mi móvil empezó a vibrar, alzo la vista para ver de que se trataba para encontrar un mensaje. Me lancé lo mas rápido que pude para ver que el remitente era ni más ni menos que Saeyoung  "I ♥ U" era lo que decía el mensaje a lo que no pude evitar volver a llorar y gritar su nombre desesperadamente. Me había rendido, era imposible olvidarme de él ni del resto de la RFA. 

-Saeyoung... ¡Está vivo! -Sentía todo mi cuerpo mas ligero, como si un molesto nudo en mi estómago que tenía durante mucho tiempo ya no molestase tanto. -Te rescataré, lo prometo. Nos volveremos a ver. Será nuestra promesa de reencuentro.

Promesa de reencuentroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora