Camino

39 7 8
                                    

Un paso tras otro. Mis piernas se mueven sin rumbo fijo por el sendero que ya he recorrido miles de veces. Camino sin observar el hermoso bosque que me rodea, en el que tantas veces me he perdido, en el que tanto tiempo he pasado.

Otro paso, y otro, y otro más... Atravieso la maleza sin molestarme por no arañar la seda de mi vestido. Mi cabello negro y enredado cae sobre mi rostro, pero no me importa. Ya nada me importa. Sólo camino hacia ningún lado, acompañada de la silenciosa soledad. 

Lobo...

Me detengo unos segundos, mientras mi corazón se olvida de latir, un recuerdo doloroso, muy doloroso, ocupa mis pensamientos.

Lobo, ¿por qué?... 

¡No! ¡Detente!  

Lobo...

Lágrimas comienzan a caer por mis mejillas. ¿Por qué me torturas mente? ¿Por qué me haces recordar? Camino más decidida, casi corriendo, aún sin saber mi destino. Sólo sé que necesito llegar. 

¡Lobo! ¡¿Donde estás?! ¡¡Lobo!!

Tropiezo con una raíz y caigo mientras mis ojos no pueden parar de derramar lágrimas. ¡Para! ¡No quiero sufrir más!

Lobo... No...

Me levanto como un muerto mientras mi mente me hace recordar todo. Todo.

¡No puede ser!

Sigo caminando, aún inconsciente de mi destino, pero sabiendo que ya me encuentro cerca. Dolorosos recuerdos se clavan en mi subconsciente, haciéndome sangrar de nuevo por dentro.

Lobo, tú también no...

Me abrazo, sujetando los restos de mi desgarrado vestido, intentando no caer. Sigo avanzando, temblando y con las mejillas empapadas.

Lobo, ¡no puedes dejarme sola otra vez!

Siento fuertes sacudidas en mi frágil cuerpo, pero continúo andando, no puedo estar muy lejos.

Lobo, por favor...

Me acerco al lugar al que mis débiles y flacas piernas me han traído. Un hermoso acantilado. Me aproximo al borde y observo el mar bravo y mortal.

Lobo...

Doy un paso, tanteando el vacío. La chiquilla solitaria y llorona ha desaparecido, se ha escondido en el interior de una mujer desolada que tiene muy claro su desdichado destino.

¡Lobo!...

Abro los brazos en cruz y me sumerjo en una caída sin retorno.

Lobo, no han podido quitarte de mi lado tan fácilmente...

Me aproximo al abrumador sonido de las olas contra las afiladas rocas.

Lobo, no puedes haber muerto... ¡revive! ¡¡por favor!!

Lobo, volveremos a caminar juntos por el bosque, sólo espera unos instantes para poder estar unidos durante toda la eternidad.

Una lágrima se me escapa antes de cerrar los ojos y sumergirme en la cálida oscuridad, que me recibe con sus muertos brazos abiertos.

Lobo...

Un paso tras otroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora