Sin Prisas

7.6K 324 14
                                    

BELLA

Miré a mi esposo y por un instante creí que era capaz de leerle la mente. Noté que él sentía justo lo mismo, estaba listo para disfrutar de un poco de paz.

—Deberíamos acostar a Nessie...

—Quizá sea buena idea —convino enseguida—. Estoy convencido de que no ha descansado bien la noche pasada con tanto ronquido.

Sonrió a Jacob, que puso los ojos en blanco y luego bostezó.

—Hace un mogollón de tiempo que no duermo en una cama. Mi viejo estaría encantado de tenerme de nuevo bajo su techo, os apuesto lo que queráis...

Le acaricié la mejilla.

—Gracias, Jacob.

—Estaré cuando lo necesites, Bella, pero eso ya lo sabes. —Se puso en pie, se desperezó y nos besó en la coronilla a Nessie y a mí. Al final, palmeó el hombro de Edward—. Os veo mañana, tíos. Supongo que ahora todo va a ser un muermazo, ¿no?

—Espero que sí, de corazón —contestó Edward.

Nos levantamos en cuanto él se hubo marchado. Fui alterando la posición para no mover a Renesmee. Estaba muy contenta de verla dormir tan profundamente después de que hubiera tenido que soportar tanta presión. Era tiempo de que volviera a ser una niña, protegida y segura durante los pocos años de su infancia.

La perspectiva de paz y seguridad me recordó la existencia de alguien que no había conocido ninguno de esos sentimientos ni un minuto.

—Ah, una cosa, Jasper —comenté mientras nos dirigíamos a la puerta.

Él se hallaba entre Alice y Esme, y no sabía por qué, pero la imagen parecía más hogareña de lo normal.

—¿Sí, Bella?

—Me pica la curiosidad. ¿Por qué J. Jenks se quedó helado de miedo nada más oír tu nombre?

Jasper se rió entre dientes.

—La experiencia me dice que el miedo es un incentivo más fuerte que la expectativa de lucro para que funcionen ciertas relaciones laborales.

Torcí el gesto mientras me prometía en mi fuero interno encargarme yo misma de esa relación laboral a partir de ese momento y ahorrarle a J el ataque al corazón, que debía de estar al caer.

Besamos y abrazamos a todos los miembros de nuestra familia antes de darles las buenas noches. Nahuel volvió a ser la única nota discordante. Nos miró fijamente mientras nos marchábamos, como si deseara seguirnos.

Tras cruzar el río, caminamos cogidos de la mano a un ritmo apenas más veloz que el de los humanos. No había prisa. Me había hartado de estar siempre al límite y ahora quería tomarme mi tiempo. Edward parecía sentir lo mismo.

—Debo reconocer que en este momento Jacob me tiene muy impresionado —me dijo Edward.

—Los lobos ya no causan el mismo impacto, ¿eh?

—No me refería a eso. No ha pensado en todo el día que, de acuerdo con lo expuesto por Nahuel, Nessie habrá alcanzado su plena madurez en sólo seis años y medio.

Consideré el asunto durante cerca de un minuto.

—Ni la ve de ese modo ni tiene prisa por que crezca. Únicamente desea su felicidad.

—Lo sé. Como te he dicho, es impresionante. Me fastidia mucho decirlo, pero a la niña le podría haber ido peor.

Fruncí el ceño.

—No voy a pensar en eso hasta dentro de unos seis años y medio.

Edward se carcajeó y luego suspiró.

—Va a tener competidores por los que preocuparse cuando llegue el momento, por supuesto.

Fruncí más el ceño.

—Lo he notado. Le agradezco a Nahuel su comportamiento de hoy, pero tanta miradita resultaba un poco rara, y me da igual si Nessie es la única semivampira con quien no guarda parentesco.

—Ah, no la miraba a ella, te miraba a ti.

Amanecer - Jacob y RenesmeeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora