Mae es una chica dulce e insegura de sí misma, nada en comparación con Aaron Fox.
Él no es el típico chico mujeriego, él es mucho peor.
Sabe que lo que hace está mal, y de alguna manera quiere cambiar, pero todos los problemas que lleva consigo hace...
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Aún no sé qué diablos estoy haciendo. Mi cabeza da vueltas y mi cuerpo no sigue las débiles órdenes que mi cabeza exige. Sólo sé hacer una única cosa y eso es pedir más y más alcohol.
Cuando recuerdo lo que vi, la furia se desata en mi interior y tengo unas fuertes ganas de romper el vaso de vidrio que tengo en mis manos, con tan sólo aplastarlo y ejercer presión sobre él. Sin embargo, sigo tomando de mi trago como un maldito cobarde.
El bar en la casa de mi mejor amigo es increíble. Probablemente una de las pocas cosas que envidio de él. El bar de mi casa es algo más pequeño, pero tiene la misma variedad de tragos.
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Sinceramente, no sé cuántos vasos tomé, perdí la cuenta en el séptimo, pero tengo la misma botella de Jack Daniels en mis manos, así que no puedo parar de servirme.
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Cuando me la acabo, después de quizá diez vasos más, mi cabeza está fuera de esta fiesta, en algún otro lado.
Veo a una morena con piernas largas coqueteándome, y me dirijo hacia ella, sin ningún otro pensamiento que no sea el de follármela bien duro y perderme.
—Hey, guapo —Canta rozando sus labios con mi oído.
No tengo la necesidad de hablar, sólo tomo su muñeca y me dirijo hacia las escaleras para meterme a algún cuarto cercano y olvidarme de lo que acababa de pasar con mi mejor amigo, y esa chica dueña de mis malditos pensamientos.
