Mae es una chica dulce e insegura de sí misma, nada en comparación con Aaron Fox.
Él no es el típico chico mujeriego, él es mucho peor.
Sabe que lo que hace está mal, y de alguna manera quiere cambiar, pero todos los problemas que lleva consigo hace...
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Saco mi billetera, y de ella, tomo un billete para pagarle a la chica que me acababa de dar este delicioso café.
Salgo de la tienda pensando en cuán bien me va a ir el día de hoy. ¿En dónde estará Zoe?
—¿Me buscabas, cariño? —Zoe aparece por detrás mío y se nota a larga distancia que está de buen humor.
—Sí, ¿qué haces en el colegio tan temprano? —Pregunto mientras guardo mis cuadernos en el bolso de hombro.
—Hoy me trajo Greg —Informa.
—¿Greg? Pero él vive a mil kilometros de nosotras, y tú tienes auto.
—Sí, pero nos amamos. Y nuestro amor es tan profundo que él me va a traer al colegio a partir de ahora. —Sus ojos están cerrados y sonríe.
—¿Lo obligaste, cierto? —Mi amiga asiente, haciendo un pequeño puchero. Luego, se ríe confirmándome que sólo es una broma y empezamos a caminar.
Los pasillos del colegio están casi vacíos pero se van llenando conforme pasa el tiempo. Las típicas botas de mi mejor amiga retumban por estos pasillos y pronto llegamos a la biblioteca.
Sacamos algunos libros para estudiar ciertas materias ya que se van acercando los exámenes parciales y por lo tanto, se va acercando la crisis y desesperación en la mayoría de los estudiantes al no tener fuentes de estudio.
—Pequeña Mae, mira quién está por allá. —Si mi mejor amiga no fuese así, no sé en quién me hubiese convertido.
Más allá de los estantes repletos de libros, hay algunas mesas en donde se puede observar un chico lindo estudiando.
—Se llama Austin, es nuevo, acaba de entrar este año, pero ha sido catalogado uno de los más lindos de la escuela. Además, tiene buenas notas. ¡Es todo un partido! Sería bueno que te acercaras a él, sólo para ver cómo eres capaz de interactuar con las personas.
De repente, soy empujada por mi mejor amiga. Cuando mi cuerpo se posiciona frente al chico llamado Austin, mi rostro palidece, pero sonrío nerviosa.
—¡Hola! —Es gentil de su parte que me salude en vez de preguntarme qué hago junto a él. —¿Todo bien? —Levanta una ceja y luego la baja.
Intento hacer lo mismo pero no me sale y hago un puchero. Él se ríe de mí al darse cuenta de mi intento fallido. Me uno a su risa y nos quedamos viendo el uno al otro cuando éstas cesan.
—Soy Austin. —Se presenta sonriendo de lado.
Austin tiene un par de libros abiertos en la mesa, y unos cuantos cerrados apilados junto a él.
