Parte 1

77 9 0
                                    

El fuerte olor a alcohol y sudor me llevan a recuperar un poco de mi lucidez para pedirle al mozo la cuenta, después de todo estoy en un bar de mala muerte bebiendo hasta olvidarme de una sonrisa, una muy bella y pura sonrisa.

¿Porque estoy embriagándome hasta ver doble?, pues les contare como pase de la mayor de las felicidades al alcohol más fuete que encuentro.

Flashback

Todo en mi vida estaba mal, a mis 14 años comencé a fumar y a mis 16 deje la escuela y comencé a drogarme, mi padre solo era un triste hombre que se emborrachaba y se desquitaba con mi madre, la cual en vez de protegerme como se supone toda madre haría, fue la primera en haberme dicho: desearía que no hubieras nacido, sin ti mi vida pudo haber sido más fácil.

Era lo que repetía mi madre cada noche como si fuera su buenas noches, a mis 18 años me volví un integrante de una pandilla, robaba a ancianas y a borrachos, para costearme la comida y las drogas. Pero un día como cualquier otro vi a un chico alimentar a un gato con unos emparedados, en eso tiempos pensé: quién en su vida es tan idiota como para desperdiciar comida fresca en animales que fácilmente pueden comer de la basura.

Aunque me reí de su idiotez con el tiempo sus visitas al felino aumentaron y como el invierno se acercaba no transitaba mucha gente por mis barrios, después de todo mi barrio era solo un asilo para ladrones, traficantes y putas baratas aunque las mas profesionales.

En esos momentos tenía necesidad, necesitaba el dinero para ropa y comida después de todo nadie en invierno lleva puesto unos jeans rotos y sudaderas ligeras, así que mientras el alimentaba al estúpido gato lo tome por la espalda y cubrí su boca con mi mano mientras puse mi vieja navaja en su cuello.

-Atrévete a gritar y te quitare la vida ahora mismo-le susurre al oído y lo atraje mas al callejón oscuro, debía asegurarme que no escaparía para pedir ayuda, cuando asintió lo solté y apenas se volteo a verme de inmediato lo arrincone entre la sucia pared y mi sucio cuerpo.

-Estas helado-a pesar de estar siendo amenazado por mí y mi navaja ni siquiera mostraba una pisca de miedo, era raro.

-Ten-como si nada me ofreció su bolsa con emparedados y su billetera, la cual era blanca y con un conejo en medio, ridículamente infantil.

-¿Eres tarado o qué?, en un asalto normal se supone que debes intentar escapar, no ofrecer tus cosas-me aleje de él y tome sus pertenencias, y él como si nada se dirigió al gato y comenzó a acariciarle la cabeza.

-Un verdadero delincuente no temblaría cuando amenaza a alguien con una navaja- hablaba monótonamente, como si un robo fuera cosa de todos los días para él, que hasta perdió la emoción.

-¡Es por el frio, mocoso!-pero me avergonzó que se diera cuenta de mi nerviosismo, por lo general solo asalto a borrachos y ancianas lo suficientemente torpes para no darse cuenta de mis manos maestras.

-Y... ¿no vas a correr con una cara de terror, eres raro sabes?-era bastante raro que este mocoso no actuara como el resto, le importa poco su vida o le perdió el sentido.

-No soy raro y seguiré visitando al señor gato-de la nada se paro frente a mí y puso una graciosa cara roja, una imagen ridícula a mi parecer de un debilucho como el intenta parecer amenazador.

-¿Señor gato?, ese gato tuerto es el señor gato, jajaja que nombre más estúpido-me da risa un nombre tan estúpido, me da aun mas pena por ese gato.

-¡No lo es, y esta así por un accidente, no lo llames tuerto!-repentinamente me empujo, aunque retrocedí unos pasos el mocoso tenía fuerza.

-Perdón, pero si tanto le das comida por qué no te lo llevas-ya con mi botín en mano, quería largarme y comprar comida, estoy de un humor terrible por no haber comido nada en 3 días.

Historia de un pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora