-Sí, Agus, tú, Mike y yo.
-¿Quién es Mike?- inquirí, medio confundida.
-Su hermano.
De pronto recordé la conversación que ella había tenido con Agus anoche y que había mencionado a un Mike como su hermano.
-Oh-musité-. Me encantaría-sonreí, amable.
-¡Le diré a Agus para que organicemos todo!-me abrazó de nuevo, dando brinquitos como una niña pequeña.
Así era Valen; dulce, tierna, cariñosa, frágil y entusiasta, era una niña pequeña encerrada en el cuerpo de una persona adulta de veintiún años.
-Oye -musité, cambiando repentinamente de tema-, quiero ir al tan famoso puente de los suspiros, quizá pueda tomar algunas fotografías.
-Il ponte dei suspiri. ¿Y para qué quieres ir allí? No es la gran cosa-dijo-. Más bien deberías ir a la plaza de San Marcos, muchos toman sus fotografías allí.
-Lo sé, pero no quiero algo común. Ya me conoces-me encogí de hombros.
-Bueno, también podrías ir al Palazzo Ducale, le podrías tomar bellas fotos.
-¿Al qué? ¿Valen, te molestaría hablarme en español?
Ella rió.
-Al Palacio del Duque.
-Gracias. ¿Me llevarás al Puente de los suspiros?
Puso los ojos en blanco ante mi insistencia.
-Está bien. Te llevaré mañana.
-Gracias, Valu. Eres la mejor-y fui yo quien empezó el abrazo ahora.
Seguimos caminando por las calles de Venecia, mirando casi todas las tiendas de ropa que allí había. Comimos en un pequeño restaurante y luego llegamos cansadísimas al departamento.
Eran las siete de la tarde con treinta minutos cuando llamaron a la puerta.
-¡Es Agus!- anunció jovialmente Valen y se levantó como rayo dando grandes zancadas hacía la puerta.
Dirigí mi vista hasta allá, desviándola del televisor, anhelante de ver el rostro perfecto.
-¡Amor!- Valen se lanzó a sus brazos en cuanto la figura de su novio fue palpable, y él la recibió cálidamente. La fierecilla se removió incómoda.- Ven, pasa.
Desvié mi mirada de nuevo al televisor queriendo aparentar que no la había despegado de allí.
-Carolina, hola- mi nombre en su voz era tan melodioso y diferente al resto de voces que habían puesto en su sonido mi nombre; lo hacía parecer bello, único.
Me giré para mirarle.
-Hola, Agustín- le sonreí.
-¿Cómo va tu primer día en Venecia?- preguntó.
-Cansado- reí al recordar que había usado el mismo adjetivo cuando él me había preguntado acerca del vuelo.
Creo que él también se acordó, porque rió de la misma manera que yo.
-Ojalá los demás no sean siempre así- comentó y sonrió, luego miró a Valen para entablar conversación con ella.
Entonces yo me giré de nuevo, pero a decir verdad, estaba más pendiente de su conversación que del programa italiano que se proyectaba en la televisión.
-¿Estás nerviosa, cielo?- le preguntó a Valen.
-¿Sobre qué?- inquirió ella, confundida.
-Sobre tu entrevista de trabajo, mañana.
-¿Mañana es siete?- la voz de Valen sonó alarmada- ¡Dios, lo olvidé!
Entonces me giré de nuevo para mirar.
-¿Tienes una entrevista de trabajo?-pregunté, realmente emocionada.
-Sí y... ¡oh!-se quedó en silencio durante unos segundos- ¡Lo siento! ¡Lo siento, lo siento, lo siento!-se acercó a mí- Es que no recordaba lo de la entrevista, perdóname.
Tardé un segundo en comprender por qué me pedía disculpas.
-Oh, Valen, no. No te preocupes, nena-le sonreí-. Iremos otro día a visitar el puente.
-¿No estás enojada?
-¿Yo? Para nada, al contrario. ¿De qué es el trabajo que solicitas?
-Enfermería en el hospital de la Isla de Torcello. ¡Tengo una idea!- dijo de pronto, como si la primer parte no importara demasiado, se giró a mirar a su novio- Amor, ¿podrías tú llevar a Caro a Il ponte dei suspiri?
Los ojos se me abrieron de par en par ante la sorpresa y luego miré el rostro de Agustín, tan bello como el de un ángel. Él también me miraba con sus ojos castaños.
...
Holaa a todos, quería disculparme por tardar tanto en actualizar.
Para recompensar a los poquitos que por ahora siguen esta historia les haré un pequeño maratón.
Sí, que loca un lunes. Pero no había tenido mucho tiempo con mi tesis para meterme en wattpad.
Que lo disfruten, besitoos
-Dianibee
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Manual de lo Prohibido | AGUSLINA
FanfictionÉl, algo muy parecido al príncipe azul de los cuentos de hadas que mi madre me contaba cuando era una niña. Ella, la mejor amiga con la que deseaba toparme desde los seis años, única e incondicional. Decían que era la chica perfecta para él. Yo, sit...