Capítulo 26

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-Rugge es... un gran chico. Pero...

-Tú le gustas-me interrumpió.

-No creo gustarle más que Karol. Y la respuesta es... que quizá me agrade un poco, pero, me quedo como su amiga.

-Eres sincera- esbozó una delicada sonrisita-. Y, quiero conocer a esa chica, Karol. Me hablas de ella y no sé siquiera quien es. Me reí.

-Es la chica del laboratorio de fotografía de los Sevilla. Un día te llevaré.

-¿Prometido?

-Prometido -reí-. Siguiente pregunta.

-¿Qué te contó Mike el otro día?

-¡Tramposo!- negué con la cabeza riendo- No te voy a decir, no seas curioso, Bernasconi-. Me miró y enarcó una ceja-.Perdón, Agustín-.Sonrió -Y no te diré.

-¿Tiene algo que ver conmigo?

-Eemm... contigo, conmigo, con Rugge, con todos- divagué, saliéndome por la tangente-. Última pregunta.

-¿Ya es la última?

-Así es, curioso- asentí.

-Está bien. Bueno, tú conoces a Valentina mejor que nadie, y me conoces bastante también a mí, ¿cierto? -asentí- Bien, ¿crees realmente que Valentina y yo...? No, ya sé, ¿crees que Valentina es lo mejor para mí y yo para ella?

Abrí los ojos de par en par, ¿qué? ¿Ahora dudaba? ¿Y me preguntaba a mí?

-Bueno, mira- balbuceé y me humedecí los labios, repentinamente secos-, no se trata de lo que opine o lo que la gente diga; aunque tú los has oído, dicen que ustedes son la pareja perfecta; pero te repito, los comentarios de la gente no importan, lo que verdaderamente importa es lo que tú y ella sienten. Si la amas, y ella a ti, ¿qué importa lo demás?

Tenía la mirada baja al igual que la cabeza que ligeramente se inclinaba hacia abajo.

-Gracias-musitó.

-Cuando quieras, Agus.

Levantó la mirada de pronto e hizo que me corriera hacía atrás por el repentino movimiento.

-Tengo que irme, discúlpame con Valentina, ¿sí?- se levantó del sofá y caminó hasta la puerta.

-¿Por qué te vas?- inquirí, desorientada, aun sentada sobre el sillón.

-Las preguntas se acabaron -sonrió-. Hasta mañana, Caro- y salió por la puerta.

Dejó la habitación vacía y a mí en ella. Cuando lo capté, pude distinguir también un fiero deseo de mantener su presencia aun allí, conmigo.

Giré sobre mi asiento y miré la rosa sobre la mesa, suspiré.

Salí disparada a mi habitación y rebusqué en el cajón inferior de mi buró aquellas fotos con el rostro de ángel. Me quedé sentada en el suelo de la habitación, recargada en uno de los lados de mi cama, mirando lo que tenía en las manos.

¿Qué era eso que sentía en mi estómago? ¿Por qué el corazón se me aceleraba cuando no debía? ¿Por qué... sentía que Agustín me gustaba? Era sumamente atractivo, sin duda y sensacional, también. Estar a su lado era como no querer que el tiempo avanzara, querer detener las manecillas del reloj y mandarlas en sentido contrario. Su mirada angelical era como la fábrica de luces para Navidad y la sonrisa que miraba en su rostro me llena de algo que me es inexplicable. Él de alguna forma me hace recordar lo que es sentir, saber que una existe en este mundo.

Bernasconi, Agustín, como sea; el nombre es lo de menos, porque ahora me invadía una angustia palpable que me comenzó con cortar mi respiración y hacer que las manos desprendieran sudor frío.

No.

Yo podía fijarme en cualquier chico, cualquiera. Excepto en uno.

Arrojé las fotografías dejándolas desparpajadas por todo el interior del cajón y lo cerré abruptamente. Yo no podía fijarme en Agustín.

-¡Caro!- la voz de Valentina apareció lejos, junto a la puerta de entrada que apenas había cerrado para introducirse al departamento y como impulsada me levanté del piso y salí de mi habitación. Miré a Valentina.

-Hola-musité.

-¿Dónde está Agustín?- preguntó, dejando su bolso Louis Vuitton sobre el sofá.

-Se fue.

-¿Cómo? ¿Vino y se fue?

-Sí-me encogí de hombros-. Me dijo que lo disculpara contigo pero que tenía que irse-tragué saliva escandalosamente.

-¿Estás bien?

-¿Yo? Claro, ¿por qué no he de estarlo?-farfullé, queriendo sonreír.

-Pues, te conozco y pareces nerviosa.

-¿Nerviosa? ¿Yo?-reí- No, para nada.

-Caro-me miró, con esos grandes ojos color chocolate que me acusaban conjeturantes- ay, ¿sabes qué? Olvídalo-manoteó restándole importancia al asunto-, vengo muy cansada hoy-bostezó y luego miró hacía la mesita de centro-. ¿Y esa rosa?

Abrí los ojos como platos.

-Eh... emm...-tartamudeé.

-¿Te la dio Ruggero?-especuló con el rostro ansioso.

-Agustín-solté.

-¿Te la dio Agustín?- su ceño se frunció, y la voz se le bañó radicalmente de un matiz de confusión.

...

Oh oh! Vamos Caro piensa rápido!!


¿Cómo están hoy? Les traje un nuevo capítulo, cumpliendo con el maratón. Disfrútenlo mucho, así conocieron un poco más a Agus y Caro.

Recomiendenme historiaas, me encanta leer...

Otra cosita, ¿les parece hacer un cambio de portada o les gusta la que está? ¿Alguien sabe hacer portadas lindas?

Vuelvo pronto, un abrazo enorme.

-Diana

Manual de lo Prohibido | AGUSLINADonde viven las historias. Descúbrelo ahora