III

882 63 8
                                    

Matt regresó al día siguiente. Me describió con lujo de detalles su estadía en la cama de la muchacha del vestido azul y, más que sentirme asqueada, me sentí afortunada de tener su confianza. Cochina confianza. ¿Debía contarle sobre mi noche? No. No iba a describir como un diamante lo que en realidad podría ser solo un cuarzo, o una piedra.

-Y, ¿cuándo vuelven a tocar? -le pregunté.

-Nuestra última presentación será el viernes que sigue.

-¿ÚLTIMA PRESENTACIÓN?

-Sí, la última antes de irnos de gira. Si te comenté sobre eso, ¿cierto?

-Ah claro

Aproveché la ocasión para preguntarle sobre sus amigos.

-¿Cuándo decidieron formar la banda?

-Fueron Alex y Jamie los que la iniciaron, me propusieron unirme y acepté. Igual Nick.

-¿Cómo los conociste?

-Ehm, ¿fue en el colegio? Si, allí fue.

-¿Qué tal Jamie? -rogué porque no notara mis intenciones.

-Es un buen amigo, lo considero un hermano. Claro que tenemos nuestras diferencias -bostezó- pero conozco tanto sus defectos como sus virtudes. Él me enseñó a preparar un porro, ¿acaso no es eso lo que hace un hermano por otro?, muchas cosas que sé las he aprendido de él.

-Demasiada información.

Matt me habló sobre su amistad con Jamie (y su posible afición al cannabis), pero no me dijo nada que me fuera útil. Esperaba con ansias el día en que pudiéramos sentarnos a hablar de cosas personales. Necesitaba conocer a Jamie.

Los días fueron pasando con calma y yo volvía a hacer las cosas que hacía antes de codearme con veinteañeros cuya única finalidad era estar borrachos antes de que cerraran el bar. Cosas como fumar un cigarrillo antes de almorzar, o fantasear con una vida que nunca tendré. Mi vicio a la nicotina no era más fuerte que mi vicio a las historias de amores trágicos. ¿Era la muerte la mayor prueba de amor que podía colocarte el destino? Anhelar un amor que termine con la muerte puede sonar egoísta, pero yo estaba dispuesta a dar mi aliento a cambio de un amor así... mi trágico amante, si quería, podía rehacer su vida. Visto así, no es algo egoísta, de hecho lo considero poético.

Pensé que no vería a los muchachos antes del concierto, pero surgió la ocasión: varios amigos de Matt se reunirían a ver un partido de fútbol. Y admito que nunca estuve tan emocionada de ver uno. Esa noche había por lo menos 40 personas en mi casa, personas que no había visto antes en mi vida. Esa era mi oportunidad de hablar con Jamie a solas.

-Te invito a tomar unas cervezas en mi cuarto -le dije a Jamie en cuanto empezaron a hacer las apuestas sobre quién ganaría el juego.

-Vale

Entramos a mi habitación y me senté en la cama esperando a que él me imitara, pero se quedó unos segundos viendo el lugar.

-Es bastante... madura -dijo.

En realidad era una habitación como cualquier otra. Paredes blancas, una cama, un escritorio. Nada resaltante.

-¿Qué esperabas? ¿Paredes rosas y una cuna? ¿O un letrero que dijera Aquí duerme la hermanita pequeña de Matt? -bromeé, aunque si me interesaba su respuesta.

-No esperaba una cuna, pero si debes conseguir ese letrero.

Dejó la cerveza sobre el escritorio y se sentó al lado mío.

-¿Le has dicho algo a Matt? -me preguntó

-No, ni siquiera sé que significó ese beso para ti

En ese momento esperaba que me dijera ''después de besarte, entendí que el único cielo que existe son tus labios y el único infierno es cuando no los puedo besar'' o algo así. Pero solo me miró en silencio mientras que mis ojos lo miraban suplicantes. Por favor di algo Jamie, ninguna cosa que digas me puede herir más de lo que lo hace tu silencio.

-Me preocupa Matt -dijo finalmente.

¿Matt? ¿A quién coño le importa Matt en estos momentos? No era Matt a quién había besado. No era Matt el que tenía la cabeza llena de ilusiones.

-¿Puedes olvidar por un segundo que soy su hermana? O mejor aún, olvidarte de que Matt existe. Tengo 18 años y tú casi-20, creo que tenemos suficiente conciencia como para decidir qué debemos hacer.

-Él no va a aceptar que salgamos juntos

-Pero yo si acepto salir contigo, ¿qué es lo que aceptas tú?

Golpearon la puerta, y ambos (literalmente) brincamos fuera de la cama.

-¿Meg? Oye, necesito los discos que te presté el otro día -era Matt

-En seguida te abro, dame un segundo -grité mientras le señalaba a Jamie que se escondiera en el armario. Abrí la puerta.

-¿Por qué no sales? Algunos amigos trajeron a sus novias, podrías hablar con ellas sobre, ya sabes, cosas de mujeres.

-No me siento muy bien, quizás más tarde

Matt se dirigió a donde estaban los discos y se detuvo al ver la cerveza que estaba sobre el escritorio.

-¿Ahora tomas de a dos? -preguntó y me di cuenta de que yo tenía otra cerveza en mi mano.

-Alguno de tus amigos dejo esa cerveza en el baño y la agarré porque si mamá encontraba eso allí se iba a armar una grande -improvisé.

-Borracho no es gente, ¿no crees? -bromeó al mismo tiempo que cogía la cerveza- Gracias Meg, yo me hago cargo de esto.

Jamie salió del armario en lo que mi hermano se fue.

-Me debes una cerveza -dijo

-Y tú me debes una respuesta

-¿Cómo sabes que esto va a funcionar?

-No sé si va a funcionar, pero quiero intentarlo. Es más lo que podemos ganar que lo que podemos perder -respondí

-Respóndeme algo, ¿por qué tenías que ser la hermana de Matt? -dijo antes de besarme.

''¡Ah, Romeo, Romeo! ¿Por qué eres Romeo? Niega a tu padre y rechaza tu nombre o, si no, júrame tu amor y ya nunca seré una Capuleto'' ahora entendía esa frase de Julieta. Entendía la desesperación de sentir que el destino te había hecho una mala jugada.

Jamie, júrame tu amor y ya nunca seré la hermana de Matt, aunque sería más creíble que tú dejaras de ser su amigo.

Adolescencia FluorescenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora