Al salir de trabajar fui a paso rápido al restaurante en el que casi siempre quedaba con Alice. Quedaba a unas calles de mi trabajo, así que no sería necesario usar el coche.
Mientras caminaba mirando al suelo, como si fuese interesante, un repentino golpe provocó que aterrizara de lleno contra el suelo, lo que creo un corto, pero aun así doloroso dolor en mi querido trasero. Alcé la vista aún desde el suelo para ver que o quien había sido el culpable de mi caída.
En cuanto me dispuse a quejarme, me fijé detenidamente en aquel chico.
Joven, alto, guapo... Resumiendo; un pivón.
- ¿Quieres ayuda? - Preguntó tendiéndome su mano. Asentí y la agarré, quedando demasiado juntos. De cerca era mucho más guapo.
- Perdón, yo... - Hablé con un poco de vergüenza. Seguro que en estos momentos mi cara está como un tomate.
- No importa, fue mi culpa, nunca miro por donde voy - Dijo esbozando una sonrisa que me dejó ver una hilera de dientes perfectamente rectos y blancos.
- No... Si yo siempre voy mirando al suelo. Perdón - Me sonrió y continuó con esa corta conversación entre dos desconocidos.
- Soy Christian.
- Daniela - Dije esbozando una sonrisa.
Nos quedamos enbelesados mirándonos. Como dos tontos. Pero el mundo real volvió a mí.
Eché un vistazo al reloj de mi muñeca izquierda y empecé a correr como una loca. Llegaba 15 minutos tarde y Alice odia que llegue tarde.
Dejé al chico desconcertado, ya que mi simple "Un placer por conocerte. Adiós" se quedó en el aire.
*******
- ¡Ya era hora! - Exclamó mi amiga cuando me senté a su lado.
- Ya, ya. Por si acaso: mil perdones. No me eches la charla de siempre de ser puntual - Alice suspiró y ojeó el menú.
- Y, ¿qué escusa tienes esta vez, Anderson? - Preguntó sin despegar la vista del papel plastifcado que sostenía en sus manos y llamándome por su apellido.
- Pues, que salí un poco tarde del trabajo y choqué con un chico.
- ¿Chico? - Preguntó con un tono de voz entre curioso y pícaro.
- Sí, chico. Existen, ¿sabes? Son los que tienen pene y eso - Dije sarcástica.
- Ya, ya. Se mejor que tú lo que es un hombre. Pero en serio, ¿cómo era? ¿tienes su número? ¿su nombre? ¿con novia? ¿su Twitter? ¿su Instagram?- Ignoré su primer comentario y me dispuse a responder con monosílabos a su invasión de preguntas.
- Guapo. No. Christian. No sé. No y no.
- Que sosa. Podrías haber preguntado más - Rodé los ojos.
- Y bueno... Christian, ¿no? Como Christian Grey, eh. ¿Le gustarán las mismas cosas a tú Christian que al del libro? Pero la cuestión es: ¿te gustan a ti? - Como se puede comprobar. Mi amiga es la persona mas tonta del mundo, pero aún así la quiero. Pero ni yo misma se por qué.
- O vamos, no me vengas con bobadas. Y, primero, que se llame Christian no tiene nada que ver. Segundo, no es "mi" Christian. Tercero, dudo que le gusten esas cosas. O eso imagino. Y cuarto, no, no me gustan esas cosas y lo sabes - Mi amiga estalló en carcajadas. ¿Tan gracioso era? Por esto digo que está tonta.
- ¿Qué? ¿Qué es tan gracioso? - Pregunté.
- Tú. Es que te pones muy seria y como si te molestara a pesar de que no le conoces - Dijo sonriente. Sabía perfectamente que lo único que ella quería era molestarme un rato. Pero simplemente: no hay ganas de enfadarse.
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Mi sexy y odioso compañero de piso.
Romance¿Qué me dices si conoces a un chico guapísimo pero engreído, con el que tienes que vivir por problemas económicos? ¿Y si te hace la vida imposible? Bueno, pues aquí mi historia, yo, Daniela Anderson, condenada a vivir con el hombre que me complica l...