Capítulo 1

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DESPERTAR

Kiryl se despertó. Poco a poco la conciencia abriéndose paso en su brumosa memoria. Dónde estoy? Por qué hay tanta luz? La habitación parecía resplandecer, mantuvo los ojos cerrados mientras tomaba conciencia de como el dolor en su cuerpo era ensordecido por el dolor palpitante de su cabeza. Qué está pasando? Poco a poco abrió sus ojos acostumbrándose a la luz. Al contrario de lo que parecía, no habían luces encendidas, era el sol. Una gran ventana con suaves cortinas azules, dejaba entrar la luz del sol. Cuando por fin su vista se adaptó, miró a su alrededor, no reconocía la habitación. Estaba en una cama grande, sentía el peso de varias mantas encima de su cuerpo. Se movió lentamente, tratando de que su cabeza no explotara, se sentía torpe, mareado, al tratar de incorporarse todo se nubló a su alrededor, y cayó sobre el mullido colchón. Sudor frío cubría su frente. Se estaba asustando, el pánico escalando por su espina dorsal, su respiración se aceleró y el conocido dolor en su pecho apareció afilado, frío, cortando el paso del tan preciado oxigeno a sus pulmones. Inconscientemente llevó su mano al pecho y frotó, como queriendo calentar el músculo, calmar el dolor, una crisis cardíaca no sería buena en este momento, o nunca.

Miró de nuevo a su alrededor, tratando de comprender, tratando de recordar. La habitación era amplia y austera. Paredes blancas, la gran y luminosa ventana con la cortina azul, una cama grande, una mesita de noche, un armario, un sillón viejo, dos puertas. Una supuso sería el baño, y la otra le llevaría a dónde fuera que estuviera. De nuevo trató de levantarse y de nuevo todo se tambaleó a su alrededor. Kiryl, apretó las mantas en sus puños tratando de mantener el equilibrio y esta vez, consiguió sacar las piernas de debajo de las mantas, notó el frío que hacía, la ventana estaba cerrada pero el ambiente era realmente frío. Se incorporó y el mundo se oscureció por un momento, Kiryl cayó al suelo golpeándose la cabeza con la mesita de noche. Aun se frotaba la cabeza adolorida con la mano, cuando escuchó pasos acercándose. Miró a la puerta,su corazón de nuevo empezó a latir demasiado rápido. Intentó levantarse del suelo pero sus piernas no parecían cooperar. La puerta se abrió y Kiryl se encogió en el suelo. Un hombre. Un hombre imposiblemente grande, con el pelo negro largo, recogido en un moño, algunos mechones habían escapado y enmarcaban su cara angular, y sus ojos...sus ojos eran grises como la tormenta, y lo miraban fijamente.

-Vaya, así que te has despertado?- Una voz arenosa llenó la habitación y Kiryl se preguntó dónde la había escuchado antes. El hombre se acercó, se agachó a su lado pasó su brazo por la cintura de Kiryl, y se levantó llevándolo con él, como si no pesase nada. Aunque así, se sentía junto a esa montaña de hombre, Kiryl nunca fue grande, el fue un bebé prematuro y al nacer con un corazón débil nunca acabó de desarrollarse. La diferencia entre los dos era abrumadora.

-No deberías levantarte de la cama, aún estás mareado. Tranquilo, pasará, es el efecto de las drogas, aún están en tu sistema.

-Drogas?- su voz sonó débil, como un susurro, no estaba seguro si el hombre lo habría oído, hasta que lo vio sonreír.

-Aún no recuerdas nada, verdad?-Kiryl negó con su cabeza, pero de nuevo esa sensación de miedo aceleró su respiración.

-Está bien ya lo harás y ya que estás levantado aprovecharemos para cambiar las sábanas. Por el olor parece que te lo hiciste encima. - Esos ojos grises le miraron, su expresión parecía divertida aunque sonó como un regaño, Kiryl se sonrojó y frunció el ceño, él se lo había hecho encima? Ciertamente notó el olor agrio de la orina en la habitación y se sintió sucio. Tomó consciencia de su cuerpo por primera vez y vio que llevaba puesto un enorme pijama de franela, que no reconoció.

-Dónde estoy?- De nuevo las palabras salieron en un susurro. El hombre lo dirigió hacia el sillón y lo dejó sentado, mientras él sacaba las mantas y las sábanas. Fue al armario y sacó un nuevo juego de sábanas para cambiar la cama. Trabajó en silencio, dándole la espalda a Kiryl.

-Dónde estoy? - Repitió de nuevo, esta vez trató de darle más fuerza a su voz, y al hacerlo un destello de dolor explotó en su cabeza, gimió y se llevó una mano a la cabeza, dónde se había golpeado al tratar de levantarse. El hombre acabó de hacer la cama y lo miró. Kiryl lo vio acercarse y su pulso se aceleró una vez más. Todo está bien, tranquilo, respira. Todo está bien, tranquilo, respira..... Kiryl recitó mentalmente su mantra para calmarse, mientras tomaba respiraciones largas. Vio cómo el hombre lo miró, algo parecido a preocupación ensombreció sus ojos.

-Estás bien? Te duele el pecho?

-No, está bien... quién eres?- El hombre lo miró fijamente un momento más y relajó sus facciones.

-Te golpeaste la cabeza?- Le preguntó y la sombra de sonrisa asomó en sus labios. -Déjame ver. -El hombre retiró la mano de Kiryl y tocó el lugar donde parecía haberse hecho daño.- Bueno, tendrás un lindo chichón. Como va el dolor de cabeza?

-Duele. - La verdad es que al estar sentado el dolor le había dado un respiro, pero el mareo era persistente. - Dijiste que había tomado drogas? Yo no hago eso. Y no sé quién eres ni donde estoy...- Kiryl se calló de golpe al escuchar un fuerte suspiro del hombre que se cernía encima de él, apoyado los codos en el reposabrazos del sillón. Lo miraba con algo parecido al disgusto y Kiryl conocía bien esa mirada, la había recibido la mayor parte de su vida, y viniendo de este hombre no le gustó nada.

-No, tu no las tomaste. Yo te las di. No me recuerdas, y esto sería más fácil si lo hicieras. - El hombre notó como el pequeño se encogía en el sillón y un leve temblor se instaló en su cuerpo. Él sabía que su envergadura intimidaría a cualquiera, era un hombre grande. Realmente no quería que el pequeño hombre se asustase mucho, aún tenía que aprender hasta dónde podía presionar, ese problema de corazón iba a ser un fastidio. Desde luego el pequeño no era su mejor opción, pero así son estas cosas, no siempre se puede controlar todo. La cuestión era, que el pequeño estaba aquí y él iba a cuidar de él. No quería que tuviese una crisis cardíaca, pero debía infundir el temor justo para que el pequeño hombre supiese quién estaba a cargo.

- Haremos una cosa, yo responderé a todas tus preguntas, cuando recuerdes dónde nos conocimos, de acuerdo?- Habló en voz baja, lo miró un momento más y se apartó cuando le vio asentir con la cabeza. - Bien, ahora deberías cambiarte de ropa, quieres darte un baño?





NA: Este es mi segundo proyecto, espero que guste, te invito a comentar, las críticas constructivas son bienvenidas. A todos los que se paren a leer esta historia.... GRACIAS!!

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