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—Tienes... Que sacarlo... Da igual lo que me pase a mí... Me lo merezco... Pero salva al bebé... — Murmuraba una adolorida Lori, la cual había entrado en parto justo en el peor momento; cuando huían de una horda de caminantes que había entrado al caer una de las verjas.

Maggie no sabía qué hacer. El bebé estaba volteado, y si no hacía una cesárea rápido, moriría. Pero, los deseos de la madre siempre deben ser respetados... Así que, con todo el dolor del mundo, empezó a cortar el vientre de la mujer poco a poco, escuchando sus desgarradores gritos de dolor.

Lo que las mujeres no sabían, es que Carl lo veía todo, escondido tras una esquina que daba a uno de los pasillos de la prisión... Por lo que protegía el lugar al quedarse allí.

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—¡Glenn! ¡Ve por ese lado, yo iré por el contrario! — Ordenaba Rick, disparando a la mayor cantidad de caminantes posibles.

Glenn corrió hacia donde el de rulos le señaló, y siguió matando caminantes, tratando de usar el cuchillo siempre que fuera posible.

Por otra parte, una mujer canosa corría bosque a través, huyendo de un grupo bastante numeroso de zombies, que la perseguían. Eran demasiados para ella, así que la única opción que se le ocurrió fue correr hasta perderlos de vista, pero parecía que no se daban por vencidos.

Pero, la salvación apareció frente a sus ojos.

Una cabaña bastante grande, con una valla de alambres alrededor y hecha para que sólo pudiesen pasar humanos, no caminantes.

Saltó la valla y entró sin llamar, desesperada. Cerró tras ella, colocando una tabla que parecía hacer las veces de seguro, y se dejó caer al suelo, jadeando.

La verdad es que no sabía ni cómo volver a la prisión, pero rezaba porque encontrara la manera de volver sobre sus pasos.

Suspiró cuando hubo calmado su agitada respiración, y miró a su alrededor. La casa estaba limpia, demasiado quizás.

Miró las escaleras que conducían a la segunda planta y puso una mano sobre su cuchillo, atenta a cualquier cosa que pudiera salirle al paso cuando llegara arriba.

Investigó en las habitaciones... Y cuando llegó a la última puerta, cerrada, apretó el agarre sobre el cuchillo, mordiéndose el labio.

A la cuenta se tres, abrió la puerta de una patada... Y se paralizó.

Tenía los ojos abiertos como platos al ver a Daryl con el estómago hinchado, cargando dos recién nacidos... Que lloraban por el susto que les habían dado por el golpe de la puerta.

—Canitas, ¿qué forma es esa de entrar en una habitación? — Dijo Daryl, sonriendo por ver a la mujer igual que siempre. Se alegraba de que siguiera viva. Mientras hablaba mecía a sus bebés, calmándolos con unos cuantos susurros.

וLOST ON YOU•× - [[Rickyl]] - M-pregDonde viven las historias. Descúbrelo ahora