En el sofá.

46 1 0
                                    

Estás tumbado, con la cabeza apoyada en mis piernas. Estamos viendo una película, pero siendo sincera, me aburro bastante. Tú pareces entretenido, así que paso mis manos por tu pelo, pero sin llegar a hacerte daño, al contrario, te gusta.

Sigo acariciándote con mis uñas un rato más, enredando mis dedos en tu pelo haciendo de vez en cuando algo de fuerza pero sin pasarme. Eso hace que te gires a mirarme. Lentamente se te forma un sonrisa ladeada, provocando que yo también lo haga. Con algo de miedo y timidez por si te apartas, me voy acercando lentamente a tu boca. Al darte cuenta de mis intenciones entrecierras los ojos, te levantas para que no sea yo la que tenga que inclinarse hasta esa postura tan incómoda. Pero no te beso los labios directamente, sino que dejo un casto beso en la comisura de estos, y los rozo con los tuyos.

Un gruñido sale del fondo de tu garganta, provocándome una carcajada. Sin yo esperármelo, te incorporas de entre mis piernas para besarme, pero en vez de eso lo que haces es rozar nuestros labios. Me tienes a tu merced, mi corazón palpita cada vez más fuerte esperando que juntes nuestros labios y calmes los picores que estos sienten, esperando que revoluciones las mariposas de mi estómago. Sabes perfectamente los sentimientos que provocas en mí cada vez que empezamos con el juego.

Tú tampoco puedes aguantar las ganas, sé que sientes lo mismo, así que juntas nuestros labios con violencia, provocando que nuestros dientes  choquen. Rozas tu lengua por mi labio inferior y sin tener que demorarme mucho tiempo, dejas que tu lengua encuentre a su amiga con pasión.

Rápidamente cambiamos de posición. Ahora me encuentro recostada en el sofá, contigo entre mis piernas. Has dejado de besarme los labios para repartir besos por mi clavícula hasta llegar a mi cuello, esa parte tan sensible para mí. Al principio es sólo un beso inocente que va subiendo de tono, pasas de besarme a lamerlo, a hacer un lento recorrido con la lengua, provocando que una corriente eléctrica me recorra la columna. Inconscientemente rozo nuestras partes íntimas, buscando algo de fricción y alivio al calor que empiezo a sentir en esa zona tan sensible. Al rozar nuestras partes, me muerdes allí donde tu lengua me hacía cosquillas.

Mis manos se encontraban en tu cuello, pero estas decidieron tener vida propia y empezaron a recorrer todo tu dorso por encima de tu camiseta. En un momento de desesperación, mientras vuelves a rozar nuestras partes me besas, pero esta vez con mucha más violencia. Tus manos se posan en el borde de mi camiseta, más bien la camiseta que me dejas cada vez que voy a dormir a tu casa. Al mismo tiempo te quito yo la tuya, pero con la diferencia de que yo ya me encontraba en ropa interior y tú no.

Sigues repartiendo besos hasta llegar a la cobertura de mis pechos, que están adornados con un sujetador negro de encaje, esos que a ti tanto te gustan. Mis pechos no son muy grandes, es algo de lo que me acomplejo un poco, pero por lo visto a ti te da igual. Te detienes en medio de estos, pasas tu lengua, dándole atención a cada uno de ellos, provocando que mis pezones se endurezcan con el tacto de tu humeante lengua y con el roce de tus dientes sobre ellos.

Intentando resistir un gemido pero con poco éxito, voy pasando lentamente mis manos por tu abdomen hasta llegar al borde de tus pantalones. Sin pesarmelo dos veces te los quito, donde puedo observar que estas muy excitado y que lleves boxers negros no ayuda a mi imaginación. Una vez fuera, vuelves a tumbarme en el sofá de nuevo. Vas bajando tus besos por mi abdomen pero no te demoras demasiado, sino que sigues bajando hasta el sur...

Estás cerca de mi zona íntima, cubierta por un tanga negro. Mordiste mi muslo interno, para acercarte lentamente, pasas la lengua por encima de mi ropa interior, haciéndome enloquecer.

Ya cansada de tantos juegos,  de una manera despareda, hago que te levantes de encima de mí para poder desnudarte completamente. De una manera brusca te siento en el sofá y yo me coloco encima. Muy lentamente voy encajando nuestros cuerpos...

Mis mil fantasías.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora