Capítulo 1: Compañero de habitación y la oficina de Bonners.

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Llevo años viendo estas paredes blancas con líneas grises, pasillos largos y personas con batas blancas, con sus estetoscopios colgados en sus cuellos y sus bolsillos llenos de bolígrafos y libretas. Años viendo pacientes recuperándose, pacientes que no lo logran y pacientes yéndose con sus altas en mano y una gran sonrisa en sus rostros. Llevo años amándolo y teniendo la fuerza que siempre me dio y aún su recuerdo me da fuerzas para seguir.

~Narra Evan Aubriot~

Primer día de otoño. 21 de marzo de 2020.

Hoy es el día en que las hojas comenzaran a caer.
¿Debería pedir un permiso para salir al patio? Si le pido a Matt ese favor quizás lo haga... ¿Pero Bonners lo aceptaría? Estas ultimas semanas no quizo que salga, pero si me quedo unos días más aquí, sin salir al patio, creo que moriré de tristeza y no de la hipertensión ¿Quién resiste estar veinticuatro horas, siete días a la semana en estas cuatro paredes? Yo no.
Hoy traerán un compañero de habitación para mí, ya van meses que nadie que no sean doctores o enfermeras entran, varios meses que se fue mi anterior compañero. Sí...no fue muy linda la manera en la que se fue. Ese chico sufrió mucho, me dolió ver a un chico de mi edad luchando por respirar mientras, enfermeros y doctores a mi lado, estaban desesperados por revivirlo, pero no funcionó. Aquel ruido agudo que suena cuando el corazón ya no quiere funcionar, cuando dice basta y no resiste más, sonó unos dos minutos después de que empezaran a asistirlo. Antes de empezar a asistirlo me sacaron afuera de la habitación, supongo no querían que viera eso, pero se escuchaba, se veía y se sentía de todas formas.
Era un buen chico, con un futuro asegurado y una vida excelente, pero cuando entras aquí nada de eso vale, mejor dicho, todo te vale una mierda. Cuando entras aquí lo único que quieres hacer es salir, no te importa si tienes futuro asegurado, si tienes la mejor vida del mundo o si tienes a tu familia esperándote con los brazos abiertos. Sólo quieres irte y estar bien...como lo estabas antes de venir aquí.

Aquí está aquel compañero nuevo.

-Evan, él es Dominick, ya te hablé de él ¿Verdad? -dijo Bonners entrando con un chico que se paró de la silla de ruedas y se recostó en la cama a mi izquierda -. Estará aquí por exámenes, aún no sabemos cuánto tiempo.

- ¿Aún no?-dijo él mirando a Bonners.

-Lo siento Dominick, te avisaremos en el transcurso del día.

-Hola, un gusto-saludé al chico con una inmensa sonrisa. No fue una muy buena primera impresión ya que él me miró con mala cara. Entiendo que no es fácil entrar por primera vez aquí, pero yo no tengo la culpa de eso.

-Hola-dijo corriendo la vista.

-En fin, los dejo solos. Evan, Matthew vendrá por ti a eso de las diez. Ya tendré los resultados para ese entonces-dijo el doctor mientras agarraba la silla de ruedas y se disponía a salir de la habitación.

-Espere, necesito pedirle algo...

-Si es lo que pienso, ya sabes cuál es mi respuesta. Debo darte los resultados hoy y veremos si necesitas hacer algo más, no tienes tiempo de salir.

- ¡Por favor! Hace una semana que vengo pidiéndole esto, ya no resisto el aire enfermo que hay aquí. Siempre hago todo lo que me pide ¿Y no puede ayudarme en esto? -ahora debo hacer la carita...¡Sí, la carita! Esto no puede fallar.

A Bonners le cambió la expresión al ver mi bella cara triste con ojos llenos de falsas lágrimas. Vamos a ver qué dice. Debe ser un sí, siempre funciona.

- ¡Bien! Veremos los resultados, y si no necesitas hacer ningún examen más por hoy, te doy el permiso para mañana durante todo el día ¡Y ES LA ÚLTIMA VEZ QUE HACES ESA CARA!-es un arma infalible...

Aquella Maravillosa Canción. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora