Ian Navarrine

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Lo único que se escuchaba eran aplausos y elogios, pero John no estaba para escucharlos. Su mente viajaba por los lugares más recónditos, allí donde se guardan los recuerdos que no quieren ser recordados pero tampoco olvidados; los que duelen. Y allí la encontró a ella, tan delicada como las teclas de un piano, tan alegre como un Do, tan triste como un Re menor. Y ahí estaba ella, besándolo, abrázandolo, haciéndole el amor. Estaba peleando, llorando, riendo. Siendo ella. Siendo perfecta. Allí mismo se encontraba, calma, furiosa, viva. Ella estaba viva... Pero no. Sólo era un Do, solo era un Re menor. No estaba tocando al amor de su vida, estaba tocando las teclas del piano; no estaba feliz con su concierto, porque no lo era. En un concierto se toca lo que uno compone y él no estaba haciendo música, la estaba trayendo de vuelta. Por lo menos en un Do... Por lo menos en un Re.

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