Las ataduras invisible de mi cabeza con la almohada, castigo por mi grosera tardanza en mi cita con Morfeo.
Me veo obligado a salir de las telas, cómo un autómata repetir la misma rutina de madrugada.Protocolo uno: El tiempo perdido en encender los motores me obliga a correr de aquí y allá. Vestimenta, comida, higiene; necesidades básicas.
Protocolo dos: Abandonar la comodidad del hogar. Correr para alcanzar el transporte. Soy un mero espectador ante lo que ocurre, apenas debo mover una palanca de vez en cuando.
Protocolo tres: Llegada al área de trabajo. Alienación con los demás androides. Dirigirse a las salas de carga y a grabar. No hay toma dos, no hay tiempo que perder. Hoy toca examen, momento de rendir cuentas para seguir en el programa y no ser deshechado por obsoleto. El fracaso no es opción. Algunos caen, no debemos compadecernos, no se han esforzado.
Protocolo cuatro: Jornada terminada. La maquinaria se halla rendida. Vuelvo al almacen del que salí para recomponerme. A menos... El trabajo no termina, los superiores han dejado tarea, la quieren para mañana a más tardar.
Protocolo cinco: Ya ha anochecido y recién se han acabado las responsabilidades. Mañana habrá algún momento para gozar. Seguro. Arrastró faltas horas de sueño de toda la semana, pero eso no importa al resto del mundo. Caigo sobre el colchón esperando algún sueño para disfrutar.