Pronto cumpliría sus seis años, celebrándolos junto a sus nuevos compañeros. Era el primer día de primaria y su fogosidad por aprender se manifestaba en sus enérgicos movimientos y radiante sonrisa. Bajó del auto acompañado por sus padres. La institución se alzaba frente a los tres. Caminaron tomados de la mano hasta el conjunto de padres que observaba a unos metros y, en el caso de algunos, a travez de cámaras fotográficas a sus respectivos hijos. Con resuelta independencia, saludó a sus padres para ir con el resto del niños. Algunos lloraban, mas él parecía sumamente emocionado. <<¡Hola!>> le dijo a un grupo de niños que por allí estaba a lo que ellos respondieron de igual manera. Quedose escuchando su charla en silencio, sin saber muy bien que decir. <<Silencio.>> pidió, u ordenó una mujer de rostro cetrino y arrugado mediante un micrófono. Los de primer grado pasaron olímpicamente de ello, mas una señora gorda y de guardapolvo los acalló de forma estricta para disgusto de los adulto que observavan. Nuevamente la voz de la anciana resonó en los altavoces, diciendo cosas de las que nuestro protagonista hizo oídos mientras veía el osito rosada que una niña había abrazaba y se imaginaba como éste era gigante y destruía arrasaba con una ciudad entera. Absorto en sus fantasías, se percató de que su curso se movía cuando la mujer robusta le hizo un llamado de atención en forma de reprimenda. Se apresuró para alcanzar a los demás y entrar al salón, no sin antes saludar a la distancia a Carlos y Roberto. Descubrió, ya dentro, que todos los bancos se hallaban ocupados, menos uno adelante que no dudó en tomar. Comenzó a hablar con verborrea a la niña a su lado al igual que todos. La maestra pidió silencio; todos lo hicieron menos el pequeño del frente. Esto despertó la inusitada cólera de la mujer, que lo sermoneó con duresa y chillona. No le prestó mucha atención, pues aquél ruido agudo lo hacía taparse las orejas con un poco de miedo, mas escuchó alcanzó a captar algunas frases sueltas. <<Era de esperarse con esos padres. >> <<¿Acaso no quiere aprender? >> <<Que no vuelva a suceder.>> No entendía que sucedía con sus padres, pero estaba realmente deseaba aprender. Selló sus labios y escuchó en silencio a la mujer que rasgueaba el pizarrón con una tiza blancusca. Su mirada se desvió hacia arriba, viendo una pequeña cruz con un hombrecito abierto de brazos sobre ésta. <<¿Quien es ese? >> prenguntó con curiosidad, señalando la figurita de madera, interrunpiendo la perorata. La señora le miró con fastidio a la vez que le soltaba un “shhh ” en la cara, escupiéndole un poco. <<¡Preste atención!>> Y así lo hizo o lo intentó. Volvió la vista al tablón negro de madera para sorprenderse con que estaba lleno de palabrería. Quiso preguntar de donde había salido todo eso, que debía hacer, mas se le había ordenado permanecer en silencio. No logró entender nada. Con confidencialidad, le preguntó a la niña de antes que sucedía. Recibió un “shhh” de ésta. Comenzó a llorar. La señora gorda lo tomó del hombro. Lo llevó hasta la puerta, saliendo ambos de la habitación. Cerró la puerta con estrépito tras ellos y comenzó a gritarle, enconlerizada como nunca, provocando más lágrimas. Lo mandaría al baño a lavar su cara. Al volver, entrarían juntos al aula, no sin antes de que la mujer pronunciara unas palabras que jamás olvidaría: <<Soy tu maestra, vos sos mi alumno. La maestra enseña, el alumno aprende.El adulto trabaja, el niño estudia.>>