II

20 3 0
                                        

La bendita presencia de sus labios, la bendita casualidad de nuestros ojos reflejar, la bendita bendición de esas palabras que salen de una boca enternecedora, la bendita y simple presencia de su persona crea tempestades interiores incapaces de controlar.

Poesía (Primeras huellas)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora