Recuerdo la primera vez que la vi, 2 de diciembre, el cielo templado y una fuerte tormenta asotaba el instituto. Ella corría por los pasillos llenos de hojas desperdigadas por el suelo, el viento le había revuelto el cabello, pero no podía negar lo hermosa que se veía, sus ojos azules daban la impresión de que estaba asustada, pero no era cierto, ella no le temía a nada, e incluso llegó a sorprenderme cuando supe que se dirigía afuera, para ser testigo de la tormenta en su máximo esplendor. Recuerdo ver a todos correr para protegerse y a ella correr en dirección contraria, nadie se detuvo a impedirselo. Nadie. Se detuvo en el marco de la puerta principal. Estaba agitada, era evidente por el movimiento que su caja toráxica hacía. Y entonces la vi... Juro que jamás en toda mi existencia había visto una sonrisa que reflejara tanta satisfacción. Tanta felicidad. Ella sonrió y pude oír como los truenos proclamaban su hermosura. Como si la propia madre naturaleza estuviera presentándoles a su diosa, a su más perfecta creación. Yo seguía escondido, cubriéndome con uno de los casilleros del instituto, tratando de protegerme del viento. Fue entonces cuando me percaté que abrió la puerta. Habría jurado que el viento se la llevó, habría jurado que jamás la volvería a ver, habría jurado un montón de cosas, de no haber sido porque minutos después la vi corriendo detrás de un pequeño tornado. Estaba jugando... El tornado tan pequeño, pero igual de peligroso huía de ella esperando que ella lo atrapara. Jamás había visto tal cosa. Cuando decidí salir de detrás del casillero tuve que hacer lo posible para que el viento no me arrastrara y me hiciera caer. Con mi brazo cubría parte de mi cara mientras avanzaba. Cuando llegué a la puerta me fue imposible seguir sosteniendo mi maleta, entonces me fijé en lo idiota que había sido, aquello había ralentizado mi avance. La solté y pude salir hacia donde estaba la tormenta, avancé un poco más hasta quedarme sujeto a un arbol. Su tronco parecía confiable así que me agarre de él con toda la fuerza que pude y seguí observando. Un estupor intenso me dio cuando vi que el tornado estaba envolviendo a aquella chica. Fue entonces cuando me llené de valor y salí corriendo en su ayuda, desesperado. No sé cómo pudo hacerlo, pero en tanto estuve lo suficientemente cerca del pequeño tornado, aquella chica salía ilesa, estaba riéndose, como a quien le aplican una buena dosis de cosquillas. Al verme se quedó sorprendida y yo estaba decidido a correr. En ese instante aquel pequeño tornado como percatándose de mi presencia dejó de ser pequeño, e incrementó su tamaño de una manera precipitada y salvaje.
—¡Joder! —grité con el miedo en mis venas.
Salí corriendo sin más, aquel tornado iba a acabar con mi vida si me quedaba ahí parado. Estaba dirigiéndome de regreso al instituto cuando de repente la oí. Su voz era tan angelical, pero denotaba preocupación.
—Si te diriges al instituto te atrapará, vamos sígueme —dijo ella.
Yo me quedé ahí mirándola estupefacto, ¿que la siguiera? Estaba completamente loca, alrededor no había mas que centenares y centenares de árboles. No iba a seguirla, de ninguna manera me iba a dirigir a la nada. En el instituto estaría a salvo. Ignoré su mensaje y seguí corriendo, cuando de repente pude sentir que alguien sostuvo mi brazo con tal fuerza que me hizo detener provocando que cayera al suelo. Cuando me fijé en quien era aquel sujeto pude ver que era la chica del tornado, su rostro estaba serio pero no dejaba de tener facciones angelicales.
—Mira —me dijo señalando hacia la puerta del instituto. Aquella ya no existía, el tornado la había destrozado y de ella no había quedado más que escombros.
Mi rostro se llenó de estupor. Podía sentir el miedo recorrer cada parte de mi cuerpo.
—¡Joder! —volví a repetir esta vez resignado—. Sacame de aquí —aquello era mas una súplica que una petición.
Me incorporé del suelo, ella seguía sujetando mi brazo con mucha fuerza. Para ser sincero me sorprendió mucho que una chica tuviera tanta fuerza, pero ignoré eso, no iba a detenerme a preguntarle si había estado yendo al gimnasio. Nos introducimos al bosque siguiendo un pequeño sendero desdibujado en el suelo, trataba de correr rápido, pues su paso era más veloz que el mío. Había estado en el instituto hace menos de 9 meses y por lo que sabía la casa más cercana al instituto se encontraba a 15 kilómetros de aquí. Así que no tenía ni la menor idea de a dónde me iba a llevar aquella chica. El viento era cada vez más fuerte a medida que avanzábamos, y a ella parecía no afectarle en lo más mínimo aquel detalle. Ella volteó a verme y me regaló una sonrisa.
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KATRINA (Estrella Azul)© [COMPLETA]
Short StoryTe tuve en frente y es así que supe cómo se había creado el universo [...] © -Lady Jamileth