[Epílogo]

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Abrí mis ojos, y experimenté un poco de dolor alrededor de mi cabeza, fue después de unos instantes que noté que me encontraba en el suelo y a mi lado se encontraba un pedazo de casillero. Personas corriendo por doquier desesperadas intentando buscar un refugio para lo que estaba ocurriendo afuera.

Esto no era la habitación donde estaba hace unos momentos.

Me sobresalté al fijarme que me encontraba en el instituto y que todos estaban buscando un refugio para evitar que la tormenta que estaba ocurriendo afuera los arrastrara mandándolos lejos. Me sorprendí aun más gritando el nombre de Kat en cuando me fijé en donde estaba. Una profesora que había oído mi grito se detuvo mientras corría.

—Dante —dijo desesperada y con lágrimas en los ojos. Tenía miedo —. Levántate tenemos que buscar refugio.

—No, yo debo ir por Kat está afuera —le dije.

—¿Quién es Kat? —apenas le pude oír las palabras.

Entonces me levanté. Sabia a la perfección que ella no conocía a nadie que se llamara así en todo el instituto. Y tampoco tenia tiempo para detenerme a explicarle todo lo que había pasado.

—Tengo que irme —le dije. Y me retiré.

Ella intentó en vano arrastrarme por el brazo para que la acompañara. Yo necesitaba encontrar a Kat, no recuerdo que pasó después de lo que me dijo, no sabía con qué motivo me lo diría, no entendía nada. Como pude me solté del agarre, y ella al ver que era caso perdido se retiro a buscar refugio para salvaguardar su propia vida. Me dirigí hacia afuera del instituto, todos estaban corriendo, era la misma escena de cuando vi a Kat por primera vez, pero esta vez ella no estaba corriendo hacia afuera, esta vez era yo quien lo hacía.

Boté mi maleta al suelo porque estaba haciéndome peso y llegué a duras penas a la puerta de la entrada. Me sostuve con todo lo que me quedaba de fuerza. Y una lágrima cayó de mis ojos al darme cuenta de que afuera no había más que pedazos de árboles y hojas destrozados por la tormenta alrededor de todo el patio. Esto no era posible. No era posible que todo me lo hubiera imaginado. O de que haya sido fruto de un sueño que tuve al golpearme fuerte con el casillero. No puede ser cierto.

—No. No. ¡NO! —grité mientras las lágrimas empezaban a caer con mayor rapidez sobre mi cara.

***

La tormenta acabó. Y yo seguía sujetándome a la puerta. Una pequeña brisa fuerte de viento me sorprendió llevándose unas hojas a algún lugar. Por alguna razón aquello me hizo acordarme de Kat. Había pasado toda la tormenta esperando a que Kat apareciera, pero todo había sido en vano, ella nunca apareció. Días después las clases volvieron a la normalidad, aunque muchos obreros se encontraban haciendo las reparaciones de lo que la tormenta había destruido. Pero ninguno era capaz de reparar un corazon roto: el mío.

No me explicaba porqué las cosas tuvieron que ser así, y aunque Kat no había sido lo suficientemente clara con cada palabra que me dijo, sabía que se refería a que nos volveríamos a ver cuando yo muriera.

Ese sería mi momento. El momento del que habló ella.

Días después volví a mi trabajo en el restaurante. Y cada día que pasaba pensaba mucho en Kat, en si debía tomar la decisión de quitarme la vida para ir a verla. O de si tan solo la imaginé. Muchos tienen amores imposibles en la vida, pero el mío solo era posible si yo me quitaba la mía, mi vida. Y Kat sabia que yo no lo haría.

Un día cualquiera estaba en caja esperando a que los clientes pidieran y cancelaran la orden que querían servirse, atento a las teclas que tenía en mis manos.

Hacía mucho tiempo que había dejado de sentir cosas.

—Buenos días, se me apetece una orden de ensalada, pero sin tomate, por favor, y si es tan amable de agregarle un poco de vinagre —dijo la clienta y yo no regresé a verle siquiera la cara —. No estaría nada mal.

—Por supuesto, ¿A nombre de quién desea que se le entregue la orden? —pregunté.

—Katrina. Pero puedes decirme Kat.

Fue entonces cuando elevé la mirada rápidamente, pero ella ya no estaba ahí.

—Kat... —apenas dije con nostalgia.

Desde ese día estoy atento a cada una de las cosas que ocurrían, estaba atento a nunca perder la guardia, a nunca bajar la mirada, de siempre estar pendiente de los detalles, porque es en ellos donde encontraría a Kat. Y aunque jamás me llegara a enterar de la razón por la que Rick quería de vuelta a mi padre en Shinets, lo importante de todo esto es que no lo había imaginado, que Kat era real. Y que no importaba que el resto lo supiera. Era real. Ella era real.

Y que sí, de que ciertos desastres te llevan a otros. Y era el desastre más bonito que nunca había podido imaginar:

Me había enamorado.

KATRINA (Estrella Azul)© [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora