Capítulo 3 [Desición]

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Seré sincero, Rick no era de mis favoritos. Los primeros días él desconfiaba de mí más que ninguna otra persona. No soportaba la idea de que un mortal estuviera en lo que parecía ser un mundo en una dimensión distinta a la mía. En su mundo. Recuerdo el día en que lo vi. Yo estaba recostado en aquella cama, cubierto por una sábana blanca que cubría mi desnudez. Me había asustado al comprobar que nada de lo que había vivido se trataba de un sueño, me había levantado y la sábana había caído provocando que tanto él como Kat me vieran desnudo. Aquello sí que fue una de las cosas más bochornosas que pude haber vivido. Pero a Kat parecía no importarle. Y eso ha echo que aquel suceso pueda ser llevadero para mi conciencia. Rick se entraba envuelto en una bata blanca. La verdad a simple vista parecía ser alguien bastante corriente, pero con el tiempo descubrí que era todo, menos corriente. Me había explicado la razón por la cual mi ropa se había quemado y aunque al principio lo de la ropa me pareció bastante irrelevante, ahora que lo pienso detenidamente me gustaría saber más a fondo aquello de los viajes...

Kat estaba sentada en el sillón, al fondo de la habitación. Pareciera que se mantuviera distante a todo, pero yo podía persibir que toda su atención estaba situada a lo que Rick me decía. Podía notar angustia en sus ojos, su cuerpo emitía una energía tensa y preocupada. Era evidente que algo no le gustaba. Y pude jurar, de no haber sido por la distancia que derramaba una lágrima de ira.

—¿Entonces te quedas? —me preguntó Rick muy atento a mis gestos.

Yo estaba parado. Cruzado de brazos. Y atento a los gestos de Kat. Y aunque ella no me miraba, sé que sus cinco sentidos estaban fijos en mi respuesta. Empecé a dar pasos lentos por la estancia, lo cual no sólo me carcomía los huesos a mí; también a ellos.
«¿Me quedo?» pensé.
Si el destino daba señales, era claro que ésta era una de ellas.

—No sé en que me necesitas —fue lo único que dije y la tensión en el lugar descendió un poco—. Sólo, soy un inútil mortal.
Rick me miró fijamente.

—No me atreveré a contradecir eso —en aquel momento pude ver que Kat casi soltaba una carcajada—. Pero por si no lo has notado, estamos en peligro.

No sabía de qué peligro me hablaba. Aquel lugar estaba lleno de seres con habilidades sorprendentes y tal era su inteligencia que su sistema de seguridad era muy complejo. De ello pude darme cuenta cuando quería huir y claramente no hallaba salida.

—¿Puedo...? —dije, pero Kat me interrumpió después de guardar un largo silencio.

—No, no vamos a decirte donde estás —respondió tajante.

La miré con el alma sorprendida, pero mis facciones emitían seriedad.

—Necesito saber a qué me enfrento... —dije—. Tarde o temprano van a tener que decirme qué carajos es este lugar.

No dije más. Estaba saliendo. Fue en ese instante en el que Rick habló.

—Shinets —fue lo único que dijo y Kat lo miró casi asustada—. Estás en Shinets.

***

Desde pequeño me hicieron creer en la existencia de un Dios onminopotente, y aún en mis más profundas alusinaciones siempre supe que su poder era tan extraodinario, como para darse el lujo de crear un solo planeta con vida. Shinets era la prueba física de que no estábamos solos en el universo. De que hay muchos mundos conectados. Así como las vidas de las personas...
Como quizá mi vida con la de Kat...

Kat se encontraba sentada delante de mi. Con la mirada seria y atenta a todos mis movimientos. Sus ojos emitían peligro y amenaza. Si antes me quedaban dudas de que a Kat no le había gustado la idea de que me quede, ahora estaba seguro. Rick había abandonado la habitación para seguir con su labor en el departamento central de aquel gran edificio. Era un buen líder. Jamás me atreví a dudar de sus capacidades a pesar de ser el que menos me agradaba.

—¿Cuál es tu puto problema? —dije al cabo de unos minutos ya irritado por su inexplicable actitud—. Ya sé que no quieres que me quede, ¿pero sabes algo? ¡Yo tampoco! —mentí—. La verdad es que odio este lugar, quiero irme de aquí —tuve que sostener mi voz, o se iba a notar que estaba cayendo en mis propios pensamientos masoquistas.

Kat apartó su vista de mi. Y se levantó del lugar dirigiéndose hacia la puerta. Mi corazón latía fuertemente. ¡Cuánto odiaba que me ignorara!

—¿¡Quieres dejar esa estúpida manía de ignorar todas las preguntas que hago!? —admito que elevé mi voz.

Ella se detuvo. Pero no volteó si no hasta varios minutos después.

—Jamás conocí a un humano tan tonto —sus palabras rasgaron mi coraza—. ¿Cómo puedes querer ayudar a un mundo que ni siquiera es el tuyo?

Mis creencias siempre me han convencido, de que al mundo llegamos con una misión. Una misión que Dios nos da y la cual debemos cumplir antes de partir para siempre. Pero las palabras de Kat me hicieron pensar en ello. Este no era mi mundo. El destino de este planeta no dependía de mí. Si alguien debía salvarlo eran sus propios habitantes.

—¿Pensando en tu Dios nuevamente? —dijo y logró sacarme de mis pensamientos.

La miré sorprendido.

—¡Genial! —dije—. No solo me ves desnudo dañando mi integridad, sino que también fisgoneas dentro de mis pensamientos.

Kat se echó a reír. No comprendí. Por lo que retomé mi seriedad.

—¿Ves a lo que me refiero cuando digo que son tontos? —dijo—. Para saber en lo que alguien piensa, ni siquiera hace falta tener una habilidad como esa. Sus ojos, querido Dan. Sus ojos son el reflejo de sus pensamientos.

Enarqué una ceja en respuesta. Aquello me había sorprendido un poco.
Me levanté y me fui acercando a ella. Pude sentir como mi corazón latía a varios bits por segundo. Y pude ver como su postura tomo una más suave y sumisa.
Puse mi rostro a cinco centrímetros de distancia del suyo. Y sentí su aroma. Vainilla mezclada con olor a café recién hecho en una mañana de invierno. Me di la libertad de cerrar unos segundos mis ojos para poder recordar este momento para siempre. Ella seguía sin moverse. Pero temblaba.

Sé que temblaba...

—Vamos —le dije volviendo a abrir mis ojos—. Si sabes leer mis pensamientos, dime qué es lo que quiero que hagas.

Y me besó.

KATRINA (Estrella Azul)© [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora