C A P I T U L O 40

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Peter se alegró al leer ese mensaje, por lo menos tendría más tiempo de pensar exactamente lo que le iba a decir, en ese momento toda la cafetería estallo en carcajadas, él intento buscar el origen de las risas y ahí la vio, parada justo en la entrada, agarrando una bandeja e intentando taparse, Peter no pudo evitarlo y también estalló en carcajadas.

— ¿¡DONDE ESTÁ LALI ESPOSITO!? —gritó Victoria por sobre las risas y ahora también el sonido de los celulares sacando fotos o grabando.

Y Peter lo entendió, había sido Lali.

Si que sabía hacer buenas bromas esa chica, pensó.

— ¡Lanzani! Te exijo que me digas dónde está tu noviecita —dijo Victrola con un tono de celos yendo hacia él.

—Primero, no es mi novia. Segundo, no creo que estés en condiciones de exigir nada y tercero no tengo idea —respondió Peter tranquilo.

—Quiero que sepas que cuando la encuentre, no voy a tener piedad como la otra vez —le advirtió Victoria.

—Y yo solo quiero que sepas que si le haces algo a Lali, yo te voy a hacer algo peor y no me importa que seas una chica —contraatacó Peter con una sonrisa.

Victoria gruño y se fue corriendo para el patio del colegio, gritando el nombre de Lali, hasta que la encontró.

— ¡DAME MI ROPA ESTUPIDA! —le dijo.

— ¡Hola! ¿Ya aprendiste que conmigo no se juega? No como antes —preguntó Lali con una sonrisa.

—TENE MUCHO CUIDADO, ESPOSITO, ESTO NO VA A QUEDAR ASI —amenazó nuevamente Victoria arrebatándole tu ropa de las manos y yéndose.

—Como quieras, ¡y deja de gritar que pareces una loca histérica! —le dijo Lali riendo, ya había completado su venganza.

Y así pasaron las últimas horas en el colegio hasta que toco el timbre para irse. Lali se fue sola, no había encontrado a Peter para irse con él.

Cuando llegó a su casa y estaba entrando al jardín delantero, Noah salió y cerró rápidamente la puerta tras él.

— ¡Lali! ¿Me acompañas a la casa de Isa? —preguntó nervioso.

—Anda solo, no tengo ganas —respondió Lali yendo hacia la puerta.

— ¡NO! —gritó Noah, pero ya era tarde, Lali ya había entrado y se había quedado paralizada apenas cruzó la puerta.





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Del odio al amor NO hay un solo paso (Laliter)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora