Prólogo

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—¿Dónde la viste por última vez? —pregunta el oficial tambaleando su lápiz contra la pequeña libreta que se haya sobre el escritorio. Me mira de manera intimidante y eso me irrita. Tiene el cabello rubio y canoso despeinado de tantas veces que se lo ha jalado con frustración, la falta de información lo coloca inquieto, y no es el único que se encuentra en ese estado en la sala.

"Por última vez", que palabra tan fuerte ¿no?

"La última vez que la ví, la última vez que escuché su voz, la última vez que hablamos, la última vez que la abracé, la última vez que reímos juntas..."

Resoplo angustiada.

La última vez indica el final de algo. Yo no quiero un final, no quiero uno sin ella.

Siento un nudo en mi garganta formarse otra vez. Esto se me hace bastante agobiante.

La mano de mi madre se posa sobre mi hombro, animándome a hablar. Ella sabe muy bien como me encuentro en este momento y lo difícil que es para mi asimilar todo lo que está pasando. Agradezco que quiera tranquilizarme aunque sea un poco. O al menos lo intente.

Las paredes de la pequeña sala de la comisaría parecen estar acorralandome y empiezo a asfixiarme.

—Jessica, necesito que me respondas. ¿Dónde la viste por última vez? —repite.

No podría ver a mi mejor amiga una última vez. De hecho, nunca habría una última vez. No podría dejar de verla de manera permanente, por eso es que estamos juntas la mayoría del tiempo.

Aún puedo ver a Kate riendo y tomándose selfies conmigo en aquel bar esa noche en mi mente.

Le había contado un chiste, era uno muy malo pero ella se río igual. Simplemente se reía de todo. Y no era por el alcohol, no habíamos bebido nada.

Íbamos a hacerlo, pero desapareció minutos después.

Respiro hondo e intento encontrar mi voz.

—En el centro comercial. En un bar llamado Happines.

Le hecho un vistazo de reojo a mi madre, ella se encuentra a mi lado. No le había mencionado nada acerca de aquella salida con Kate. Le había mentido que solamente era una pijamada en su casa y ella me creyó. Al oír mi respuesta, su expresión cambia repentinamente y yo solo agacho la mirada.

El oficial, cuyo nombre es Daniel, lo anota en su libreta y sin despegar la vista del papel sigue con su encuesta.

—¿Puedes decirnos aproximadamente a que hora?

Suelto un suspiro cargado de frustración y abro la boca para volver a hablar.

—Eran las diez y media de la noche.

Kate estaba tan tentada esa noche que sentía que se orinaba encima, por lo que se levantó deprisa y fue corriendo al baño de aquel local.

Yo me reí, me reí fuerte porque me hizo mucha gracia que se tentara de esa forma por una estupidez. No me dió tiempo a que la acompañara, solo se levantó de su silla y corrió por el pasillo en dirección al baño. Su particular carcajada de chancho hizo eco a medida que avanzaba por el corredor.

Nunca pensé que ésa seria la última vez que escucharía su risa.

—¿Había alguien más contigo además de Katherine?—pregunta.

—No. —aseguré.

—Viste algo raro, o que te llamara la atención en aquel lugar?—
cuestiona frunciendo el entrecejo.

¿Dónde está Kate? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora