Capítulo 3

70 20 16
                                    

—¿Qué quieres, Jessica? No tengo tiempo.

Su voz es anodina, y por la forma tensa de su mandíbula noto que no está contento con mi acercamiento.

Al ponerme frente a él me doy cuenta de nuestra diferencia de estatura. Es más alto que yo por unos diez centímetros y el olor a cigarrillo que emana al hablar invade mis fosas nasales haciendo que tuerza mi nariz, disgustada.

No sabía que fumaba.

—¿Dónde has estado todo este tiempo, Nathan?—cuestiono elevando un poco mi tono de voz y el solo alzó las cejas confundido.

—¿A ti que te importa? —no piensa abandonar su acento arisco y me lanza una mirada subversiva.

—No es que me importe, pero como bien sabes Kate está desaparecida y no has hecho nada al respecto, te has esfumado del mundo. No te has acercado a la familia para darle unas palabras, o...—hablo tan rápido, que por momentos mi lengua se traba.

—Oye, oye, detente. ¿qué quieres que haga, Jessica? ¿Eh? Dime.—espeta sin dejarme terminar la oración— No puedo hacer nada al respecto, no soy policía. ¿Tú si?

Nathan me sostiene la mirada clavando sus ojos verdes en mi de manera hostil. No espera mi respuesta y vuelve a hablar.

—No puedes juzgarme por no hacer nada. No tengo otra opción más que esperar noticias, al igual que tú.—traga duro.

—Pero...

—Pero nada, Jessica. Si solo te acercas para juzgar mi ausencia mejor vete, no te debo explicaciones de nada de lo que hago—menciona, e intenta girarse otra vez para marcharse pero lo tomo nuevamente del brazo y se voltea hacia mi.

Dejo escapar un suspiro, y cierro mis ojos. Quizás me expresé mal, no era mi intención juzgarlo. Al final, cada uno  sobrellevamos el dolor de manera distinta, en su caso, aislarse fue la mejor opción.

—Lo siento, no quise hablar de esa forma.—digo y su rostro se suaviza un poco— Sé que esto debe ser duro para ti, tanto como lo es para mí... —relamo mis labios, nerviosa y levanto mi vista hacia sus ojos— La verdad es que me extrañó no encontrarte este tiempo, y enserio necesitaba verte. Necesitaba hablar con alguien que entienda lo que yo estoy pasando, y tu eras esa persona. Por momentos siento que mi cabeza va explotar porque nadie hace nada por buscarla y me estoy muriendo lentamente cada día que pasa y no hay rastros de ella.  —sorbo mi nariz, otra vez me estoy por derrumbar— Ella no pudo desaparecer como si nada, no es aire.

—Jess...—posa una mano sobre mi hombro— Tranquila, ven.—me acerca hacia el y me da un pequeño abrazo, el cuál acepto y entierro mi cabeza en su cuello dejando mi tristeza florecer en su cuerpo— Siento ser un idiota, tú estás preocupada y yo...—niega con la cabeza— Lo lamento, enserio.

—Gracias.—susurro y me separo de el— Tengo un plan, y necesito que me ayudes con él.

Nathan indaga con la mirada invitandome a hablar.

—¿Plan? ¿De qué hablas?

—Pues, tu padre es guardia de seguridad en la comisaría, ¿verdad?—el asiente de manera extraña, como dudando de responder con la verdad— Nos puede servir de ayuda.

—No sé lo que estás tramando, pero seguro es una locura, y no quiero generarle problemas a el con estas ideas— comenta.

—No hace falta hablar con el, ni pedirle ayuda, literalmente.—aseguro— Y para que sepas, lo que es una locura es que nadie  esté buscando a Katherine—digo remarcando bien cada palabra, con la esperanza de hacer que entienda la gravedad del problema.

¿Dónde está Kate? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora