Capitulo 4

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Eran las ocho y cuarto cuando decidí darme un baño de agua caliente. Sólo de esa manera podría relajar la tensión que ya era creciente en mi cuerpo, mis músculos estaban contraídos y duros al igual que mi cuello. Mi cuerpo se sentía pesado, hoy no había sido un buen día, y el hecho de haber discutido con la directora, sumado a que van a vaciar el casillero de Kate, me estresaba a niveles inimaginables.

No dejo de pensar en como saldrán las cosas esta noche. Deben salir bien, no tengo otra alternativa.

Estoy sola en casa, debido a que mis padres tuvieron una cena con sus compañeros de trabajo. Ellos me invitaron a ir, pero les dije que preferiría ver una película y dormir, y obviamente me creyeron. Pues claro, ¿cómo iban a pensar que su correcta hija les estaba mintiendo descaradamente?

Enjuago mi larga cabellera y rápidamente me envuelvo en una toalla blanca que había colgado en una de las perillas de la pared.

Con las manos todavía un poco mojadas, tomo mi celular. Lo había dejado sobre el pequeño mueble de melamina donde guardamos los insumos de limpieza. Lo dejé mientras reproducía un poco de música, no me gusta bañarme en silencio.

Desbloqueo la pantalla deslizando hacia arriba, y quito el reproductor de YouTube para llevar el móvil conmigo a la pieza donde me vestiré.

Pongo un pie fuera de la bañera y mi sangre se congela enseguida al oír un ruido proveniente de la cocina.

Trato de agudizar mi oído, conteniendo hasta la respiración para para escuchar mejor y de pronto lo oigo otra vez.

Qué demonios...

Se ha encendido la televisión.

No voy a negar que el miedo me invadió por completo en cuestión de segundos.

Abro la puerta del baño despacio, no sin antes tomar el gas pimienta que se encontraba guardado en el botiquín junto al espejo. Debo estar precavida, quizás algún imbécil se ha metido en la casa, de otra forma la tele no se pudo haber encendido sola.

Mis pies todavía mojados, dejan huellas en el camino mientras me dirijo hasta las escaleras. Poso mis manos en la baranda y me detengo a observar la sala de estar desde aquí arriba.

La puerta está cerrada con traba y con su respectiva llave puesta en la cerradura. Las ventanas también están cerradas, no hay señales de que alguien haya ingresado por ahí. Cada cosa se encuentra en su lugar, y esto me pone más inquieta.

Solo resta revisar la otra entrada, la del patio trasero.

Con cautela mis piernas comienzan a bajar los escalones, e intento hacer el menor ruido posible mientras desciendo por ellos, pero la madera cruje despacio delatándome.

Una vez que llego al final de las escaleras, un trueno demasiado fuerte me toma por sorpresa haciendo que brinque en el lugar y que mi gas pimienta caiga al suelo. Lo he soltado por el susto. Los vidrios retumbaron y relámpago me cegó por un instante.

Buen momento para que empiece la tormenta. Pienso.

La tele se apaga justo en el momento que mi pequeña arma hace contacto contra el suelo y se me hiela la sangre por segunda vez en lo que va de la noche.

Levanto el gas pimienta del piso y me planteo internamente si vale la pena ir hasta allí, o si es mejor la idea de salir corriendo de la casa. Al cabo de unos segundos, opto por la primera opción e inhalo profundo antes de empezar a caminar en dirección al comedor.

Siento mi pulso acelerarse con cada paso que doy, y el miedo crece en el interior de mi cuerpo rápidamente.

El comedor está en silencio, y no hay nadie ahí. La televisión está apagada y la luz del foco que cuelga del techo empieza a titilar cuando me planto junto a la mesa haciéndome sentir en una película de terror.

¿Dónde está Kate? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora