Capitulo 1

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La tormenta me despertó a mitad de la noche y un fuerte trueno me obligó a abrir los ojos de manera involuntaria. Las ventanas de mi habitación temblaron a causa del mismo, y gotas de lluvia comenzaron a golpear sus vidrios con violencia, eran gigantes, parecían pierdas.

Vi como una sucesión de relámpagos iluminó el cuarto por escasos segundos, y oí el trueno reaparecer, pero esta vez más fuerte.

No recuerdo muy bien el momento en el que me dormí, pero siento mi cuerpo muy pesado y puedo asumir que me salté la cena debido a que ya oscureció. Volteo mi vista hacia mi escritorio. Con la visión borrosa logró divisar la hora en el despertador, son las 02:06 A.M.

Pestañeo un par de veces hasta poder ver con claridad en la habitación, aunque, no hay mucho que observar ya que mi habitación está completamente oscura. Lo único que alumbra el cuarto son la seguidilla de relámpagos violetas que aparecen cada tres  segundos.

Busco entre las sabanas mi celular, hasta que lo encuentro. Hago un intento de desbloquear la pantalla, pero no hay caso. Se descargó por completo.

—Demonios.—espeto en un susurro.

Lo dejo a un lado y me reincorporo quedando sentada a un costado de mi cama. Gracias a este movimiento un par de biromes caen al suelo, pero le resto importancia.

Intento prender el velador que se encuentra sobre mi mesa de luz, mientras tanteo en la oscuridad con precaución de no pincharme los dedos con un par de aritos que me quite antes de acostarme. Cuando encuentro el interruptor, lo presiono y nada.

Se había ido la luz.

Me pongo de pie, y tambaleo un poco. Mi cuerpo todavía está adormecido. Mis dedos entran en contacto con el suelo frío y me estremezco.

Me acerco despacio hasta la ventana y corro a un lado la cortina.

Todo el vecindario está a oscuras.  El corte de luz era general.

El cielo ruge y cambia de color, va de negro a naranja.

Tomo la linterna que se encuentra sobre la cómoda y para mi suerte, logro prenderla. Al instante siento una especie de helada recorrer mi cuerpo de pies a cabeza cuando mis ojos se topan con un cuadro cuyo marco está decorado de brillantina azul y violeta. Este tenía en su interior una foto de Kate y yo sentadas en los escalones de la entrada  de mi casa.

Teníamos cinco años, y sosteníamos un algodón de azúcar gigante entre las dos. Recuerdo ese día, hacía mucho calor. Kate se había hecho un rodete que le hacia ver la cabeza más pequeña que el cuerpo, era gracioso.

Tomo el cuadro entre mis manos y lo observo con melancolía.

Un ruido escandaloso logra poner mis pelos de punta y dejarme en seco durante varios segundos, estaba de espaldas a la cama cuando lo oí.

La puerta de mi habitación, la cual se encontraba abierta, se acababa cerrar de un fuerte portazo que logró hacer eco en toda la habitación. Se oyó como si alguien la hubiera cerrado con violencia.

Giro sobre mi eje y apunto con la linterna en dirección a la puerta iluminándola por completo.

Mi corazón late a mil por segundo y mis manos tiemblan debido al susto. Vale decir que esta es una de las razones por las cuales odio las tormentas. En está casa hay mucha corriente de aire y las puertas y ventanas a veces suelen azotarse gracias al viento que pasa por sus tuberías, y eso me genera pánico.

No veo nada más que desorden en este lugar. Mi pieza es un asco. Si mi madre entrara le daría un infarto.

Mis ojos se centran en el piso, allí se encuentran varios volantes que imprimí antes de acostarme. Estos tienen una foto de Kate ocupando toda la carilla de la hoja y un titulo sobre ella que dice "Desaparecida". Me encargaré de pegarlos por toda la escuela mañana.

¿Dónde está Kate? Donde viven las historias. Descúbrelo ahora