Eso no debía estar sucediendo.
Naruto quedó inmóvil sin lograr que sus piernas dieran un paso más. Las curiosas miradas de los clientes lo dejaron inquieto. Y tal situación le hizo sentirse como un tonto. ¿Desde cuándo era cobarde? Se dio un golpe mentalmente y regresó a la realidad. Su manera de comportarse no reflejaba su verdadera forma de ser. Naruto Namikaze jamás había retrocedido ante un problema difícil, y esa noche no sería la excepción. Demostraría su coraje, dejarse intimidar no entraba en sus planes. Desvanecería el shock del inicio, levantándose nuevamente. Reordenó sus ideas y recordó cada enseñanza de Tsunade y Jiraiya; la etiqueta, el arte de la infiltración consistía más que sólo pasar desapercibido, debía mezclarse perfectamente en el contexto y mostrarse como ellos. Manejaría bien los hilos, pues él sería el titiritero.
Pondría en práctica su habilidad en tal arte.
Bajó lentamente la cabeza hasta lograr que sus flequillos rubios le cubrieran los ojos, aspiró disimuladamente una considerable cantidad de aire y, una vez que sus pulmones no pudieron soportar más, exhaló suavemente mientras volvía a levantar el rostro, ahora con un gesto estoico e inmutable, tal vez un poco prepotente. Su semblante cambió por completo; reveló una sonrisa fresca, en los ojos azules brillaba la confianza y su porte se había erguido firme. Caminó con pasos serenos hasta llegar al frente de la habitación, quedando delante de los depredadores que lo veían atentos detrás de las rejas de madera. Cada movimiento destilaba seguridad, gestos elegantes que él mismo desconoció que podía lograr. Y ellos estaban creyendo el teatro. Para finalizar la presentación optó por desenfundar el abanico que llevaba sujeto en el apretado obi y sonrió, o algo parecido a una sonrisa atrevida, tras la barrera de tela. Siguió una reverencia, Tsunade le había dicho que un saludo encantador, una sonrisa oportuna y sus ojos azules, serían suficientes para tenerlos comiendo de sus manos, y por lo visto la mujer no mintió.
Orgulloso, Naruto observó satisfecho el resultado. Rió una vez más para sí mismo, dio media vuelta y salió de la habitación, saboreando la victoria por haberlos engañado.
Sin embargo, al estar del otro lado del cuarto, lejos de las miradas curiosas, sintió sus piernas convertirse en mantequilla, lanzó el abanicó al suelo y se recargó en un costado del muro. Un suspiro abandonó su boca y no le importó parecer tan cansado. Había sido más difícil de lo que pensó al principio. Imaginarse repitiendo semejante faramalla varias noches a la semana le daba dolor de cabeza. ¿Cómo lo soportaban ellos? Era asfixiante sentir las miradas pesadas del deseo y la lujuria, no quería imaginar lo que pasaba por las mentes de esos cerdos pervertidos, las expresiones hambrientas y las sonrisas libidinosas hablaban por sí solas. Detestó más la situación, detestó no concentrase y detestó, aún sin conocer su nombre, al individuó que caería en su red.
...
Una dulce melodía complacía a los hombres de la habitación, los instrumentos tocados por las Sancha parecían mágicos entre bebidas, bailes, juegos y conversaciones banales. El espacio estaba decorado con elegantes y alegres colores; desde los tapices tejidos en las paredes de madera, las puertas corredizas revestidas por extraordinarios dibujos de animales extravagantes o la naturaleza muerta acompañando bellos jarrones, pisos lustrosos de tatami. Un conjunto adecuado para albergar a clientes que pudieran darse el lujo de pagarla. Esa noche hospedaba a un grupo especial.
Sasuke Uchiha todavía no comprendía cómo había terminado con ellos; escuchando música demasiado melosa y sosteniendo un vaso de sake.
Sus amigos se divertían a costa suya. Suigetsu no dejaba de coquetear y manosear a una Yuujo, ella sonreía risueña, asegurándose de cumplir bien su trabajo. Sai y Juugo tomaban sake y jugaban mahjong con una mujer rubia, ella le recordó ligeramente a Tayu. Y la simple mención respondía a la pregunta del porqué había entrado al burdel. ¿Cómo aceptó acompañarlos tranquilamente? Pocas veces había cedido a la presión, pero no consideró la invitación de Sai hasta parar delante de la puerta de Tsunade. Se sintió un idiota al dejarse hechizar por la belleza de un Oiran. Sus propias palabras le habían dado una bofetada muy dura. ¿No fue precisamente él quien renegó de la belleza de un cortesano de poca clase? Aunque considerar a Tayu de poca clase sería injusto. Acabó prendado de tal encanto como imbécil.
ESTÁS LEYENDO
Acompañante de placer: Oiran
FanfictionAl ser un espía experto tenía una próxima misión; infiltrarse en Shimawara para obtener nueva información del enemigo. Se convertiría en un Oiran del barrio rojo. Sin embargo, en sus planes nunca estuvo enamorarse de su cliente. [AU] [SasuNaru]