One Shots Malec

It's our paradise and it's our war zone pt. 2

Bueno, les traje a segunda parte. Varias cosas, la primera, es que AMO con todo mi corazón sus comentarios, en verdad ustedes son de lo mejor! La segunda es que tres bellezas dijeron que querían la cosa un poco más suave y cómo a mí me gusta complacer a todos, pues le bajé una raya, aún es bien intenso y cada uno es más intenso que el otro en diferente cosas, pero sí le bajé; la tercera es que quiero disculparme por cierto mal entendido con un/a lector/a, la persona sabe quién es, y lamento haber mal interpretado su comentario. 

Por último, quiero decirles que hubo una parte de esto que en verdad me hizo sonrojar cuando la escribí porque tuve que hacer la investigación de cómo se veía el objeto en cuestión y luego la imagen mental de la escena fue más explícita que de costumbre, que qué parte es? Bueno, cuando hablen de un anillo, sabrán que llegaron. Que lo disfruten.

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Alec despertó lentamente sintiendo cómo su cuerpo le pasaba cuenta por la noche anterior. La iratze había ayudado mucho, ya que sabía que no sólo se sentiría agotado sino también dolorido. Sin embargo, el recuerdo lo hizo sonreír; hacía mucho tiempo había entendido que por su misma naturaleza celosa, encontraba al Magnus posesivo extremadamente excitante. Le hacía sentir cosas por todo el cuerpo y lo ponía duro en cuestión de segundos.

Magnus aún dormía, así que le dio un ligero beso en la frente y se levantó para dirigirse al baño. Cuando lo hizo, su interior le mandó una punzada que le subió por la espalda, era el recuerdo de lo que Magnus había hecho, el brujo se había encargado de que Alec pudiera sentirlo dentro de él al otro día, y recordara lo bien que lo había hecho sentir. Su sonrisa se hizo más amplia y caminó lentamente a su destino para no causarse daño. Luego de cepillar sus dientes, estuvo unos momentos frente al espejo; entonces cuando notó una grande y morada marca muy cerca de su runa de bloqueo, recordó algo. Se dio la vuelta en el espejo y jadeó con una mezcla de asombro y fascinación; su espalda, a parte de las usuales runas, estaba llena de mordiscos y chupones. Su espalda era en extremo sensible, así que haber sentido los deliciosos labios de su novio por toda su extensión, había contribuido enormemente a su delicioso orgasmo.

Entonces escuchó la suave voz de Magnus llamándolo desde la cama; sonrió de nuevo mientras salía del baño. Entonces se ruborizó al recordar lo que le había dicho a Magnus en su cumbre de éxtasis, él ya tenía claro que ambos se pertenecían mutuamente, pero haberlo dicho en voz alta y tan explícitamente, le causaba bastante vergüenza.

Cuando el brujo lo vio caminar hacia él, sonrió ligeramente, su rostro aún algo dormido. Le pasó una mirada por todo el cuerpo, y su sonrisa se borró al instante para transformarse en una expresión de culpa cuando vio las manos de Alec.

–¿Qué? –Preguntó el Cazador levantando sus manos para verlas. Entonces se percató de algo que no había visto antes: en sus muñecas había un par de líneas gruesas de un preocupante color rojo, las marcas del cinturón de cuero que las habían atado la noche anterior, causadas por lo mucho que Alec había tirado de la atadura.

El Nefilim se sentó de nuevo en la cama cuando Magnus apartó la mirada. Tenía el ceño fruncido en una expresión de dolor y culpa, Alec trató de que lo mirara pero el brujo no lo hizo.

–Te pediría perdón –comenzó–. Pero sé que cómo anoche me pedirás que no me disculpe, y lo cierto es que no merezco que me perdones por lo que hice.

–No, Magnus –dijo Alec–. Por favor mírame.

Al brujo le tomó unos momentos pero eventualmente lo hizo, vio la marca en el cuello de Alec y luego las magulladuras de sus muñecas y se le aguaron los ojos. Alec tomó su rostro entre sus manos.