El Armario.

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Stiles universitario, 18 años.

Derek universitario, 21 años.

Se encontraban en una simple fiesta universitaria. Alcohol, algunos roces incitadores, música en un tono bastante fuerte y penetrante para los oídos. Tal vez alguna que otra droga. De todas formas al castaño de orbes redondos y brillantes no le interesaba ninguna de estas últimas. Él solo quería pasarla bien y disfrutar su primer fin de semana libre. No es que sea muy centrado en los estudios, simplemente se estresaba con facilidad y necesitaba tomar algún que otro respiro. Miró su vaso de ponche frutal y con un gesto de disgusto lo dejó en el piso, probablemente le costaría divertirse si no tomaba alcohol. O al menos eso él creía pues un chico alto de cabellos color carbón lo observaba en el fondo como si fuese la mejor atracción en un parque de diversiones. Devolvió la mirada a su ponche y con algo de desgano se lo llevó a los labios.
Las horas pasaron y la fiesta universitaria declinaba al aburrimiento absoluto. Una voz chillona se hizo resonar entre la multitud, era Lydia. Una joven pelirroja de metro sesenta. Su aspecto lucía como el de una muñeca, siempre bien arreglada y voluminosa.
—¡Esto apesta! Mejoremos el ambiente.— Musitó con una sonrisa de oreja a oreja. A Stiles esa sonrisa le causaba temor, pues no planeaba nada bueno. La pelirroja se sentó junto a un grupo de chicos hormonales en forma de ronda, con la mano llamaba a los demás para unirseles. Aunque tuviera varias opciones, la mayoría con finalidades nulas decidió sentarse entre el grupo este que se estaba formando. Poco a poco varios universitarios se fueron acumulando.
Una botella se encontraba en el medio, Stiles aún no le encontraba el objetivo al juego así que decidió quedarse callado escuchando las indicaciones. El anterior chico de cabello oscuro y mirada atenta se encontraba allí, devorándolo con sus orbes cristalinos.

Las explicaciones pasaron, básicamente dos personas que la botella señalara iban a un armario cerrado, a oscuras, pequeño y todo esto durante siete minutos. Después podían contar los hechos o no. El menor tragó saliva, le podía tocar con cualquiera y eso apestaba. La botella giró un par de veces, no le tocó. Pasaron los minutos, seguía sin tocarle. En un momento se detuvo en dirección al joven llamativo, ojos claros, pelo oscuro y piel grisácea. Creía que su nombre era Damon, Dylan o tal vez Derek. Tenía más cara de Derek. Volvió a tragar saliva por segunda vez en el día, era muy guapo y no paraba de mirarle. La botella volvió a girar. Fue como si los dioses oyeran su llamado de piedad. Se detuvo en su dirección. Con algo de emoción entró directo al armario esperando a su compañero, unas risas resonaron, probablemente por su notoria euforia. A él demasiado no le interesaba el pensamiento del resto, pero si solía hacerse muchos problemas con el suyo. Una masa de calor se hizo presente en el pequeño espacio, era Derek.
—¿Derek?— Musitó el menor con una hermosa piel decorada a lunares. Sus manos se encontraban apoyadas en el pecho de su acompañante intentando identificarlo.
—Stiles.— Respondió el otro a forma de respuesta. Una sonrisa lasciva estaba dibujada en su rostro. Sus manos eran grandes y los dedos gruesos, poco a poco se fueron acercando a la cintura del chico pálido.
—Uhm...— La respiración de este probablemente era acelerada, no todos los días un extraño guapo tocaba tus cinturas de aquella manera. Dejó reposar su cabeza en el hombro del mayor. Las manos traviesas ahora se adentraban por debajo de la tela de su camiseta. Esta situación no le disgustaba para nada.
—Tranquilo.— Murmuró el chico alto con una voz algo ronca. No pensaba hacerle nada malo, solo quería sentirlo. Bajó sus pantalones por completo dejándolo en sus simples bóxers azul marino. Y sucedió. Sus labios fueron conectados, succionandose y deleitándose el uno al otro. Se necesitaban aunque esta fuera la primera vez que hacían contacto físico. El menor sumergió sus manos por debajo de la polera de Derek, mierda su abdomen estaba perfectamente trabajo. Y era duro, tan duro. Como la erección que intentaba romper sus boxérs. Sin dudarlo el pequeño se agachó y bajó la cremallera de los pantalones, quería ver o al menos sentir su miembro ya que la luz era nula.
—Hey, pequeño —Musitó el mayor llamando su atención. —¿Seguro de lo qué haces?—
Él solo se limitó a asentir y tironear de los bóxers. La verdad no estaba seguro de lo que hacía pues tenía siete minutos. Y nunca había logrado hacer eyacular a un chico en al menos diez minutos. Derek tenía que ser precoz o el extremadamente hábil con la lengua. Llevó una mano al miembro ya anteriormente liberado, un corto gruñido se logró oír entre el silencio absoluto. ¡Mierda era enorme! Comenzó a proporcionarle caricias, con el objetivo de sacar sus medidas mentalmente. Imposible, era grueso y largo. No le cabería ni la mitad en la boca, tenía poco tiempo y ya arruinaría toda su reputación como mamador frente a ese chico tan guapo. Cerró sus ojos a pesar de la abundante oscuridad, necesitaba concentrarse. Poco a poco logró introducir el glande y parte de la longitud. Bien eso era un avanze, el mayor soltó un jadeo. Decidió centrarse en lo que podía durante al menos dos minutos, bombeando, pasando su lengua en forma de círculos hasta como un gatito proporcionándole pequeñas lamidas al glande.
—¡Cuatro minutos!— Exclamó la voz chillona de Lydia, en parte le aliviaba pues iba bastante bien. Pero temía no llegar ni al líquido pre-seminal. Cambiando totalmente de rubro decidió pasar la lengua en la zona de los testículos, lamiendo con ritmo la base. Unos gemidos mucho más notorios resonaron en el mueble de madera. Perfecto, había encontrado su punto débil. De todas formas no se iba a centrar en esto, pues quería hacerlo bien. Acarició el miembro completo, estaba duro y venoso. Eso le gustaba a Stiles, le gustaba mucho. Con algo de esfuerzo introdujo la mitad en su cavidad bucal. Si lo pensaba el también estaba duro y excitado pero podía aguantar por hacerle una maravillosa mamada de siete minutos al Dios Olímpico que se encontraba junto a él.

Uhm Stiles...—Gimió grave el mayor—Oh Dios.— Se había llevado la mano a la boca pues sino gemiría muy alto y toda la universidad se enteraría. Lo estaba disfrutando mucho, hacía tiempo que no se la mamaban y el pequeño lo hacía excelente. Desde la primera vez que lo vio cayó rendido. Tenía la piel tan hermosa y con esos lunares que lo volvían loco. Amaba sus tonterías y el puchero que formaban sus labios cuando se enojaba. No podía creer que estaba teniendo un momento tan caliente con él. Tampoco creía que se interesaría en él de tal manera. No es que se considerase feo, más bien extraño. Hablaba poco y supuestamente "intimidaba". El menor acarició el glande con el pulgar, mierda ahí estaba el líquido pre-seminal.
—¿Como va todo allí arriba grandulon?— Preguntó para luego dejar soltar una risita traviesa. El contrario jadeo y separó los labios a punto de decir algo.
—¡Un minuto!— Exclamó Lydia. Mierda sólo quedaban segundos.
—Joder, joder.— Se repitió el pequeño antes de llevarse medio miembro a la boca. Lo bombeaba con rapidez, masturbando las partes que no alcanzaba. Sus orbes estaban cubiertos por los mismo párpados. ¿En qué carajo se había metido? Sin dudarlo quito el miembro de su cavidad bucal y comenzó a lamer el glande rosado como si de un gatito se tratase. El mayor tironeo de sus cabellos, en cualquier momento se correría.
—¡Me vengo!— Gimió alto sintiendo esa gloriosa punzada en el vientre. No es que fuera precoz pero el momento era tan excitante y más sabiendo que su querido Stiles estaba a cargo. Un líquido blancuzco y pegajoso salió de su glande cayendo en la lengua del pequeño. Lo lamía intentando que no se derramase.
—Derek, vamos.—Gimoteó al terminar con su tarea. Se paró y tomó los bóxers del mayor acomodándolos al igual que el pantalón. No quería que toda una universidad se enterase del momento privado que habían tenido. Acomodó de igual manera sus pantalones y tanteó el pecho del contrario.
—Mierda, Stiles, espera un poco.—Jadeó con voz ronca, todavía estaba sensible del intenso orgasmo y el pequeño ya se quería ir. Una luz brillante se hizo presente en el armario, las puertas estaban abiertas.
—¿Qué sucedió allí?— Preguntó un chico moreno desde el otro lado. Era Scott, el mejor amigo de Stiles.
—¡Hey Scottie!— Musitó nervioso, su frente estaba cubierta de un sudor perlado al igual que la de su acompañante. El resto de las personas los miraban intentando averiguar lo que pasó. Derek lo tomó de la mano tironeandolo fuera del armario.
Ya lejos de la multitud se sentaron en un sofá, sus miradas eran cómplices.
—¿Sabes? Puedes venir a mi habitación mañana.— Musitó el chico de piel lechosa.
—Me encantaría. — Susurró, aún sus manos estaban unidas y sin ganas de soltarse.

Sterek One Shots. [+18]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora