Cerré los ojos cuando su lengua paso por el costado de mi mandíbula y termino en mi oreja. Gemí levemente. Bajo su mano por mi cadera hasta el borde de mi camisón. Comenzó a subirlo lentamente. Su mano estaba tan caliente que me estaba quemando. Gruñó en mi oído cuando pose mis manos en la cremallera de sus pantalones.
- Eres juguetona – me dijo mientras seguía mordisqueando mi cuello.
- Solo un poco – le dije y le baje el cierre. Se alejo un poco para mirarme a los ojos. Bajo sus manos hasta donde estaban las mías y las cubrió.
- No sabes las ganas que te tengo, pero no puedo hacerlo – me dijo y subió el cierre.
- ¿Qué? – le dije sin poder creerlo. Apretó los dientes.
- mierda Selena, no digas eso! – me dijo y se alejo un poco más. Lo mire algo confusa – Ya te dije que me vuelve loco tu ‘que’.
- ¿Me estás diciendo que no puedes hacerlo? – le pregunte Maldito perro, ¿para qué me toco entonces?
- Tanto Dios, como yo no podemos tener relaciones carnales – me dijo. Abrí bien mi boca.
- ¿Me estás diciendo que nunca tuviste sexo? – le dije sin poder creerlo.
- Hace una eternidad que vivo y… no, nunca lo tuve – dijo y me miro bien – Pero no sabes las ganas que tengo de tenerlo ahora
- Eres el Diablo, ¿No se supone que tú haces lo que quieres? – dije y volví mi vista al espejo, para terminar de arreglarme.
- No todo es como piensan que es – dijo. Revolee los ojos y salí del baño. Él camino tras de mí.
- Quieres dormir, puedes dormir en el sillón. Quieres comer, hay algo en la heladera. Quieres mirar la tele, ahí está el control – le dije y entre a mi habitación.
Me acosté en mi cama, algo… enojada. No sé porque lo estoy, pero me molestó que haya hecho eso. Si no puede tener sexo, entonces que ni me mire. Es demasiada tentación, para ser virgen. ¿Cómo será tener relaciones sexuales con el Diablo? Y más si él es así de atractivo y poderoso. Comencé a girar entre mis sabanas, no podía dormir. Me puse de pie y abrí la ventana, para que corriera un poco de viento. Me volví a acostar y cerré mis ojos. ¿Qué es lo que quieres a cambio de tu alma Selena? ¿Qué?
De repente sentí algo apoyarse contra mi espalda y una mano caliente se poso en mi vientre. Mi respiración se paralizo. Sentí piel desnuda apoyarse contra mi cuerpo. Rápidamente me gire, para encontrarlo en mi cama.
- ¿Qué estás haciendo? – le pregunte. Sonrió divertido.
- Hace frió preciosa – me dijo. Mire hacía la ventana y estaba nevando.
- ¿Ahora también puedes controlar el clima? – le dije y lo mire.
- Correcto – dijo.
Mis pechos se endurecieron al verlo sin camisa frente a mí. ¡Oh, Dios! Este hombre es perfecto. Cada parte de su cuerpo se contorneaba por firmes músculos. Carne fibrosa y dura. Mordí levemente mi labio inferior.
- ¿Puedes salir de mi cama? – le pregunte algo molesta y me aleje de él. Rió por lo bajo.
- Ya te lo dije, hace frió y no me gusta – me dijo y me abrazo por atrás de nuevo.
- Pues, lárgate – le dije y me aleje de sus fuertes brazos.
- Vamos preciosa, ¿estás enojada? – me pregunto, mientras pegaba más su cuerpo al mío.
Podía sentir su erección contra mi trasero. Eso me estaba volviendo totalmente loca. Me apretó más contra él. ¡Por Dios! Va a volverme loca, me gire entre sus brazos para quedar frente a él. Lo mire fijo a los ojos, él también lo hizo. Mire su boca, estaba semi abierta.
- ¿Puedes besar? – le pregunte. Sonrió levemente.
- No, no puedo – me dijo. Gruñí por lo bajo.
- ¿Nunca has besado a nadie? – le pregunte sin poder creerlo.
- No, nunca – dijo.
- Eres raro – le dije y saque mi mirada de él. Tomo mi mentón con su mano y levanto mi rostro, para que lo mirara.
- ¿Por qué? – me pregunto.
- Porque siempre pensé que el Diablo era vil y despiadado. Mentiroso, y muy, muy malo. No que era virginal y casto – le dije. Rió por lo bajo.
- Soy vil, soy malo, hasta despiadado, Pero me toca ser virginal y casto preciosa, lo lamento – me dijo. Lo mire fijo.
¿Qué pasa si lo besó? ¿Qué pasa si me atrevo a hacer eso que él no puede hacer? Baje mi mirada a su boca, su respiración era caliente, como mi cuerpo en este momento por él. Por lo menos solo tocarlo.
- Mentira, si puedo besar – dijo rápido y tomo mi boca desesperadamente.
Gemí levemente cuando su lengua se mezclo con la mía. ¡Oh por Dios! Su beso era tan exigente, nunca nadie me había besado así. Me tomo de la nuca e hizo más profundo aun. Giro y quede encima de él.
Su mano comenzó a pasar por mis muslos, subiendo a su paso el camisón. Mordió mi labio inferior y gemí otra vez por eso. Giro de nuevo y quedó encima de mí. Se alejó y me miro fijo.
- De verdad no podía besarte – me dijo agitado. Lo mire bien ¿Entonces porque lo había hecho?
- ¿Por qué? – le pregunte agitada también, mientras sentía el peso de su maravilloso cuerpo entre mis piernas.
- Porque soy el Diablo, no un hombre – me dijo.
- Es solo un beso, no dejaras de ser el Diablo por eso – le dije. Sonrió de costado y se acerco de nuevo a mi boca. Rozando sus labios con los míos.
- De verdad, eres la primera mujer a la que he besado – dijo. No puedo creerle al Diablo, eso es mentira.
- No hace falta que me mientas – dije reprimiendo un gemido, cuando sus manos pasaron por el costado de mi cintura. Aun rozaba mis labios.
- No puedo hacerlo contigo, pero puedo darte placer preciosa – dijo sobre mi boca.
Abrí un poco mis labios, esperando a los suyos. Lo primero que sentí fue su lengua, que pasó sobre mi boca, luego un exigente movimiento. Abrí mis ojos para observarlo, y él lo estaba haciendo. Su mirada miel intensa me quemó por dentro mientras me besaba. Como buena atrevida, tome su labio inferior y lo mordí levemente. Gruñó profundo e hizo más apasionado el beso…
Me desperté algo exaltada en mi cama.
- ¿Tuviste una pesadilla? – me preguntó. Estaba parado en el marco de la puerta de mi habitación.
Lo mire bien -¿Qué… que haces ahí? – le pregunte algo confundida aun. Todo había sido un sueño.
- No me gusta que se enojen conmigo – dijo. Lo mire bien
- No sé de qué estás hablando, Justin – le dije. Sonrió de costado y se acerco a la cama.
- Te enojaste preciosa, te enojaste porque no puedo tener relaciones sexuales contigo – me dijo.
- Pero, por favor – le dije nerviosa - ¿Quién te dijo que yo quiero tener sexo contigo? – le pregunte. Me miro fijo.
- Tu cuerpo – me dijo.
- ¡Vete al Diablo! – le dije enojada. Rió con ganas.
- Vente conmigo – dijo sin dejar de reír.
Lo mire furiosa.- Mira Justin, si no te molesta quiero dormir, Mañana Richard estará insoportable en la oficina y no tengo ganas de soportarlo – dije.
Arqueo una de sus cejas.- Pues, no tenemos porque soportarlo – me dijo y chasqueo los dedos.
- ¿Qué hiciste? – le pregunte.
- Ya lo veraz preciosa, ya lo veraz – dijo sin dejar de sonreír seductoramente
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