9. Después de la sangre

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Quise llamar a mamá y que me viniera a buscar, pero mi teléfono no tenía batería.

-El peor sábado de la historia - susurré para mi mismo.

No es justo, no es justo que perdiera a mi única alternativa de poder volar, me quedaba un ala y ahora está rota, no puede ser así, simplemente tiene que haber otra manera.

Llegaron automóviles policiales y me hicieron bastantes preguntas, les tuve que dar mi dirección y me dejaron ir por el momento, caminé unas cuadras solitario y sin música siquiera para poder liberar mis sentimientos.

Más allá tomé un taxi resigandome a nuevamente tomar una estúpida micro con el miedo a que pase más, aunque ya no me queda peor cosa que morir. No me parece tan mala idea el hecho de abandonar todo en este instante, no me preocupa no ver jamás a nadie, ya no tengo a quien ver, ya no tengo por quien luchar, sólo respiro por respirar, sólo regreso a casa por regresar, sólo vivo por vivir.

(...)

El taxista me dejó fuera de casa y pagué con el dinero que me quedaba, entré a casa y estaba mamá viendo televisión.

- Hola hijo, ¿Cómo estuvo el día? - Me recibió con el tono más irritantemente contento y relajado.

- Horrible, horrible como cada día - respondí tajante.

-Ay hijo, ¿No encontraron algún pantalón? - continuó con su entonación entusiasta.

- !¿Acaso no ves la sangre en mi cabeza o en mi ropa?! - grité lleno de furia mientras una lágrima se deslizaba por mi rostro helado por fuera, pero ardiente por dentro.

- Lo siento hijo, no lo noté.

!No notarlo!, ¿es una broma? No puedo creer que tenga una madre tan despreciable, tan despreocupada, tan irritante. No merece ser mi madre esta mujer.

- ¿Te peliaste con Andrés? - interrumpió mi pensamiento.

- No.

-¿ Lo protegiste de alguien?

-No mamá, no.

- ¿Qué sucedió? - preguntó finalmente algo digno de responder.

- Lo maté - respondí secamente.

- Máx... - cambió su tono de voz y se apagó la luz en sus ojos.

- Adiós.

-No puedes estar hablando en serio - habló mucho más preocupada.

- ¡Lo mate, lo maté como te mataré a ti y a todos! - Me alteré nuevamente y di un paso al primer escalón de la escalera dando la señal de que subiré.

- No puede quedar esto así... No - me miró nerviosa.

- Mejor vete si quieres vivir.

No dije nada más y subí a mi habitación, cerré con seguro y apoyé una silla contra la puerta para que no intente siquiera preguntar si saldré de aquí. Tampoco se si lo haré, o saldré, pero me sacará la policía cubierto por una manta y me llevarán directo a la MORGE posiblemente.

Intenté llorar y no me salían las lágrimas, conecté el teléfono y esperé a que pudiera encenderse, una vez prendido ignoré los mensajes de Dulce y de Mil. Fuí al reproductor de música y me dije a mi mismo: esta canción será mi condena. Configuré el reproductor a canción única y repetición, son el objetivo de escucharla hasta que no pueda más y muera dentro de estas cuatro paredes. Apreté aleatorio y hubo uno o dos segundos de silencio mientras me recostaba. Escuché

Long ago
Just like the hearse
You die to get in again
We are so far from you...

Lo supe al instante, Helena.

No Hay Manera De Escapar A La MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora