Capítulo 5- Perdida

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Aquellos niños seguían llorando, se escuchaba por toda la isla, y resultaba insoportable. Al darme la vuelta, vi el mar, un gran mar infinito, de aguas verdes y con el reflejo de la luna en el. Me quité los zapatos que llevaba puestos e introduje mis pies en el agua. Por fin me había alejado de mis padres, al fin tenía la oportunidad de ser feliz. Miré hacia abajo y pude ver mi reflejo. Mi pelo negro y largo era más oscuro a la luz de la luna, mis ojos marrones brillaban más y mi piel pálida era más blanca. Todo estaba tranquilo, hasta que noté que el agua cobraba movimiento, como si alguien estuviese nadando hacia la orilla. Para mi sorpresa pude ver como una chica de cabellos rubios y ojos grises emergía del agua y se acercaba a mí. Mi corazón se paró al ver que no tenía piernas, si no cola, todos los mitos eran cierto, era una sirena...

-¿Quién eres?- me preguntó sin esperar a que reaccionase.

-Mi... mi nombre es Isabella- dije con la voz temblorosa, estaba realmente asombrada.

Me miró con una sonrisa extraña y me formuló una pregunta:

-¿Peter Pan te ha dado permiso para entrar en la isla?

-¿Quién es Peter Pan?

Justo al decir eso, mis tripas comenzaron a gruñir, hasta ese momento no me había dado cuenta, pero no había probado bocado en un largo tiempo y necesitaba comer. Al parecer, la sirena se dio cuenta, y dejando mi pregunta a un lado me dijo:

-¿Tienes hambre?- yo asentí- Entonces introdúcete en el bosque que hay a tu espalda y busca el campamento de Pan, allí te darán cobijo, agua y comida.- Tras decir esto hizo un ademán de volver a  sumergirse en el mar.

-¡Espera! Aún no me has contestado, ¿quién es Peter Pan?- insistí, deteniendo su regreso al agua.

-No puedo contarte mucho, solo te revelaré que ahora, eres de su propiedad- dijo esto con una sonrisa maliciosa y acto seguido se introdujo en el mar dejándome con la duda sin resolver.

Mi estómago seguía indicándome que debía comer, por lo que seguí el consejo de la sirena y me adentré en el bosque en busca de aquel campamento. Era un lugar precioso, pero en la noche resultaba siniestro. Los árboles estaban por todas partes y yo no sabía hacia donde me dirigía, solo andaba, sin rumbo, pero con un destino que esperaba alcanzar pronto. Después de unos minutos la boca se me secó, dándome a entender que ya no solo tenía hambre, si no que la sed se apoderaba de mi cuerpo.

Estuve alrededor de una hora andando, y seguí sin hallar aquel lugar, era como si estuviese en constante movimiento. Me fijé en que había pasado por el mismo lugar repetidas veces, aquella isla me estaba empezando a parecer un laberinto, hasta que la suerte se puso de mi parte y pude escuchar voces en alguna parte de aquel bosque infinito.

Me guié por aquellos sonidos hasta poder visualizar un claro en medio de todos aquellos árboles. Al fin lo había encontrado. Habían dos jóvenes que parecían de mi edad.

-Perdonad... necesito ayuda...- les dije con la cabeza baja y la voz casi inaudible.

Se giraron rápidamente para verme y comenzaron a gritar:

-¡Intrusa!¡Intrusa!¡Hay una intrusa en la isla!

No comprendí porque decían aquello, y tampoco me dieron tiempo para explicarme, ya que en menos de dos segundos tenían a más personas a su espalda, con capas y armas, preparados para darme caza.

Di media vuelta, y asustada corrí de nuevo hacia el interior del bosque, pero todos ellos me seguían y yo no sabía hacia dónde ir, estaba perdida. Mi mala suerte hizo acto de presencia, y me tropecé cayendo de bruces contra el suelo. Me había hecho daño, pero al ver justo en frente de mi un árbol hueco en el que poder esconderme para despistar a todos aquellos muchachos, me olvidé del dolor y me oculté.

Todos pasaban corriendo, pero al ver que prácticamente había desaparecida, se dieron por vencidos y regresaron al campamento. Mis problemas habían aumentado en cuestión de minutos: todo un grupo de personas me buscaba, estaba herida y aún estaba hambrienta y sedienta. Cerré los ojos y deseé con todas mis fuerzas tener algo de lo que alimentarme, y al abrir los ojos, vi una manzana entre mis manos, el corazón se me paró. Con tan solo desearlo, podía conseguir lo que quisiera. No lo medité mucho y me comí la manzana, que saciaría mi hambre y mi sed durante un rato. Estaba muy cansada, y escondida en el interior de aquel árbol me quedé totalmente dormida, perdida de nuevo en el interior de aquel bosque y pensando que aquel sitio no era precisamente como yo me lo esperaba.

The Lost Girl (Fan Fiction de Robbie Kay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora