Capítulo 11- Enfrentamiento

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Después de aquello no era capaz de pensar en nada más, aún sentía mis labios arder y mis piernas temblaban cada vez que rememoraba aquel instante en el que Pan puso sus labios sobre los míos. Me sentía como si estuviese flotando en una nube, era una sensación maravillosa, había visto sirenas, hadas y magia, pero nada era comparable a la sensación de un beso suyo. Estaba ausente a todas horas, pensando en aquel instante, no hacía caso a nada de lo que había a mi alrededor, ni si quiera a Campanilla cuando me hablaba.

-Isabella...¿Me estás escuchando?

-¿Eh?¡Oh! Perdona Campanilla, estaba distraída...¿Qué decías?

-Que tengo hambre y estoy cansada, llevamos todo el día dando vueltas por la isla...

Había pasado una semana desde mi momento a solas con Pan, desde entonces no le he visto y utilizo la excusa de ir a dar un paseo por la isla para que Campanilla me acompañe en su busca, solo que ella no sabe cuál era mi verdadero propósito.

Tal y como el hada me había pedido nos dirigimos hacia el campamento. Cuando llegamos el ambiente estaba raro, no era como siempre, los Niños Perdidos estaban sentados en los troncos al rededor de la hoguera, en vez de bailar como cada noche. No se escuchaba nada, pero dos de los jóvenes estaban en el medio de aquel circulo. Todos los muchachos se amontonaron rodeando a los dos individuos que se enfrentaban. Cada uno tenía una rama en la mano, que tornaron a una espada con tan solo cerrar los ojos. Entonces lo entendí, iban a luchar entre ellos. Todos los Niños Perdidos empezaron a animarles para que comenzasen la pelea, y así lo hicieron. Las espadas se movían con ferocidad y los dos chicos se atacaban entre ellos. Una de las espadas rozó el rostro de uno de ellos, abriendo una herida en la parte izquierda de su cara, haciendo que la sangre brotase de esta. El muchacho elevó la mano y palpó aquel líquido rojo que descendía por su piel. La rabia se apoderó de él y en menos de tres segundos ya tenía la espada colocada de tal forma en sus manos que daba a entender que le iba a asestar un golpe mortal a su contrincante. Le dio una patada en el pecho, haciéndole caer de bruces contra el suelo y desarmándole, ya que había soltado la espada en la caída. Segundos después alzó su arma para quitarle la vida.

-¡No!- dije corriendo hacia donde estaba el chico indefenso.

Me puse en medio de la espada y su víctima, viendo como la hoja cortante del objeto se situaba a tan solo unos centímetros de mi garganta. Todo el mundo enmudeció, y el chico al que estaba protegiendo huyó lejos del que podría haber sido su asesino si yo no hubiese interrumpido la lucha.

-¿Haciéndote la heroína?- dijo una voz masculina a mi espalda que hizo que se me erizase el cabello de la nuca.

Era Pan, tan sarcástico como siempre.

-No deberías haberles cortado la diversión- dijo cogiendo la espada que me amenazaba y poniéndose frente a mi- ahora les tendrás que entretener tu- dicho esto me dio la espada que sostenía en sus manos.

-¿Cómo?- dije aturdida.

No me contestó, solo recogió la otra espada que estaba en el suelo y se la dio a Félix, que se puso delante de mí, con la espada en mi dirección, amenazante.

-¡Luchad!- dijo Peter con una sonrisa cínica, mientras los Niños Perdidos gritaban y aplaudían.

No sabía que estaba sucediendo ni por qué hacía esto, solo supe protegerme cuando Félix me atacó con su espada. En ese instante escuché un chillido de Campanilla, que se abría paso entre los jóvenes para ayudarme. Pan hizo un gesto con la mano para que los muchachos le impidiesen avanzar, y así lo hicieron.

Félix seguía avanzando mientras le asestaba golpes a mi espada, con la que yo solo me protegía. Llegó un momento en el que me tenía acorralada contra un árbol, agotada. Entendí que como no hiciese algo podría salir muy mal parada de aquel combate, por lo que saqué fuerzas de flaqueza y con el poco aliento que me quedaba levanté la pierna y le di una patada a Félix donde más le dolía. Se retorció de dolor mientras se alejaba, y yo aproveché mi oportunidad para atacarle. Puso su espada en medio para no dejar avanzar a la mía, y se levantó ágilmente del suelo como si no le hubiese dañado antes, estaba perfectamente.

Volvió con su anterior estrategia y comenzó a atacarme, pero al parecer a Pan no le gustó el espectáculo y paró la pelea.

-¡Quietos!- se acercó a Félix, le quitó la espada y le dijo- ¿Esto es todo lo que sabes hacer Félix? Me decepcionas...- Acto seguido puso su mirada en mi y dijo- ¿Preparada para luchar contra un verdadero oponente?

Yo no podía moverme, no entendía por qué demonios hacia todo aquello, hace una semana nos estábamos besando en la orilla de la playa y ahora me estaba apuntando a la garganta con una espada afilada. Mi desconcierto no me había permitido defenderme, por lo que en pocos segundos y sin que yo me pudiese dar cuenta, Pan ya me tenía acorralada.

-El amor te debilita- dijo con una sonrisa y la ceja alzada.

Mi cuerpo se paralizó, lo había dicho, sabía que estaba completamente enamorada de él.

-¿Por qué haces esto?- le dije a punto de romper a llorar.

No me contestó, solo sonreía victorioso, y entonces fue cuando lo comprendí todo. No se refería a mi cuando me dijo que el amor debilita a las personas, se refería a él mismo, tenía miedo de volverse más débil si me amaba, estaba dispuesto a renunciar al amor por el poder.

- El amor no debilita... fortalece- le dije, con lágrimas en los ojos.

-¿Si? A ti no te está ayudando mucho el hecho de estar enamorada- me contestó.

-Puede que a mí no, pero a muchas otras personas sí- le dije con desprecio.

-¿A quién?¿A tu madre, por ejemplo? Já, no me hagas reír. Una mujer que creyó estar enamorada y que se quedó embarazada del hombre que diez años después la cambiaría por una jarra de cerveza diaria, abandonándola a su suerte con su única hija, que la ha dejado sola para venir a Nunca Jamás mientras llora por los rincones de su casa, lamentándose por haber amado- sentenció, haciéndome sentir la peor hija del mundo.

-Cállate...- le dije sin fuerzas.

-O Ámbar, la costurera a la que tanto aprecias, otra mujer desesperada por encontrar el verdadero amor y formar una familia, que se enamoró múltiples veces, sufriendo porque el sentimiento no era mutuo, que veinticinco años después es soltera y no tiene hijos, y te hace vestidos a ti, para aliviar su pena. Por cierto... a ella también la has abandonado- dijo con una sonrisa triunfante.

-¡Cállate!- grité desesperada por que dejase de hablar.

-¡Ah! Y ese tal Killian Jones...

-¡¡CÁLLATE!!- grité con todas mis fuerzas sin dejarle terminar. Aparté el filo de la espada con la que aún me apuntaba y me encaré a él.- ¿Por qué?¿Por qué eres así?¿Por qué me haces esto?¿Por qué no eres capaz de dejar a un lado tu avaricia y tu poder para poder amar?¿Por qué eres tan cobarde?

-No soy cobarde... sé lo que me conviene...- me dijo, con la ceja alzada.

Me aparté de él llorando, no podía creer que fuese tan cobarde. Di media vuelta para irme de allí, pero dijo una última cosa que me rompió el corazón.

-¿Y a ti?¿Te ha fortalecido el amor?

Me giré para mirarle a la cara y decirle lo único que sentía por él en aquel momento.

-Te odio- tras decir esto, pude ver como su sonrisa desaparecía y se ponía serio, pareció afectarle, pero me dio igual, fui corriendo hacia la casa del árbol para estar sola y llorar sin que nadie me viese... me acababan de romper el corazón.

The Lost Girl (Fan Fiction de Robbie Kay)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora