Capitulo 2: TicTac de la cripta que dicta

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Habían pasado ya dos meses, cuando ella entro por la puerta de casa, aquel ser del otro mundo, entro con ella, como siempre estaba a su lado, acompañándola en cada momento de su vida. Ella se quitó los zapatos y los dejo tirados en mitad del salón, vivía sola, hacía tiempo que lo hacía, no tenía más amigos que aquel demonio que estaba rondando por su casa. Ella le miró, tenía forma de humano, poseía alas, vestía de color negro, su piel era blanca y sus ojos de color marrón daban miedo, pero extrañamente la hacía más compañía que cualquier mortal.

Siempre había pensado en un futuro idílico, lo que menos se imagino era que lo más cerca que estaba de conseguirlo era con un demonio que se alimentaba de ella, con el único fin de conseguir una victoria a través de su muerte.

Era algo que realmente la dejaba muchas veces pensativa, sabía que tenía poco que hacer en la tierra, su cuenta atrás iba finalizando y lo único que la quedaba para estar viva, era él.

Estaba jugando con el fuego del averno, un fuego que nunca se apaga, pero estaba dispuesta a arriesgarlo todo.

-¿Quieres comer?- Le preguntó y él asintió.

-¿Cómo no te puedes aburrir en aquellas clases?- La preguntó, ella suspiró.

-Me queda un mes para poder ser profesora, no lo voy a desperdiciar durmiéndome- Aseguró. Lina se encontraba en el último curso de la universidad.

-Tus notas rozan el cinco y te quedan más de cuatro asignaturas por aprobar, ¿Podrás hacerlo en un mes?

-Claro, tendré tiempo-Aseguró con una sonrisa, mientras dejaba caer una olla en el fuego. El demonio se sentó encima de la mesa.

-¿Cuándo piensas formar parte del juego?

Se moría de impaciencia, siempre había sido el primero en dar los pasos, todos sus enemigos le temían, era el favorito de cualquiera en el mundo de los muertos. Pero sabía que si quería ganar, debía actuar como hasta ahora nunca lo había hecho y aquello le mataba por dentro, vivía con las ansias de asesinar a todos aquellos humanos y proclamarse el nuevo dios.

Para los demonios de sangre pura perder no era una solución.

-Tú bien sabes que aun nadie ha entrado en contacto con nadie, somos completamente desconocidos los unos para los otros, y aun no he usado el cuaderno lo suficiente como para que me puedan unir a este juego. Esperaremos. Seremos los más inteligentes e iremos contra el último que quede de ellos vivos.

-Tu plan fallará, si el último que quede vive, tendrá más experiencia que tú y sabrá usar mejor el cuaderno, estarás en desventaja.

-No, me aprovecharé de la situación- Aseguró con una sonrisa y tendió sobre el fuego aquellos macarrones que comenzaron a hacerse.

-Demasiado segura estas...-Murmuró

-Lo sé, pero de momento no he encontrado ningún indicio de movimientos- Su mano se movió y prendió el televisor que estaba en salón. Se sentó en la isleta.

Ella siempre había poseído esa seguridad tan sumamente estúpida que tenía el pensamiento único, esa seguridad que le decía que nadie salvo ella estaba en lo correcto.

-¿Puedes ver lo que me queda de vida?

-Puedo ver todo de ti, con mis ojos, recuerda que yo soy la muerte- Ella le miró, podía ver en sus ojos marrones aquella sensación de que estaba viendo su alma, completamente desnuda ante él.

-No me imaginaba una muerte, tan sumamente discreta y elegante- Él río.

-¿Solo por qué puedo tomar la forma que los demás desean ver?- La preguntó.

-Solo porque eres capaz de trasformaste en lo que deseas- Su risa se escuchó por toda aquella casa, pequeña, de un bloque de edificios, escondida en una gran manzana.

Ella vivía en uno de los barrios céntricos de Madrid, donde se podía tener acceso a todo los servicios necesarios para una existencia sin molestias.

-¿Cuánto me queda?- Le preguntó.

-No puedo decírtelo.

Una de las normas que tenían los demonios era básica. No podía contarle a su esclava nada de ella.
No podía contarle el poco tiempo que le quedaba, así como tampoco podría decirle las cosas que podían sucederla, a pesar de que cualquier demonio podía tener acceso a ellas desde el infierno, si era el encomendado para ese ser humano. Pero era más complicado, pues un elegido, estaba completamente vetado. No se podía saber su futuro, ni tampoco cambiarlo. Estaba sujeto única y exclusivamente a las leyes del mundo humano.

Esclavizada - DarknayaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora