〖Desesperación〗

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Bon estaba ciertamente desesperado. A su corta edad, sentía que las esperanzas se le iban agotando lenta y dolorosamente, ¿y quién iba a culparlo? Por más que deseara que Bonnie fuese capaz de corresponderle en su torpe y algo extraño amor, no conseguía nada.

De igual manera, tenía que reconocer que no había hecho mucho para ganarse ese afecto especial, sus sonrojos incontrolables y sus balbuceos tontos no contaban, ¿de qué manera eso podría enamorar a Bonnie, de todos modos?

Eso sí, se había empeñado en buscar mil y un maneras de demostrarle lo especial y único que era para él, desde pequeños poemas convertidos en canciones a coloridos regalos como lo era la púa de guitarra azul y violácea que tenía debajo de su cama y en una caja; la había comprado la semana pasada pensando en el chico de cabellos morados, y aun así, no había sido capaz de armarse de valor y entregársela.

Era patético.

No merecía quejarse de que Bonnie no lo amara. Pero al menos podía lamentarse por tener el pecho inflamado de tantos sentimientos dirigidos a él.

Bon suspiró con pesadez sobre su mesa, ni siquiera estaba poniendo atención a la clase. Había garabateado la hoja de apuntes (o bueno, donde se suponía debían haber apuntes) con miles de ideas huecas acerca de cómo hacer para pasar un rato "romántico" con Bonnie, o mínimamente para acercarse de una forma más íntima a él.

- Pedirle salir al cine a solas y ver una película de terror para que se asuste y poder abrazarlo.

- Comprarle (otra vez) gomitas de edición especial.

- Dejarle una rosa en su casillero junto a una nota anónima.

- Regalarle de una vez por todas la maldita púa, declararme, pEDIRLE MATRIMONIO Y TENER DOS HIJOS, UN PERRO Y UNA CASA EN LA COLINA.

– Joven Bon, ¿se puede saber qué ha estado escribiendo?

Mierda.

Hasta que sintió como la mirada expectante de su profesora de literatura le carcomía el alma, Bon no reaccionó. Y para cuando lo hizo ya era tarde. La cuarentona mujer ya se le estaba acercando y para él todo ocurría en cámara lenta, incluso los pasos resonaban en sus oídos con una magnitud espantosa, casi como los de un gigante. Incluso su voz se había ralentizado. No se enteró cuando comenzó a sudar frío, era más que obvio lo que ocurriría; La profesora tomaría su libreta y leería en voz alta lo que había estado escribiendo.

Iba a morir de vergüenza.

Sin embargo, sus propios impulsos controlaron su cuerpo en ese instante y cuando menos lo notó, ya estaba arrancando la hoja de la libreta para... Metérsela a la boca.

Oyó los respingos de algunos miembros de su clase. Otros estaban riendo y como no, los restantes soltaron un "Ohhh" que muchos siguieron.

No, no era el mejor plan. Mucho menos el más elaborado pero...

– ¿Pero qué...? – Sí, hasta la mujer estaba sorprendida por su acción. Vio de reojo como Mangle se golpeaba la frente con desaprobación y juró escuchar el «idiota» que pronunció entre dientes. Joy por su lado sólo negó con la cabeza, dándole el pésame silenciosamente.

– Con el director, ¡ahora!

Esa fue la triste historia de cómo Bon frustró una buena tarde que significaba una pequeña posibilidad de tener oportunidad con Bonnie.

Esa fue la triste historia de cómo Bon frustró una buena tarde que significaba una pequeña posibilidad de tener oportunidad con Bonnie

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Cupido es ciego || FonnieBonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora